Abertis ha avanzado las negociaciones para hacerse con el poder absoluto en Hispasat, pero el grupo filial de la Caixa ha tropezado con la necesidad de Hacienda por buscar ingresos fiscales debajo de las piedras. Cristóbal Montoro es más duro que el pedernal y considera que la participación del Estado en el operador español de comunicaciones por satíélite otorga a su eventual comprador la mayoría accionarial. En consecuencia, el ministro exige a Abertis una prima de control que compense el carácter estratíégico de las acciones en venta.
El capital de Hispasat está repartido actualmente entre Abertis, con un 40,6% y la multinacional de satíélites francesa Eutelsat, con un 33,7%. Junto a los dos socios de referencia participan tambiíén en el capital otras instituciones del Estado como el Instituto Nacional de Tíécnicas Aerospaciales (INTA), dependiente del Ministerio de Defensa, con un 16,4%; la SEPI, con un 7,4% y el CDTI, con otro 1,9%. En total, un 25,7% que hace las delicias de Abertis y despierta la voracidad recaudadora del ministro de Hacienda.
La compañía de infraestructuras que dirige Francisco Reyníés acaba de materializar un exquisito negocio con la adquisición de la participación que hasta hace un mes poseía Telefónica en la empresa española de satíélites. La operadora presidida por Cíésar Alierta se desprendió de su 13,2% en una venta en la que Eutelsat hizo valer tambiíén su derecho de tanteo. Las opciones preferentes del socio galo representan una condición muy a tener en cuenta de cara a próximos movimientos accionariales porque la Caixa quiere dar un golpe definitivo asegurando un dominio patrimonial que permita consolidar las cuentas de Hispasat por integración global dentro de los estados financieros de Abertis.
Hispasat incorpora una cifra de ingresos de 200 millones de euros, con un margen de ebitda del 80%, lo que hace de la compañía una de las últimas joyas de la corona que todavía permanecen, aunque sea parcialmente, bajo la tutela del Estado. Montoro y sus colaboradores de la SEPI son plenamente conscientes del valor que tiene su pequeño diamante y quieren maximizar el precio mejorando la oferta sobre el nivel de referencia marcado en la reciente venta de la participación de Telefónica.
Precio superior en un 40% al pagado hace un mes a Telefónica
El acuerdo alcanzado con Alierta se realizó sobre una valoración total de Hispasat de 940 millones de euros, equivalente a seis veces el ebitda registrado por la compañía en 2011, que fue de 154 millones. Aunque es verdad que Telefónica obtuvo una plusvalía de casi 50 millones con la venta, no es menos cierto que dicho múltiplo está bastante por debajo de los márgenes que operan en el mercado de las comunicaciones por satíélite. Para botón de muestra, baste con observar el precio de cotización de la propia Eutelsalt en la Bolsa de París, que supone actualmente más de ocho veces el ebitda.
Con estos parámetros y teniendo en cuenta la evolución al alza de Hispasat, el precio objetivo que se maneja en la SEPI a efectos de una eventual venta sitúa la valoración total de la compañía que preside Elena Pisonero en cerca de 1.300 millones de euros, cifra resultante de multiplicar por ocho el ebitda de 161 millones de euros alcanzado por Hispasat en 2012. En definitiva, y para empezar a hablar, un 40% más en números redondos sobre el marco fijado en la venta del 13,2% de Telefónica.
Abertis tendrá que rascarse el bolsillo o esperar que a Montoro se le ablande su apetito fiscal, algo que no parece sencillo dada la hambruna que caracteriza a la Hacienda Pública. El principal accionista de Hispasat necesita un 11% para alcanzar la mayoría de capital, pero eso obliga a negociar la compra de hasta un 20%, con el fin de asegurar los mencionados derechos de compra que tiene Eutelsat. La SEPI podría así quedarse con un 5% de participación simbólica como garante del Estado en una empresa que nació con todo el boato de los grandes programas de inversión pública a principios de los años 90. La operación está perfectamente diseñada y lista para envolver con papel y lazo, pero Montoro lo tiene claro y no está dispuesto a hacer ningún regalo.