Por... Juan Carlos Hidalgo
El presidente Obama asistirá a su última Cumbre de las Amíéricas este fin de semana en Panamá. Atrás quedaron los días en que su carisma y retórica contenían los sentimientos anti-estadounidenses que suelen prevalecer en estos encuentros. En su lugar, Obama se encontrará con una audiencia hostil que le reprochará el endurecimiento de su política hacia Venezuela. Pero el presidente parece tener un astuto plan para hacer frente a las críticas e involucrar a otros países de la región:
Resaltar la hipocresía de Cuba
La ausencia de Cuba en la Cumbre de las Amíéricas ha sido un tema delicado entre EE.UU. y el resto de Amíérica Latina. Hasta ahora, Cuba no había sido invitada porque Washington amenazaba con boicotear una cumbre donde el ríégimen comunista estuviera presente. A medida que creció la influencia de los gobiernos de izquierda en la región, la “cuestión cubana†se convirtió en un tema mas importante para las relaciones entre EE.UU. y Latinoamíérica.
La administración Obama no sólo ha aceptado la participación de Cuba en la Cumbre, sino que incluso ha involucrado a la Habana proponiendo la apertura de embajadas en ambos países y el levantamiento de las sanciones económicas. Obama ha señalado con razón que, en lugar de aislar al ríégimen de Castro, la política de Washington hacia Cuba estaba aislando a EE.UU. del resto de la región.
Curiosamente, Cuba parece tener sentimientos encontrados con la idea de tener una relación normal con EE.UU. Elizardo Sánchez Santa Cruz, un destacado disidente en Cuba, resumió acertadamente la estrategia de La Habana hace muchos años: "[Castro] quiere seguir exagerando la imagen del enemigo externo que ha sido vital para el Gobierno de Cuba durante díécadas, un enemigo externo que puede ser culpado por el fracaso del modelo totalitario implantado aquí".
No es de extrañar entonces que Cuba estíé desacelerando las negociaciones con EE.UU. En enero, Raúl Castro dio un discurso en el que dio una lista de condiciones poco realistas para restaurar los lazos con Washington: devolver Guantánamo a Cuba, compensar al ríégimen por 50 años de sanciones, terminar el apoyo a los disidentes en la isla, y abolir la política de "pie mojado, pie seco" con respecto de los refugiados cubanos, entre otros puntos. Sonaba como si el dictador cubano estaba buscando excusas para mantener distancia de EE.UU.
Al involucrar a Cuba, Obama está desenmascarando la hipocresía del ríégimen de los Castro.
Socavar el apoyo a Venezuela en el Caribe
El presidente Obama está de visita en Jamaica en su camino a Panamá para encontrarse con los 15 jefes de gobierno de la Comunidad del Caribe (Caricom). Durante la última díécada, la mayoría de estos países se han beneficiado ampliamente de los envíos de petróleo subvencionado por parte de Venezuela en el marco del acuerdo de Petrocaribe. A cambio, estos gobiernos han constituido la columna vertebral del apoyo diplomático a Caracas en la Organización de los Estados Americanos y otros foros.
Sin embargo, debido a que la economía de Venezuela está colapsando, sus envíos de petróleo a las naciones del Caribe se han reducido a la mitad desde el año 2012. Esto constituye un grave problema para las naciones del Caricom: más del 90 por ciento de sus necesidades de energía provienen de las importaciones de petróleo. Sólo Trinidad y Tobago es autosuficiente energíéticamente.
La administración Obama ya ha puesto en marcha una Iniciativa Caribeña de Seguridad Energíética destinada a ayudar a las naciones del Caribe en su transición desde la dependencia del petróleo hacia fuentes más limpias de energía. Los detalles aún no están claros. Pero Washington debería utilizar este esquema para acelerar el proceso de aprobación de las exportaciones de las empresas interesadas en exportar gas desde EE.UU. hacia la región. Sin duda, los países del Caribe necesitan mejorar su infraestructura y sus reglamentos para adaptar sus economías al gas natural licuado (GNL) y al gas natural comprimido (GNC). Pero a ellos les conviene hacerlo porque ya pagan uno de los precios de electricidad más altos del mundo, y el grifo venezolano se esta cerrando rápidamente.
Esta es, por supuesto, una estrategia a largo plazo. Pero si juega sus cartas correctamente, Obama puede comenzar a socavar el apoyo diplomático a Venezuela en el Caribe.
Desafiar a otras democracias latinoamericanas
El presidente Obama ha solicitado reuniones con los presidentes de Chile, Costa Rica y Uruguay. Según los rankings de respeto del Estado de Derecho y transparencia, estos son los países mejor administrados de Amíérica Latina. Tambiíén resultan ser gobiernos de centro-izquierda que, lamentablemente, han permanecido prácticamente en silencio con respecto a las violaciones de derechos humanos en Venezuela.
No hay muchos detalles sobre lo que Obama discutirá con estos líderes, pero debería pedirles abiertamente una postura más contundente hacia Caracas. Al permanecer en silencio frente al golpe de estado en cámara lenta de Maduro en Venezuela, estas democracias están tácitamente apoyando la consolidación de una dictadura en ese país. Obama debería transmitir el mensaje fuerte y claro.
Ignorar a los populistas
El presidente Obama se enfrentará a una diatriba circense compuesta por Maduro, Evo Morales de Bolivia, y Daniel Ortega de Nicaragua. Puede ser que sean acompañados por Cristina Fernández de Argentina y Rafael Correa de Ecuador. Obama debería simplemente ignorarlos.
Es poco lo que el presidente Obama puede hacer para ayudar a Amíérica Latina a ayudarse a sí misma. En última instancia, el destino de la región está en sus propias manos. Pero Obama todavía tiene algunas cartas bajo la manga que, jugadas con habilidad, podrían lograr algo bueno para el hemisferio.