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Depauperada por dos años de crisis política constante, la libra egipcia está hoy en profundidades sin precedentes, para mayor tribulación de las autoridades.
La tasa contra el dólar amaneció en 6,71, lo que representa un descenso próximo al nueve por ciento en las últimas semanas, a pesar de medidas restrictivas para la extracción del país de divisas fuertes y la reticencia gubernamental a decretar una reevaluación.
Al presente, las arcas del Banco Central guardan 13 mil 600 millones de dólares, mil 400 millones por debajo del patrón crítico de 15 mil millones imprescindibles para afrontar las importaciones de tres meses, según reportes oficiales.
De su lado, el Banco Central ha optado por realizar subastas semanales de dólares las cuales han devenido el termómetro del grado de confianza de los operadores en la libra, sin acudir a un decreto de devaluación que tendría un impacto político indeseable.
La reticencia del Fondo Monetario Internacional a concluir el acuerdo para un príéstamo de cuatro mil 800 millones solicitado desde el año pasado para equilibrar el presupuesto y el descenso a B2 en la categorización de Moodyss, han hecho un flaco favor al mercado cambiario, ya que han contribuido a incrementar la desconfianza en la moneda local.
El culmen de los males es el enfrentamiento entre el presidente Mohamed Morsi y sus opositores, abroquelados en sus encontradas posturas sin que haya noción del cómo, cuándo y sobre quíé bases podrían alcanzar un entendimiento que cure al país de su actual parálisis.