Eran otros tiempos, aunque hayan pasado menos de 10 años. Ocurrió en A Coruña. Al poco de que Amancio Ortega comprara el emblemático Cine Avenida, se produjo un pulso particular entre La Caixa y Caixa Galicia. La entidad catalana quería abrir su principal oficina coruñesa en los bajos del edificio adquirido por el dueño de Inditex. Era un lugar estratíégico, en el Cantón Grande, en un inmueble histórico y haciendo pared con la sede de la obra social de Caixa Galicia. Era una pica de la entidad catalana en territorio dominado por las cajas locales. Lo que nadie se imaginaba es que el entonces presidente de la caja coruñesa, Jose Luis Míéndez, comprara el edificio entero para bloquear la operación.
Isidre Fainíé, el presidente de La Caixa, quiere hacerse con NCG Banco (Novagalicia) como sea. Si es preciso, se hará pasar por gallego. La entidad representa la última oportunidad para que La Caixa ocupe el penúltimo territorio de la Península que se le resiste. Dentro de la larga conversación que mantuvo con Luis de Guindos, ministro de Economía, el lunes en la cena de la AED, a buen seguro que se trató la subasta actualmente en marcha. El financiero catalán está muy molesto con lo que todo el mundo califica de "operación política" para darle la entidad gallega al consorcio de fondos capitaneados por Guggenheim y ha lanzado un contraataque contundente para dar la vuelta a la tortilla. La Caixa ha centrado su ofensiva en la gran ventaja de su competidor: que mantendrá la "galleguidad" y la independencia del banco, según fuentes conocedoras de la situación.
La entidad catalana ya cuenta con la ventaja de ser un banco frente a un fondo. El Banco de España considera que esa opción sería la solución definitiva para NCG, mientras que la del fondo es temporal, ya que íéste querrá vender a un tercer al cabo de un tiempo para así rentabilizar su inversión. Por eso ha impuesto unos requisitos a Guggenheim -pujar por el 100% y período de permanencia mínimo de cinco años- que íéste ha tenido que aceptar; es más, ha ido más lejos y pretende no pedir EPA (esquema de protección de activos, garantía contra píérdidas futuras), a diferencia de lo que pretendían hacer los bancos.
Con esta aceptación, la oferta norteamericana se convierte en casi imbatible, puesto que el beneplácito del Banco de España se suma a la clara inclinación por ella del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. í‰ste promertió en su campaña electoral mantener la "galleguidad e independencia" de la fusión de cajas que íél mismo impulsó y que acabó con la nacionalización. Así que no tiene ningún deseo de presentarse a la reelección incumpliendo esta promesa, máxime despuíés de los 9.000 millones de dinero público inyectados y los escándalos de las indemnizaciones de sus antiguos gestores y de las preferentes. De ahí que haya apoyado los sucesivos intentos de su presidente, Josíé María Castellano, de encontrar inversores privados que quisieran tomar el control de la entidad y mantenerla independiente con el equipo actual al frente.
Y ahí es donde Fainíé quiere contraatacar prometiendo lo mismo que ofrecen los fondos. El veterano banquero ha desplegado todas sus artes negociadoras, dentro y fuera de la política, para que NovaGalicia quede en sus redes. Más allá de los números, en los que trabaja la infantería de Juan María Nin, ha tendido puentes con Feijóo para ofrecer las garantías de galleguismo que sean necesarias, ya sea preservando el nombre, manteniendo una sede corporativa regional o defendiendo una cuenta de resultados propia. Fainíé pretende que estos ofrecimientos sirvan al presidente de la Xunta para cargarse de argumentos de cara a la opinión publica gallega, de manera que la adquisición de La Caixa no pueda suponerle un coste electoral. Incluso el obstáculo que representaría la traición política a Josíé María Castellano y Cíésar González Bueno podría reconducirse.
Guindos, el último obstáculo
Si consigue convencer a Feijóo de que ofrece las mismas garantías de galleguidad que Guggenheim, Fainíé sólo tendrá que superar un último escollo: Guindos. Paradójicamente, el ministro era el defensor de la banca y representaba el bando opuesto a Feijóo en este partido ante el árbitro del mismo, que no es otro que Mariano Rajoy. Pero Guindos se ha pasado al 'enemigo' a raíz de operaciones como la venta de EVO Banco (a la sazón filial de NCG) a otro fondo, Apollo, por 60 millones, y la ampliación de Sabadell para dar entrada a dos importantes inversores latinoamericanos. Estas operaciones se perciben como muestras de que ha vuelto el interíés internacional por invertir en España, y hay que aprovechar la ocasión tras tantos años de sequía. La venta de NCG a extranjeros, la primera de una entidad relevante nacionalizada, sería un "espaldarazo inmejorable" para la recuperación económica y el proceso de saneamiento de la banca española, según han dicho públicamente tanto el ministro como el director general del FROB, Antonio Carrascosa.
De ahí que el presidente de La Caixa estíé intentando convencer al ministro de que las ventajas de su oferta superan la buena imagen que daría Guggenheim. Su argumento es que la puja catalana aúna lo mejor de los dos mundos: garantiza la galleguidad e independencia igual que la de los fondos, y a la vez supone una solución definitiva que garantiza que, a la vuelta de unos años, el FROB no se va a encontrar otra vez con la patrata caliente de una NCG que podría necesitar todavía más dinero público. Y de paso, se refuerza la imbricación de La Caixa en España ante las veleidades independentistas.
¿Por quíé tiene tanto interíés La Caixa en NCG?
Fainíé tienen tanto interíés en este proceso de venta porque Galicia es uno de los grandes agujeros negros de la entidad líder en España por cuota de mercado. En esa comunidad sólo tiene un 6,2% frente al 14,6% que tiene en el conjunto del país; sólo tiene menos cuota en Asturias, el 5,4%, mientras que supera el 30% en Cataluña y Navarra, y se acerca en Canarias.
Fainíé es consciente de las dificultades para crecer abriendo oficinas en un momento en que el sector tiene que seguir cerrando. Y del fuerte apego que mantiene la población gallega a sus cajas pese a las preferentes y demás escándalos. Aparte de que las otras vías de entrada en la comunidad -el Pastor y el banco Gallego- han ido a parar a Popular y Sabadell, respectivamente. Por eso, la última gran oportunidad que tiene de ganar una cuota relevante en la región es la subasta NCG. Y no está dispuesto a dejarla pasar, cueste lo que cueste.
Según las fuentes consultadas, las entidades interesadas se reunirán a finales de la semana con BNP Paribas, el banco agente de la venta, para comunicarle sus impresiones de la primera fase del examen de NCG -acceso al data room virtual (lo que se denomina vendor due diligence y data tape)- y su intención de seguir adelante o no en la carrera. Fuentes cercanas al banco francíés aseguran que continuarán los tres grandes bancos -Santander, BBVA y Caixa- aparte de Guggenheim, y que se caerán Popular, que se ha apuntado sólo para concer las tripas de su rival en Galicia, y Unicaja, cuya presencia es heredada de los tiempos en que se nacionalizó Novagalicia.