Despuíés de cuatro años intentando salvar las apariencias de su controvertida irrupción en Endesa la empresa estatal italiana Enel ha decidido mostrar la cara oculta de su paternidad responsable sobre la compañía elíéctrica española. La multinacional transalpina no lo está pasando bien ni en Italia ni en España y eso obliga a reducir costes como sea y, a poder ser, lo más lejos de su lugar de origen. En otras palabras, Endesa tiene que asumir su papel de filial con todas las consecuencias, rebajando el peso de su estructura administrativa, cediendo funciones de staff a la casa matriz y asumiendo una centralización de las decisiones dentro del grupo que obliga a los directivos en nuestro país a depender directamente de sus jefes en Roma.
La crisis de deuda de los países perifíéricos de Europa ha castigado especialmente a Enel, acosada por las tribulaciones hermanadas que sufren los dos grandes naciones del arco mediterráneo. El propio Fulvio Conti, consejero delegado de la compañía, lo dejó claro este pasado mes de agosto cuando señaló que la caída de casi un 30% de los beneficios de su empresa se había debido a la “tendencia negativa de las economías maduras de Italia y Españaâ€. Con una deuda creciente de 47.500 millones de euros y un ebitda menguante de 8.200 millones de euros al cierre del primer semestre, el capitán de la nave nodriza ha pegado un violento golpe de timón que va a cambiar el rumbo de todas las demás embarcaciones que componen la flota de Enel.
En el cuartel general de Endesa, el cíélebre edificio silueteado a modo de trasatlántico en el atraque de la M-40 madrileña, han empezado a ver las orejas al lobo hace ya unos meses. El toque de corneta que espabiló del sueño dorado a los directivos encaramados al puente de mando tuvo lugar a finales de julio pasado cuando el primer ejecutivo de la empresa española, el italiano Andrea Brentan, anunció el proyecto de concentrar en la filial chilena Enersis todas las propiedades que Endesa ha acumulado en Latinoamíérica tras muchos años de expansión allende los mares.
La que fuera santo y seña del sector energíético español, líder indiscutible del llamado oligopolio natural regulado de la electricidad, deberá empezar a despojarse de sus galas multinacionales para empezar a buscar algún modelo de antaño entre los trapitos que todavía le quedan en su fondo de armario. La plana mayor de Endesa ha pasado ya por muchos trances y los más optimistas esperan que, a pesar de los pesares, se haga buena la máxima en virtud de la cual quien tuvo, retuvo y guardó para la posteridad. Pero eso no es óbice para reconocer que los tiempos han cambiado y la señoría de Roma exige un proceso de cambio que obliga a ceder autonomía en la gestión y a depender cada vez más de la política de austeridad que impone la casa madre.
El papel de Borja Prado
La operación diseñada para integrar en el seno de Enersis todas las subsidiarias que Endesa posee en Brasil, Colombia, Argentina y la propia Chile se ha convertido en una carrera de obstáculos dada la reticencia que han mostrado los socios locales para aceptar las valoraciones de la empresa española en el proceso de trasvase. El propio presidente de Endesa, Borja Prado, se ha esmerado en buscar una fórmula de entendimiento que permita llevar a buen puerto la operación. En medios de la propia Endesa se reconoce que el presidente está haciendo lo indecible por agradar a los jefes de Italia, algo que puede resultarle caro si no consigue convencer a los accionistas minoritarios de Enersis. A fin de cuentas la operación de Chile supone el principio del fin del antiguo imperio colonial de Endesa, pero sería muy de lamentar que Borja Prado cediera sus galones como ilustre chairman de una gran compañía multinacional sin demostrar tampoco la acrisolada capacidad de influencia con que adorna su hoja de servicios.
Conti está mirando con lupa los movimientos de su hombre en España, sobre todo porque el futuro de Endesa va a deparar más pronto que tarde una reducción de la propia estructura de mando que ahora comparten, cada uno por su lado, Prado y Brentan. El cargo del presidente no está en tela de juicio, de momento, pero sus funciones pueden verse recortadas si Enel y Endesa integran todas las atribuciones corporativas dentro de una misma organización.
Las dos compañías seguirán coexistiendo por ahora con su propia naturaleza jurídica, pero los italianos tienen claro que el negocio en España deberá “filializarse†con todas las consecuencias. Máxime despuíés del escaso predicamento con que el Gobierno ha acogido las sugerencias regulatorias de Endesa. Ni Rajoy, ni su asesor económico, ílvaro Nadal, y tampoco el ministro de Industria, Josíé Manuel Soria, han tenido en cuenta las reivindicaciones de las compañías generadoras de electricidad cuya producción acaba de ser gravada a partir de un nuevo impuesto general del 6%.
El último ajuste fiscal para la sostenibilidad energíética ha sido determinante en la estrategia de Enel con Endesa. La empresa española cerró el primer semestre con una caída de los beneficios del 11% en tíérminos interanuales debido principalmente al estancamiento de la actividad en España. Fue precisamente la explotación del servicio en Latinoamíérica la que salvó los muebles, pero esos negocios pronto serán historia para Endesa.