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Autor Tema: Filadelfia le pondrá impuestos a las bebidas azucaradas...  (Leído 72 veces)

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Filadelfia le pondrá impuestos a las bebidas azucaradas...
« en: Junio 22, 2016, 08:54:30 am »
Por...  Jessica Leigh Hester   



Los consumidores tendrán que pagar 2.16 dólares adicionales por un paquete de doce gaseosas.

Dentro de bien pronto, la pausa que refresca saldrá más cara en Filadelfia. Este jueves el concejo de la ciudad aprobó el plan del alcalde Jim Kenney, según el cual se gravará un impuesto de 1.5 centavos por onza en bebidas azucaradas embotelladas o las que salen de dispensadores de gaseosas. Esto incluye gaseosas con azúcar, las de dieta, bebidas energíéticas y tíés helados.

Los consumidores tendrán que pagar 2.16 dólares adicionales por un paquete de doce gaseosas. Esta medida es la más reciente entre docenas de intentos en todos los EE.UU. de limitar o gravar un impuesto sobre el consumo de bebidas llenas de azúcar. La votación final fue de 13 a favor y 4 en contra.


¿Por quíé ahora?


Kenney ha promocionado el impuesto como un vehí­culo para generar $91 millones al año para renovar parques, centros recreativos y bibliotecas, y además expandir los programas pre-kindergarten. Hace poco el Philadelphia Inquirer reportó que aproximadamente un 20% de los fondos generados —unos 81.4 millones de dólares a lo largo de 5 años— se distribuirán a otros programas de gastos, entre ellos prestaciones para empleados.

Los lobbyistas que trabajan para la industria de las gaseosas han tratado de influenciar la votación —y la opinión pública— al argumentar que el impuesto serí­a una carga para los consumidores de bajos ingresos. Los oponentes de la medida tambiíén afirmaron que el impuesto serí­a una carga para los dueños de tiendas y que disuadirá a los bodegueros de abrir tiendas en la ciudad.

Aunque el raciocinio de Kenney está firmemente centrado en la salud fiscal, algunos expertos sostienen que el impuesto tambiíén podrí­a brindar beneficios para la salud pública. En comparación con otras ciudades estadounidenses grandes, Filadelfia tiene í­ndices más altos de los promedios de enfermedades crónicas, entre ellas hipertensión, enfermedad cardiovascular, diabetes y obesidad. Investigaciones recientes de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard calcularon que el impuesto podrí­a ayudar a prevenir unos 2,280 casos nuevos de diabetes al año y tambiíén ayudar a unas 36,000 personas a evitar la obesidad cada año (xabe notar que estas proyecciones estaban basadas en un impuesto de 3 centavos por onza, el cual ha sido reducido a la mitad).



Una breve historia de los impuestos en gaseosas

En 2012 los impuestos en gaseosas fueron aprobados sin problemas en Berkeley pero no en San Francisco. Desde 2008, a lo largo del paí­s docenas de propuestas parecidas han fracasado.

En 2014 el Tribunal de Apelaciones del Estado de Nueva York derogó un plan —propuesto por el alcalde antiguo Michael Bloomberg en 2012— para limitar las ventas de bebidas de tamaño extra grande. El juez escribió que la ciudad se estaba extralimitando y que el plan de prohibir la venta de bebidas de mayor tamaño de 16 onzas “excedió el alcance de su autoridad regulatoria”. La opinión disidente señaló un historial de regulación de asuntos de salud pública (como el suministro del agua y la pintura de plomo) por parte de la ciudad. La Asociación Estadounidense de Bebidas —la cual ha contribuido millones de dólares a campañas en contra de los impuestos— aplaudió la decisión del tribunal y según reportó el New York Times, sugirió que la prohibición hubiera interferido con la “libertad de elección” de los consumidores.

Bloomberg ha apoyado la medida en Filadelfia tanto con palabras como con contribuciones financieras. Además, ambos candidatos demócratas para la presidencia han expresado sus opiniones al respecto. Bernie Sanders criticó la propuesta fuertemente, argumentando que afecta de manera desproporcionada a los consumidores de bajos ingresos. Por su parte, Hillary Clinton respaldó la propuesta y halagó la idea de los programas preescolares universales. Al igual que Kenney, por lo general Clinton evitó una discusión de grandes beneficios para la salud pública.

En la revista Philadelphia, Holly Otterbein argumentó que esta decisión podrí­a ser un evento decisivo para otras ciudades: sugirió que las prohibiciones de gaseosas seguirán el camino de las prohibiciones de fumar, es decir, podrí­an arrancar inicialmente a nivel local antes de repercutir de manera más amplia.

En noviembre se votarán sobre impuestos parecidos en Oakland, California, y Boulder, Colorado.


¿Funcionará este impuesto?

En parte la respuesta depende del objetivo final. Los beneficios potenciales para la salud pública son un poco nebulosos. Aunque un estudio publicado en la revista míédica Pediatrics encontró que las etiquetas de advertencia impidieron compras, otras investigaciones llevadas a cabo a largo plazo han concluido que los consumidores no necesariamente optan por artí­culos más saludables incluso cuando son fácilmente disponibles y presentados en combinación con campañas de educación sobre la nutrición.

Ahora bien, en un artí­culo reciente de opinión publicado en el Philadelphia Inquirer, Barry M. Popkin —economista y profesor de Nutrición en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill— señaló el ejemplo de Míéxico, el cual ha gravado un impuesto en bebidas azucaradas desde 2014. Según escribió Popkin, despuíés de doce meses las ventas de gaseosas entre consumidores de bajos ingresos disminuyeron en un 17%. Y dando un pequeño avance de investigaciones que aún se están revisando, Popkin agregó que el consumo se redujo más dramáticamente entre consumidores que habí­an reportado el consumo inicial más alto.


En el caso de Berkeley, los resultados fueron mixtos. Análisis realizados por la Universidad de Cornell y la Universidad de Iowa encontraron que las empresas de gaseosas y los distribuidores tendí­an a absorber los costos más altos ellos mismos en lugar de pasarlos todos a los consumidores. “Esto es importante porque el propósito del impuesto fue hacer que las bebidas edulcoradas por azúcar salgan más caras con el fin de lograr que los consumidores compraran y bebieran menos de ellas”, dijo en una declaración Jim Crawley, un profesor en la Universidad Cornell y coautor del estudio. Los investigadores no identificaron una relación clara entre el impuesto y las conductas de compra. Sin embargo, desde un punto de vista financiero, las cosas fueron más fáciles de cuantificar: el impuesto generó 1.2 millones de dólares en su primer año.


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