La petrolera estatal mexicana ha tirado finalmente la toalla y ha decidido salir del capital de Repsol al que llegó en el mismo instante de su fundación en 1987. Y lo hace en vísperas del primer viaje oficial a España del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que se inicia este mismo fin de semana, y tres días antes del pago del dividendo extraordinario (1.324 millones de euros) que Repsol desembolse parte del dinero obtenido por la compensación que ha recibido del Gobierno argentino por YPF.
Según un hecho relevante remitido el martes a cierre del mercado a la CNMV, Pemex había optado por vender un 7,86% del 9,4% que tiene en el capital de Repsol a travíés de una colocación acelerada encargada a Citigroup y Deutsche Bank, que lo habían adquirido previamente con un descuento del 3,5%. Fuentes empresariales daban por hecho que estas entidades lo colocarían todo entre fondos de inversión, según las previsiones, “en menos de 24 horasâ€. Las acciones de Repsol cerraron ayer en 20,86 euros, por lo que el 7,86% (en total, 104.057.057 acciones) sin el citado descuento se valoraban en 2.170 millones de euros.
Respecto a la participación residual del 1,44%%, según distintas fuentes, se encuentra en productos derivados, por lo que se considera tíécnicamente vendida. Además de los ingresos que le reporte la operación y de las plusvalías, la petrolera mexicana se llevará el dividendo extraordinario de un euro bruto por acción (104 millones de euros por las acciones vendidas), al que tienen derecho las acciones registradas hasta ayer, 3 de junio (el día D-3).
Pemex tuvo históricamente un 5% de Repsol hasta agosto de 2011 en que, tras firmar una alianza con el entonces primer accionista de la petrolera española, Sacyr, con la intención de controlar su gestión, adquirió casi otro 5%.
Aquel fue el inicio de un conflicto que termina ahora “con el enfado mayúsculo de los mexicanosâ€, según fuentes del sector, que forzaron el año pasado un acuerdo con el Gobierno argentino sobre YPF. Si bien, estas mismas fuentes aseguran que el staf de Repsol, con Antonio Brufau a la cabeza, conocían la operación desde hace tiempo y, de hecho, ante la posibilidad de que Pemex vendiera su paquete a uno o dos accionistas, Repsol había advertido en privado que el inversor que quisiera entrar debía hacerlo con la aquiescencia de su equipo directivo. Y habría buscado a algún “grupo amigoâ€, curiosamente en Míéxico.
El último intento de controlar, en todo o en parte, la gestión de Repsol, acabó con el blindaje aprobado por la junta de la petrolera española para evitar una posible segregación de los negocios, tal como habrían planteado en algún momento los mexicanos. Despuíés de esa junta, su propio Gobierno adelantó que una salida del capital de Repsol “no era una mala idea†a la vista del bloqueo en el que se encontraban en la compañía española. Además, el dinero obtenido le permitiría destinarlo a otros fines.
Tal como se venía rumoreando, la visita de Peña Nieto despejaría la incógnita sobre el futuro de Pemex en Repsol. Y lo ha hecho, aunque se desconoce a quíé precio político.
La alegría del equipo directivo
l equipo directivo de Repsol no disimulaba ayer su satisfacción por la noticia de la salida del socio mexicano, cuyos intentos de control venían temiendo desde el año 2011 en que Sacyr y Pemex firmaron un pacto de sindicación de acciones. La operación terminó con la destitución de Luis del Rivero, que fue relevado en la presidencia de la constructora por Manuel Manrique en un movimiento muy criticado en su día. Ese pacto murió y dio paso a otro entre los mexicanos y Repsol a los que se advirtió que serían expulsados del consejo “en caso de agresión†alegando incompatibilidad por tratarse de competidores.
Pero las maniobras de los mexicanos se volvieron a activar el año pasado aprovechando el conflicto de Repsol con Argentina por la exporpiación de YPF y la reforma energíética mexicana. Para ello, Pemex recurrió a colaboradores españoles e, incluso, contactó con un grupo ruso para que adquiriese la participación de Sacyr, aún díébil financieramente. Pero los blindajes aprobados en la junta y la decisión de Brufau de nombrar a un consejero delegado de su entera confianza, Josu Jon Imaz, con el que se reparte su anterior retribución, cerraba todas las puertas a Pemex, que había confiado en el Gobierno de Mariano Rajoy para desbancar a Brufau.
Pemex era el segundo accionista de Repsol, solo por detrás de CaixaBank (11,83%), y por delante de Sacyr (9,23%), del fondo soberano de Singapur, Temasek (6,26%) y el estadounidense Blackrock (3%). Fuentes empresariales aseguran que, dada la debilidad de Sacyr (cuya salida tampoco se descarta) y la única presencia de fondos, el Ejecutivo español no vería con buenos ojos que Caixabank vendiera tambiíén su participación en la petrolera