El fin de año de FCC promete más que fiestas. En la empresa aseguran no tener presión con los plazos, pero el consejero delegado Bíéjar quiere tener ventiladas las desinversiones en Logística, la filial de mobiliario urbano Cemusa y del 51% de FCC Energía antes de comerse las uvas. Y deja para 2014, el traspaso de la participación en Realia, Globalvía y de las filiales estadounidenses Hydrocarbon Recovery Services e Internacional Petroleum Corp. of Delawere, estas últimas adquiridas en marzo de 2008 y sobre las que pesa un críédito cercano a los 200 millones de dólares.
FCC quiere ser una empresa de servicios urbanos e infraestructuras, con mucho peso en el prometedor negocio mundial del agua. Una firma más preocupada por la gestión de riesgos y costes que por el volumen; con un perfil mucho más conservador que el que presentaba en la íépoca de las vacas gordas. Punto y final.
“Aquí solo aguantarán las empresas que sepan adaptarseâ€, dijo la presidenta Esther Alcocer cuando en mayo llevó el plan estratíégico del ajuste a la junta de accionistas. Era todo un reconocimiento público de que FCC, como otras del sector, había corrido hasta perder el control.
í‰xitos como la captación de Bill Gates como accionista (6%) y la adjudicación del multimillonario proyecto de tres líneas de metro en Riad (6.070 millones), no van a hacer que se relaje la tensión. De hecho, la compañía mantendrá los escenarios macroeconómicos que marcaron a primeros de año el diseño de su plan estratíégico 2013-2015. La supuesta mejora de la economía podría ayudar, por tanto, a superar las previsiones de una empresa que quiere reconquistar la estabilidad en la segunda parte de 2014 tras perder 1.028 millones en 2012 y acumular 675 millones de nuevas píérdidas hasta septiembre de 2013.
Pero esta carrera hacia el equilibrio no está exenta de obstáculos. Además del derrumbe de la obra pública, que lastra a FCC Construcción y Cementos Portland, y con la práctica desaparición del mercado inmobiliario, que afecta a Realia, y la falta de tráfico en las autopistas de peaje, negocio que FCC atiende a travíés de Globalvía, a la compañía se le ha quebrado este año la austriaca Alpine y le ha sobrevenido la reforma energíética. Esta ha paralizado la venta de la filial de renovables, obligando a un ajuste de 225 millones en el valor de los activos y generando píérdidas netas hasta septiembre por 162 millones. Al margen de este problema, el grupo ultima una refinanciación de 5.000 millones de deuda.
Este 2013, sin duda, pasará a la historia de esta empresa centenaria como el año decisivo de la reconversión en busca de evitar una debacle que habría sido una de las imágenes más relevantes de la crisis española. Por el camino quedan centenares de trabajadores afectados por los distintos expedientes de regulación de empleo, especialmente en el área de construcción, donde FCC esperaba una caída de 800 millones (42%) en la producción local a lo largo del ejercicio que ahora concluye. El grupo tambiíén ha pasado por un profundo proceso de reestructuración en su cúpula directiva.
Claves a corto plazo
Juan Bíéjar y su equipo esperan la bendición de las autoridades de la competencia para ceder su negocio de mobiliario urbano (Cemusa) a JCDecaux; tiene un inversor nacional interesado en la toma de control de FCC Energía y está encarrilando la desinversión en Logística. La deuda que pende de esos negocios ha sido ya desconsolidada, pero buena parte del capital obtenido irá a amortizar pasivo. El objetivo de endeudamiento neto para final de 2013 está por debajo de los 6.000 millones sin tener en cuenta estas operaciones (la cifra es de 6.577 millones al cierre de septiembre).
La refinanciación es el otro gran hito a corto plazo. La dirección financiera que lidera Víctor Pastor tiene desde hace semanas un acuerdo con sus seis mayores acreedores para la renovación de críéditos por 5.000 millones de euros, que vencen entre estos días y a lo largo de 2014, para despejarlos hasta finales de 2017. Tras ganarse el visto bueno de BBVA, Santander, Bankia, La Caixa, Popular y Sabadell, Pastor trata de convencer al resto para evitar la aplicación de la homologación y, con ella, arrastrar a todas las entidades a una refinanciación forzosa.
Como gesto a los bancos sirvió en octubre la venta del 6% en autocartera a Bill Gates por 113 millones. Una cantidad que, según la dirección, ha ido directa a fortalecer los fondos propios de la compañía. El otro paso esperado es el de cierta dilución de la accionista de control, Esther Koplowitz, ya sea vendiendo acciones o dando entrada a inversores en su sociedad, B-1998.