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Autor Tema: El peligroso culto a la macroeconomí­a acadíémica...  (Leído 107 veces)

OCIN

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El peligroso culto a la macroeconomí­a acadíémica...
« en: Octubre 02, 2016, 05:58:33 pm »
Bloomberg


La crisis financiera de 2008 puso a prueba la teorí­a económica tradicional, pero ha tenido poca influencia en el desarrollo de nuevos planteamientos económicos como sucedió en algún momento con la fí­sica.

Paul Romer, economista jefe en el Banco Mundial, ha ofrecido una controvertida explicación sobre el porquíé la estremecedora experiencia de la crisis financiera de 2008 ha tenido poca influencia sobre la macroeconomí­a teórica.

En la práctica, asegura, se ha convertido en una especie de culto en el que la lealtad a ciertas figuras de autoridad importa más que la búsqueda de la verdad.

¿Podrí­a esto ser verdad? Bueno, al menos tiene un precedente en fí­sica.

Víéase el desarrollo temprano de la teorí­a cuántica en los años 30. La historiadora de la ciencia Mara Beller, ya fallecida, describió cómo el fí­sico daníés Niels Bohr llegó a adquirir una autoridad tan excesiva que muchos fí­sicos se apegaban a sus puntos de vista, independientemente de los incomprensibles que resultaran.

Tal y como lo describe Beller, la opacidad de las declaraciones de Bohr eran frecuentemente atribuidas por los perplejos fí­sicos a “una profundidad y sutileza que los simples mortales no son capaces de entender”.

Hay una aníécdota que describe a la perfección este fenómeno. El joven pero experto fí­sico Carl von Weizsí¤cker, despuíés de varias discusiones con Bohr, se sintió desconcertado por lo que Bohr habí­a dicho.

“¿Quíé ha querido decir?”, se preguntó. “¿Quíé es lo que debo comprender para ser capaz de discernir lo que querí­a decir y si estaba en lo cierto? Me torturíé durante paseos en solitario sin fin”.

Su suposición era que, sin importar lo confuso y contradictorio que le habí­a parecido lo que habí­a oí­do, debí­a de ser algo sensato y profundo porque Bohr lo habí­a dicho.

Se trata de un fenómeno humano. La buena práctica cientí­fica es decididamente subversiva, pero las personas tenemos debilidad por las figuras de autoridad y actualmente muchos jóvenes economistas observan el trabajo de sus superiores y se preguntan: “¿Cómo debo pensar para que esto tenga sentido para mí­?”

La fí­sica cuántica no se recuperó de una forma rápida ni sencilla. Requirió de los esfuerzos de personas valientes a la que no les importó ser impopulares.

Una figura clave, el fí­sico irlandíés John Bell, trabajó durante díécadas como fí­sico en el Centro Europeo de Investigación Nuclear mientras llevaba a cabo su verdadero trabajo -sobre los fundamentos de la teorí­a cuántica- a media jornada.

Publicaba en periódicos poco conocidos porque la mayorí­a de los fí­sicos, aún bajo el hechizo de la autoridad de Bohr, descartaban como risibles los temas que Bell estudiaba. La autoridad de Bohr habí­a provocado que los fí­sicos hicieran a un lado preguntas cruciales sobre los propios fundamentos de su campo.

Pero, al final, se demostró que Bell tení­a razón. El hechizo se rompió en algún momento cerca de 1990, y volvió a estar bien visto trabajar en problemas fundamentales, como si la teorí­a cuántica proporciona una descripción coherente del mundo subatómico y del más familiar mundo a gran escala que nos rodea.

Incluso, los fí­sicos empezaron a conseguir trabajos de verdad haciendo esto, y gran parte de la investigación realizada desde entonces se ha centrado en temas que antes eran considerados tabú.

Una diferencia entre lo ocurrido entre la fí­sica y la economí­a: la fí­sica tuvo la suerte de que durante el estancamiento teórico no se entorpeció el progreso al aplicar la teorí­a cuántica a la práctica, que acabarí­a dando lugar a la invención de los aparatos electrónicos modernos, el láser y una larga lista de aplicaciones tecnológicas.

Por el contrario, el avance de la teorí­a macroeconómica podrí­a beneficiarnos a todos, ya que se supone, es una de las materias económicas más prácticas y útiles.

¿Quíé va a pasar con la macroeconomí­a?


Los crí­ticos como Romer son ahora más numerosos y expresivos, y la vieja guardia se pone cada vez más a la defensiva. Los consumidores de trabajos de investigación pueden ayudar, demandando trabajos realizados sobre suposiciones más realistas, desarrolladas de acuerdo a los estándares cientí­ficos y con mayor relevancia práctica.

Si los organismos que financian la investigación y los bancos centrales dejasen de apoyar la creación de modelos llenos de suposiciones poco realistas (lo que Romer denomina “economí­a post real”) esta disciplina podrí­a comenzar a sanearse.

Es un buen momento para actuar. Tal y como ha señalado el economista Barkley Rosser, de la universidad George Mason, un efecto positivo de la crisis financiera ha sido un florecimiento de los esfuerzos para desarrollar alternativas útiles a los modelos macroeconómicos dominantes, como los llamados enfoques basados en agentes que usan simulaciones por computadora para crear modelos flexibles y detallados de mercados financieros, redes bancarias y economí­as enteras.

El Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales de Reino Unido ha anunciado un nuevo programa de financiamiento dirigido directamente a este tipo de trabajos.

Otros grandes financiadores de la investigación macroeconómica, en particular en Estados Unidos, necesitan seguir el ejemplo, para que el culto autoritario de la economí­a post real no cause un daño mayor.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...