Pescanova se ha convertido en la pieza más codiciada para los inversores amantes del riesgo. Los bruscos movimientos tanto de sus acciones como de sus bonos convertibles se han convertido en una fuente de rentabilidad para los traders más avezados… y con un pulso más frío.
Ayer, y por segunda vez en las dos últimas semanas, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) suspendió de cotización los títulos de Pescanova. En ese instante, y hasta nueva orden que levante la suspensión, quedaron congelados en los 5,91 euros, el precio más bajo desde el año 2000, y con una caída diaria del 19,3%. Se trató de la sexta variación de doble dígito en las siete últimas jornadas.
En esta ocasión, las ventas masivas encontraron origen en dos motivos. Por un lado, las sospechas que envuelven a su verdadera situación contable; y por otro, el comunicado enviado por la propia CNMV en relación a la apertura de una "investigación para determinar la existencia de posibles indicios de comportamientos de abuso de mercado". Para los inversores, más ruido para agitar la cotización, el contexto perfecto para operar en medio de las sacudidas intradía al calor de la incertidumbre. Así lo evidencia la contratación: pese a que el valor fue suspendido a las 13:27 h, a los inversores les dio tiempo a mover 4.036 millones de títulos, cuando su media diaria se limita a 739.389 acciones.
Al mismo tiempo, esa caída sonó a música celestial en los oídos de los crecientes inversores bajistas que han tomado posiciones en la empresa de alimentación. Según los datos recogidos por la CNMV, el pasado viernes los cortos poseían ya el 0,77% del capital de Pescanova, cuando dos semanas antes solo eran titulares del 0,24%. Además, su presencia no era tan alta desde febrero de 2012.
Tambiíén en los bonos
Pero el frenesí no sólo se ha apoderado de las acciones. Tambiíén alcanza a los bonos convertibles de la compañía, que cuenta con tres remesas distintas: los emitidos en 2010 con fecha de conversión en 2015, los lanzados en 2011 con fecha de conversión en 2017 y los colocados en 2012 con convertibilidad en 2019.
Fuentes del mercado admiten que la actividad en estos valores se ha multiplicado desde que Pescanova presentó el preconcurso de acreedores el pasado 1 de marzo. Incluso admiten que se han convertido en el "mayor divertimento" para los traders, que tratan de pescar las suculentas ganancias que pueden ofrecer las revueltas aguas financieras de Pescanova.
Los más nerviosos son los bonos con conversión en 2015. El 4 de marzo su precio se desplomó un 60%, de 105 a 42,2. En las tres jornadas siguientes subieron consecutivamente un 34,6%, un 30,2% y un 10,7%. Tras una tregua el 8 de marzo -sólo cayeron un 0,6%-, este lunes descendieron de nuevo un 8,8%, hasta 74,2. "Son movimientos impropios de este mercado. Hay mucho que ganar en estos movimientos, pero tambiíén mucho que perder", reconoce un experto de renta fija de una entidad española.
Los vaivenes son igualmente abultados en las restantes referencias, según los datos de la agencia financiera Bloomberg. El precio de los bonos convertibles en 2017 se hundió un 30% el 7 de marzo, para recuperar luego un 10,3% el 11 de marzo. Por su parte, el precio de los bonos con conversión en 2019 ha caído de 111 a 79 desde el 28 de febrero