"En el fondo, fondo, fondo, el mensaje de la economía del bien común (EBC) es de una lógica aplastante: un acto económico ha de estructurarse de tal modo que beneficie a la mayor cantidad de población posible, dineraria y conceptualmente; con una proyección de futuro y, desde una perspectiva micro y macroeconómica. ¿Alguien puede estar en contra de algo así?". Con esta pregunta comienza el economista Santiago Niño Becerra uno de sus últimos artículos en la Carta de la Bolsa.
A lo que sigue otra acompañada de una afirmación: ¿no resulta extraño que algo tan puro y evidente sea ahora cuando haya saltado a la palestra y no haya sido el leitmotiv de nuestro proceder económico y social desde siempre?
Tras repasar sus diferentes vertientes, Niño Becerra llega a una conclusión: "la EBC es parte de la justificación filosófica de hacia dónde nos dirigimos. Un escenario orientado mucho hacia la supervivencia, con carencias inimaginables hace cinco años, con licencias impensables hace cuatro (al menos en ciertas zonas) y con expectativas muy limitadas".
Hasta ahora, explica Becerra, lo necesario era "ser más, ir a más, llegar más lejos" utilizando todos los medios al alcance. Pero con la EBC eso no sucede. Se llegará hasta donde se pueda llegar en base a las circunstancias, en función de los demás, y tomando criterios de ámbito general, no particular, puntualiza el economista.
Además de sus vertientes social, ecológica, colectiva, empática, etc, la economía del bien común tiene otra de la que se habla poco, casi ni se menciona: "su abandono de la idea de que el individuo es importante per se y la adopción de que el valor del individuo se halla en función de su interrelación con otros; justo lo opuesto de lo que hasta ahora se nos ha estado diciendo".
Con la EBC cambia el mensaje: has de tener lo conveniente, lo que te puedas permitir, pero siempre que no afecte negativamente al conjunto.
Conformismo, la base
"Pienso que la EBC lleva en sus cromosomas un principio muy claro del que no se dice nada porque es feo, sobre todo lo es en base a lo que hasta ahora y como hasta ahora se ha vivido: el conformismo". Se ha de actuar, consumir, invertir, comerciar... para que lo que cada uno haga sea positivo para el conjunto porque va a ser absolutamente imposible que se haga de otra manera. Un conformismo "que no es ni bueno ni malo, es lo que ahora debe ser".
¿El motivo? Los recursos son escasos, y no se van a tener medios más que para hacer aquello que sea imprescindible. "¿Suena a imposición?" Quíé va, señala Becerra. "Se trata tan sólo de reajustes".
"O sea, que, pienso, vamos a oír mucho sobre la economía del bien común. Puede que no con ese nombre, aunque su trasfondo será el mismo: deja de soñar, de pensar y de pedir aquello porque no será; ahora has de tener claro que solo eres importante en base a, y por, los demás. O sea que confórmate porque aquello que viviste ya es imposible".