Las agencias de rating ya han están tomado posiciones, aunque de momento no se han mostrado demasiado beligerantes con el Gobierno. Fitch ha sido la más agresiva, alertando de que si no se llega a un acuerdo satisfactorio en el plazo más breve posible, el impacto sobre la economía de los Estados Unidos sería importante. Lo cual implicaría un aumento del riesgo país y por ende una rebaja del rating de su deuda.
Moody’s, por el momento, da al Gobierno el beneficio de la duda. La agencia ha anunciado que se mantendrá vigilante sobre el proceso de negociación y las implicaciones económicas que pudieran tener las medidas acordadas para solucionar el problema. En su caso, la agencia entiende que no es prudente tomar decisiones sobre el rating del país de manera precipitada cuando aún no se han iniciado las negociaciones.
Standard & Poor's, por su parte, se ha posicionado a medio camino entre las dos agencias. Por un lado ha expresado su preocupación porque los políticos de ambos bandos no sean capaces de llegar a un acuerdo satisfactorio, cifrando en un 15% de probabilidad el que no lleguen a un acuerdo a tiempo. Por otro, piensa que es demasiado pronto para mover ficha ya que el Gobierno acaba de ser elegido y que el proceso de negociación ni siquiera se ha iniciado.