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Autor Tema: Los paraí­sos fiscales y la fuga de capitales...  (Leído 135 veces)

OCIN

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Los paraí­sos fiscales y la fuga de capitales...
« en: Noviembre 04, 2012, 08:49:38 pm »
Por...  Sally  Burch


Un estudio sobre los paraí­sos fiscales (1) que publicó en semanas recientes el Tax Justice Network –TJN- revela la gravedad de la fuga de capitales y de la evasión tributaria, que alcanza dimensiones mucho mayores de lo que antes se habí­a estimado. Estos datos confirman, además, que constituye uno de los problemas económicos más graves que enfrentan los paí­ses en desarrollo, y por ende contribuye a agudizar la pobreza.
El estudio hace un estimado –que considera conservador– de que para 2010, el monto de fondos de la riqueza privada que se encuentra invertido en más de 80 jurisdicciones offshore (extraterritoriales) -donde las cuentas se manejan bajo reserva y prácticamente libre de impuestos-, fluctúa entre 21 y 32 billones de dólares (o sea, millones de millones).

De este total, alrededor de un tercio, esto es entre 7,3 y 9,3 billones de dólares, provendrí­a de 139 paí­ses de bajo o mediano ingreso. Es más, el 61% de este monto corresponde a un grupo de solo 10 paí­ses, que incluye a Brasil, Míéxico, Venezuela y Argentina. Se trata principalmente de rentas financieras acumuladas desde los años ’70 por las íélites privadas de estos paí­ses, y que no se han registrado en sus paí­ses de origen. Estas cifras abarcan solo los activos financieros; no se ha calculado otro tipo de inversiones, por ejemplo en oro, bienes raí­ces, yates, etc.

Al hacer un balance de activos y pasivos, el estudio demuestra que gran parte de los paí­ses considerados deudores en realidad serí­an prestamistas netos, si estos recursos no se hubiesen sustraí­do de su sistema financiero. En efecto, los 139 paí­ses mencionados, que incluyen a todas las principales economí­as en desarrollo, “registraban una deuda externa bruta agregada de US$4,08 billones en 2010”. Al restar las reservas en el exterior de estos paí­ses, invertidas mayoritariamente en valores en el Primer Mundo, se constata que “su deuda externa neta agregada suma una cifra negativa de US$ 2,8 billones para 2010”. De allí­ se concluye que, si a ello se suman los recursos desviados al sistema offshore, estos paí­ses supuestamente endeudados, “no tienen nada de deudores: son prestamistas netos, del tenor de $10,1 a $13,1 billones”.

El problema, sin embargo, es que “los activos de estos paí­ses están en manos de un pequeño número de individuos ricos mientras que las deudas recaen en la gente ordinaria de estos paí­ses a travíés de sus gobiernos”.
La píérdida en tíérminos tributarios es tambiíén enorme: teniendo en cuenta las ganancias no declaradas que han generado estas inversiones offshore desde 1970, la píérdida en los últimos 40 años podrí­a alcanzar alrededor de US$ 3,7 billones, estima el estudio.

El TJN -red internacional dedicada a la justicia tributaria, con sede en el Reino Unido- desarrolló una metodologí­a nueva para hacer estos cálculos, que estima mucho más verí­dica que los míétodos que han utilizado tradicionalmente las instituciones financieras internacionales. Por lo mismo, expresa una fuerte crí­tica a estos organismos, pues, “han prestado una mí­nima atención a este ‘agujero negro’ de la economí­a global”, siendo que ellos “tienen un acceso fácil no solo a los recursos analí­ticos, sino tambiíén a muchos de los datos primarios que se requieren para cuantificar con más precisión las dimensiones de este problema”. Y pregunta: “¿Por quíé se hacen la vista gorda?”
La píérdida para los paí­ses en desarrollo es aún mayor, si a ello le sumamos el hecho que la mayorí­a de acuerdos de inversión extranjera –incluidos los TLCs- se acompañan de acuerdos de doble imposición. Estos acuerdos generalmente prevíén que los inversionistas extranjeros puedan tributar en su paí­s de origen, y no en el paí­s que les provee los recursos, mano de obra, servicios, etc. con los cuales realizan sus ganancias. Muchas veces, mediante subterfugios como la subfacturación de exportaciones o la sobrefacturación de importaciones, estas empresas terminan sin pagar en ninguno de los dos paí­ses: o sea, se produce una doble evasión, y estas rentas se desví­an hacia los paraí­sos fiscales.


Cambiar los esquemas de negociación

Una cosa es reconocer el problema pero otro es lo que los paí­ses latinoamericanos puedan hacer para comenzar a solucionarlo. En entrevista con ALAI, David Spencer, abogado norteamericano especializado en legislación financiera y asesor de TJN, opina que una mayor colaboración entre gobiernos de la región podrí­a mejorar su capacidad de negociación. Considera que UNASUR, por ejemplo, podrí­a intensificar esfuerzos en este sentido. A la vez, le llama la atención la escasa colaboración que se da en el seno de grupos como el G77, para abordar este tema ante las instancias correspondientes de la ONU. Una de las soluciones que sugiere Spencer es insistir que los centros financieros provean información a otros paí­ses sobre los activos que sus residentes mantienen en su sistema financiero.
El abogado reconoce, sin embargo, que existe una fuerte resistencia de las economí­as avanzadas para abordar el tema con seriedad, pues ellas “se benefician enormemente de este flujo de capitales hacia sus instituciones financieras: del City Bank en Nueva York a City Bank Cayman Islands; o del Morgan Bank a Morgan Panamá, por ejemplo. Estas instituciones financieras dependen fuertemente de los depósitos de latinoamericanos ricos, y no quieren detener el flujo de fondos”; hecho que se traduce en presiones sobre sus gobiernos para que las cosas no cambien.

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que agrupa a las principales economí­as desarrolladas) en principio ha expresado preocupación por esta fuga de capitales; pero poco ha hecho para impedirla. Spencer reconoce que la OCDE estableció una especie de "lista negra" de 40 paí­ses considerados paraí­sos fiscales, pero puso como requisito para que un paí­s sea borrado de la lista, que firme al menos 12 acuerdos de intercambio de información. Lo que hicieron estos paraí­sos fiscales fue firmar acuerdos entre ellos, y así­ casi todos salieron de la lista, sin que nada haya cambiado.

Spencer señala que una puerta de negociación posible es el hecho que a EEUU, por ejemplo, tambiíén le interesa obtener información tributaria sobre sus residentes con activos en Amíérica Latina. Entonces esto hace posible establecer acuerdos de intercambio de información fiscal. En cambio resulta mucho más complejo hacerlo con los paraí­sos fiscales, donde no se aplican las mismas reglas. Y de hecho, gran parte de los fondos regionales sustraí­dos se encuentran en paí­ses como las Islas Caimán, Bermuda, Bahamas, las Islas Ví­rgenes Británicas o Panamá.
Para TJN, la búsqueda de soluciones como íéstas a la fuga de capitales y la evasión fiscal deberí­a constar entre las primeras prioridades de las polí­ticas mundiales de reducción de la pobreza.


(1) James S. Henry, The Price of Off-shore Revisited, Tax Justice Network, Julio 2012. http://tjn-usa.org/storage/documents/Price_of_Offshore_Revisited_72612.docx

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