Estamos en pleno burbujón tecnológico sin enterarnos
Nos fallan los tiempos. Nos adelantamos años, vendemos la piel antes de cazar el úrsido. Y cuando llega el momento, estamos distraídos en batallitas, en peleas, en las cíclicas crisis financieras. Hace quince años, estalló la burbuja tecnológica que se llevó por delante miles de millones de dólares. La ingenuidad de avances instantáneos. Ahora, cuando esos avances soñados son realidad no hacemos ni puñetero caso.
Viví intensamente la burbuja tecnológica que se creó en el año 2000. Con una ingenuidad infantil, grandes y sesudos inversores, mentes preclaras llegaron a creer que en un año, a lo sumo en dos, el mundo iba a dar una vuelco tecnológico impresionante que iba a revolucionar toda nuestra vida.
Recuerdo que de pequeño veía unos dibujos animados en blanco y negro que hablaban del año 2000 y, por supuesto, estaban pintados en Estados Unidos. Los coches volaban, la gente vivía en las nubes, tenían unos trajes muy bonitos y ajustados con hombreras redondeadas. Pero lo más llamativo era el robot que recogía la mesa y, por supuesto, limpiaba los platos. Comías, apretabas el botón… y listo. Eran el contrapunto a los Picapiedra y me encantaban.
Tambiíén creía yo, como despuíés esos inversores de la burbuja tecnológica, que simplemente por traspasar el umbral del milenio el mundo se iba a convertir en toda esa maravilla de avances: robots familiares, coches voladores… No había que hacer nada, sólo dejar pasar la hoja del calendario.
La ingenuidad de 2000 dejó repartió ruinas y fortunas. Se cuenta solo lo malo como pasa ahora con el tema del ahorro. Sin embargo, mucha gente ganó muchísimo dinero y otra tuvo esa plusvalía latente y lo acabó perdiendo todo.
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