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Autor Tema: La Comisión insiste: “Quien se separa se queda fuera de la UE y marginado”  (Leído 200 veces)

Eguzki

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Bruselas se ha desplazado hasta el centro del debate de las elecciones catalanas del próximo 25 de noviembre. El encaje legal que una hipotíética Cataluña independiente tendrí­a en la UE se ha convertido en un arma arrojadiza por parte de los partidos polí­ticos de uno y otro bando. Los defensores de una consulta que abra la puerta a la independencia insisten en que salir de España no implica abandonar Europa. Pero tanto la Comisión Europea como juristas independientes señalan que los tratados de la Unión Europea lo dejan claro: la pertenencia de Cataluña al club se debe al acuerdo de adhesión que firmó España; y la secesión conllevarí­a un largo y complicado proceso de readmisión, sujeto en todo momento a un voto afirmativo de los 27 —o 28, cuando el próximo año se una Croacia— socios.

Más complicado aún es vislumbrar quíé pasarí­a con la unión monetaria. Porque en el momento en el que Cataluña se desgajara de España —y, por tanto, de la UE— perderí­a su condición de miembro de pleno derecho de la zona euro. Podrí­a entonces convertirse —al igual que Kosovo o Montenegro o miniestados como Mónaco, Andorra, El Vaticano o San Marino— en un mero usuario de la moneda única, sin ninguna representación en sus órganos de gobierno.

Llegados a este punto, se darí­a la paradoja de que el BCE podrí­a tomar decisiones vitales para los catalanes sin que estos tuvieran ninguna representación en su consejo, al que pertenecen los gobernadores de los bancos centrales de los 17 paí­ses de la eurozona. “La moneda pertenece a la Unión Europea, no a España ni a Cataluña”, asegura con rotundidad un alto funcionario europeo.

Pese a la claridad de los textos legales, los portavoces de la Comisión Europea son reacios a enfangarse en un debate de alto voltaje polí­tico en España. Hace ocho años, el entonces presidente, el italiano Romano Prodi, fue muy directo. “Una nueva región independiente se convertirí­a en un tercer Estado en relación a la Unión y, desde el dí­a de su independencia, los tratados ya no serí­an de aplicación en su territorio”, dijo en marzo de 2004. Prodi tambiíén recordó que el ingreso del nuevo paí­s “está sujeto a la ratificación por parte de todos los Estados miembros y del Estado solicitante”.

La doctrina de los actuales responsables no se aparta lo más mí­nimo de la trazada por Romano Prodi. Los soberanistas catalanes han querido ver en las palabras pronunciadas por Joaquí­n Almunia una visión más favorable a su proyecto polí­tico. “No se puede dar una respuesta taxativa y decir que si uno se segrega se queda fuera y no sabremos nada más de íél por los siglos de los siglos”, dijo hace una semana el vicepresidente de la Comisión y titular de Competencia. Pero Almunia, en declaraciones a este periódico, afirma que su discurso ha sido manipulado. “No hay ninguna duda de que quien se separa se queda fuera. Y eso suponiendo que se haga de forma amistosa y dentro de la legalidad, como podrí­a ser el caso escocíés. Si no es así­, no solo te quedas fuera, sino tambiíén marginado”, asegura.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, admite que en principio Cataluña quedarí­a al margen de la UE, pero considera que el reingreso serí­a un trámite que podrí­a durar “unas 24 horas”, según dijo hace dos semanas, o que, como afirmó el pasado miíércoles en Moscú, se harí­a “por sentido común”. Mas, que prevíé que la consulta popular se celebre en un máximo de cuatro años, fija para 2020 el plazo para lograr un hueco como miembro del club. “Los plazos que se manejan no tienen ninguna consistencia jurí­dica”, señala Jordi Sellaríés, profesor de Derecho Público de Esade. “Los argumentos sobre la pertenencia inmediata a la UE pasan ante su audiencia el primer dí­a. Pero a medida que transcurre el tiempo se va sabiendo que no son posibles y se crea una inmensa frustración”, continúa Almunia.

Otra vicepresidenta de la Comisión, Viviane Reding, tambiíén se vio involucrada en el debate despuíés de que el Diario de Sevilla publicara hace un mes una entrevista con ella. “Ninguna ley dice que Cataluña deba salir de la UE si se independiza”, decí­a el titular, que su portavoz considera “muy desafortunado”. La entrevistada envió una carta al periódico andaluz exigiendo una rectificación.

El secretario de Estado para la Unión Europea, íñigo Míéndez de Vigo, remitió una carta a la vicepresidenta en la que le recordaba los distintos artí­culos del Tratado de la Unión que garantizan que la UE no puede reconocer una declaración de independencia de una parte de un Estado miembro y que, en el muy improbable caso de que España reformara su Constitución para admitir la secesión, Cataluña no formarí­a parte en ningún caso de la UE, y deberí­a solicitar su adhesión como cualquier otro aspirante. “Coincido plenamente en tu análisis”, respondió Reding el pasado 4 de octubre en una carta publicada por EL PAíS el pasado martes. “Cualquier precedente de secesión en la UE serí­a un elemento desestabilizador para los Balcanes. Aunque España aceptara, habrí­a muchos paí­ses en contra”, aseguran fuentes europeas.

En el bando nacionalista, la estrategia ha virado últimamente. Ya no se da por hecho una adhesión inmediata a la UE —como rezaba el lema de la multitudinaria manifestación independentista celebrada en Barcelona en septiembre: Cataluña, nuevo Estado de Europa—, sino que se apela a una reforma legal lo más breve posible basándose en la voluntad de los ciudadanos sobre la consulta. “Me sorprende esta telaraña legislativa que en Madrid se teje a conveniencia. El Estatuto catalán se incumple y no pasa nada. Cuando a Madrid no le conviene, la ley no existe; pero cuando le conviene, es sagrada e inflexible. La legitimidad democrática de cada momento está por encima de la ley”, responde el eurodiputado de Convergí¨ncia i Unió Ramon Tremosa. ¿Será ágil la adhesión a la Unión Europea? “Dependerá de la legitimidad democrática que tenga detrás, de los resultados de las elecciones del 25-N”, responde. Tremosa, como el presidente catalán y máximo dirigente de su coalición, condiciona la cuestión únicamente al resultado que salga de las urnas.