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Autor Tema: Las startups tecnológicas, la nueva jugada de las estrellas de la NBA...  (Leído 245 veces)

OCIN

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Por...  Ira Boudway



Andre Iguodala y Rudy Cline-Thomas se convirtieron en parte de la vanguardia de los jugadores de la NBA y otros deportistas que realizan incursiones financieras en Silicon Valley.

Hace tres años, en febrero de 2014, el jugador de la NBA, Andre Iguodala, visitó las oficinas de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz en Menlo Park, California. En el transcurso de cuatro horas, el alero de los Warriors de Golden State escuchó las ideas de un puñado de startups en la cartera de Andreessen. Una compartió su plan para revolucionar el negocio de las extensiones de cabello, otra planteó una plataforma móvil para el mercado de ropa de segunda mano y una tercera expuso un negocio de reparación de pantallas telefónicas.

De vuelta en julio de este año, Iguodala nos dedicó una tarde en Park City, Utah. Estaba en la ciudad para la conferencia NextGen Software CEO Summit, organizada por Morgan Stanley. Unas horas antes, frente a unos cien fundadores, capitalistas de riesgo y banqueros tecnológicos, habló sobre el liderazgo (“He aprendido a hablar cuando es necesario, no sólo a hablar por hablar”), las negociaciones cuando no tienes contrato con un equipo (para prepararse leyó el libro de Chris Voss, ‘Never Split the Difference’) y la forma en la que invierte en tecnología. En la cena de esa noche se sentaría en la mesa principal con el director de Adobe Systems Inc., Shantanu Narayen.

“¿En qué invertían todos los deportistas hace 10 o 15 años? En concesionarias de automóviles, franquicias y bienes raíces. No salían de allí”, dice.

Desde que se unió a los Warriors en 2013, Iguodala se convirtió en parte de la vanguardia de jugadores de la NBA y otros deportistas que realizan incursiones financieras en Silicon Valley. Él y su socio, Rudy Cline-Thomas, poseen participaciones de entre 25 mil a 150 mil dólares en unas 25 startups, incluyendo la marca de salud y belleza Walker & Co., el minorista en línea de colchones Casper, la aplicación de finanzas personales NerdWallet, el medio digital The Players’ Tribune, y Mayvenn, el proveedor de extensiones de cabello que conocieron en las oficinas de Andreessen.

Los Warriors, ganadores de dos campeonatos de la NBA en los últimos tres años, son los consentidos de Silicon Valley. En 2010, Joe Lacob (socio de la empresa de capital riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers) y Peter Guber (presidente de Mandalay Entertainment Group), compraron a los Warriors con la ayuda de un grupo de pesos pesados ​​del sector tecnológico, como el cofundador de YouTube, Chad Hurley, el exejecutivo de Facebook, Chamath Palihapitiya y el fundador de Zappos.com, Nick Swinmurn. Para los jugadores, esta situación ofrece un acceso sin precedentes a la élite de Silicon Valley. Esta proximidad es en parte lo que atrajo a Iguodala a los Warriors y la razón por la que decidió quedarse este verano, rechazando ofertas de los Rockets de Houston, los Spurs de San Antonio, los Kings de Sacramento, los Lakers de Los Ángeles y los Sixers de Philadelphia para volver a firmar con el equipo por 48 millones de dólares por tres años. Como se espera que los Warriors dominen la liga durante ese período, Iguodala está decidido a aprovechar su estrella mientras brilla como nunca.

Cline-Thomas es una presencia constante al lado de Iguodala. Los dos se sentaron juntos en las presentaciones de Menlo Park y compartieron el estrado en Park City. Invierten conjuntamente a través de una empresa llamada F9 Strategies LLC, dividiendo la participación en función de la contribución de cada uno. Cline-Thomas es el hombre de confianza de Iguodala en Silicon Valley, se adelanta en busca de oportunidades, hace las presentaciones y organiza las reuniones. No es el agente de Iguodala, pero participa en cada movimiento que el jugador hace, incluyendo las negociaciones con el equipo. “Dirigí el proceso, toda la estrategia. No hay nada que no hagamos juntos”, dice Cline-Thomas.

Su ambición es convertir lo que ha construido con Iguodala en un auténtico puente entre Silicon Valley y los atletas profesionales de los distintos deportes en Estados Unidos. “Les daré a los jugadores el poder de crear asociaciones y tener acceso a las empresas de la próxima generación”, dice, demostrando dominio de la jerga de las startup. En Utah, Iguodala dice: “Este es el siguiente paso para los deportistas. La escena de los patrocinios va a cambiar drásticamente. No es sólo tomar un cheque y ponerle tu cara y nombre a algo”.

Comprar un trozo de una startup tecnológica se está volviendo algo común en la NBA. Al igual que vestir relojes de diseñador, figurar en una canción de hip-hop y aparecer en la portada de GQ, es un símbolo de estatus. “Cuando entré por primera vez en la liga”, dice Iguodala, quien ha jugado en la NBA desde 2004, “solo tenías que tener cierto coche, o tres o cinco, cierta ropa y ciertos zapatos, para dejarle saber a todos que eras un jugador de baloncesto”. Hoy por hoy, necesitan también tener acciones en el gadget más reciente o la última plataforma de medios para demostrar que no son solo jugadores. Kevin Durant, quien se unió a los Warriors en 2016, tiene también una cartera de inversiones en startups, como el servicio de entrega Postmates, la plataforma de microinversión Acorns y el sitio The Players’ Tribune.

Lo que separa a Iguodala y Cline-Thomas del resto, dicen las personas en Silicon Valley que han tratado con ellos, es el tiempo que el dúo dedica a hacer su tarea. “La mayoría de las personas piensan que las celebridades y los deportistas picotean aquí y allá sin profundizar. Como el sector tecnológico es la novedad, quieren participar, es la moda del día”, dice Paul Kwan, jefe de la banca tecnológica de la Costa Oeste para Morgan Stanley. “Pero la gente no sabe cuánto tiempo Rudy y Andre han dedicado a la tecnología, construyendo conexiones, aprendiendo y ganando conocimiento”.

En el vestuario, el interés de Iguodala en las inversiones tecnológicas no ha pasado desapercibido. “Él tiene más experiencia que muchos de nosotros, si tienes dudas, él sabe lo que se debe y no se debe hacer”, dice su compañero Stephen Curry, reconocido en dos temporadas como el jugador más valioso de la NBA. Curry se ha unido a Iguodala para explorar Silicon Valley. El 15 de agosto, ambos organizaron la conferencia Players Technology Summit en San Francisco; Bloomberg LP presentó el evento, que tuvo lugar en sus oficinas. Durante la jornada de paneles, los dos se sientan como alumnos estrella en la primera fila de una sala de alrededor de 90 personas, inversionistas, fundadores, vendedores, miembros de los medios y atletas, entre ellos su excompañero de los Warriors, Harrison Barnes y Nick Young, la más reciente adición al equipo.

Escuchan a la leyenda del fútbol americano Joe Montana y al gran tenista Andre Agassi hablar de la vida después del deporte; a los gestores de fondos Kirsten Green de Forerunner Ventures y Phin Barnes de First Round Capital discutir estrategias de inversión en fase inicial; y las explicaciones de Omar Johnson, exdirector de marketing de Beats by Dre, y el mercadólogo Rohan Oza sobre cuándo tomar acciones y cuándo tomar efectivo. Para cerrar el día, Cline-Thomas toma el estrado para conversar con Troy Carter, promotor de hip-hop, manager e inversionista en tecnología. “Sean dueños, no se limiten a tener un asiento en la mesa”, les aconseja Carter.

Y así lo hace Curry, quien posee una pequeña participación en Pinterest y cofundó en 2015 una startup de marketing llamada Slyce con Bryant Barr, quien jugó baloncesto con él en la Universidad de Davidson. La compañía desarrolla software para ayudar a las marcas a gestionar y medir el impacto de los firmantes de patrocinios en las redes sociales. Barr y Curry tienen las ambiciones típicas de una compañía: crecer de prisa y quizás ser adquiridos. También lo ven como una manera de aprender acerca de Silicon Valley desde adentro. Curry participa en todos los aspectos de la gestión de la empresa. “Está aprendiendo cómo es desde la perspectiva de ventas, desde la perspectiva de desarrollo de producto, desde la perspectiva de recaudación de fondos y la contratación”, dice Barr, el CEO.

Cline-Thomas e Iguodala se conocieron hace 10 años en Filadelfia, cuando Iguodala era el máximo anotador de los Sixers y Cline-Thomas dirigía una compañía de gestión de negocios que servía a un puñado de jugadores menos conocidos de la NFL y la NBA. Para el año siguiente, Cline-Thomas fungía como su consejero informal, persuadió a Iguodala de no comprar un costosísimo condominio en el centro de Filadelfia y le envió artículos sobre el mercado inmobiliario y el ascenso de los gigantes tecnológicos. En 2010 decidieron probar suerte en el mercado de valores. Iguodala abrió una cuenta de ETrade, puso dos millones de dólares y redactó un sencillo contrato con Cline-Thomas, dándole un año para ver lo que podía hacer. Y este no lo defraudó, le hizo ganar dinero invirtiendo exclusivamente en acciones tecnológicas.

Para 2013, Cline-Thomas ya tenía muy claras las posibilidades que ofrecía Silicon Valley e Iguodala acababa de terminar la temporada con los Nuggets de Denver y era un agente libre, un jugador sin contrato con algún equipo. Estaba a punto de firmar con los Mavericks de Dallas cuando Golden State le hizo una oferta de última hora que aceptó. California los llamaba.

Pocos meses después, cuando Jeff Jordan, uno de los socios de la firma de capital riesgo Andreessen Horowitz, recibió una carta de Cline-Thomas pidiendo una reunión con Iguodala, se mostró escéptico. Impulsado por la curiosidad, Jordan acordó reunirse con él e Iguodala para cenar y vio rápidamente que el basquetbolista era sincero y curioso acerca de invertir en empresas tecnológicas. No necesitaba preocuparse de que se presentara sin preparar en las reuniones con las startups. Iguodala intentaba hacer la transición de comprar acciones en empresas cotizadas a la inversión de capital de riesgo.

La primera cosa que debe saber un deportista que llega a Silicon Valley es que las startups son una gran manera de perder dinero. En ese sentido, no son tan diferentes del sello discográfico de un amigo o la inversión en un restaurante. Un puñado de startups, las llamadas unicornios, se vuelven empresas cotizadas con valuaciones de miles de millones de dólares. Algunas son adquiridas por grandes empresas, pero la mayoría desaparecen y dejan a los inversionistas sin nada. “Tiene que ser dinero que estás dispuesto a perder”, dice Jordan. “Incluso en los fondos de capital riesgo con mejores resultados, más de la mitad de las empresas no devuelven ganancias”.

Iguodala ya ha pasado por ese trago. “Hace dos semanas, recibí un correo electrónico”, nos cuenta en Utah. “Decía: ‘Queridos inversionistas, siento informarles que cerraremos la tienda’, así, sin más”. Las posibilidades remotas, explica, son familiares para un atleta profesional: “Es el mismo viaje que emprendemos como jugadores de basquetbol. ¿Cuántos hay en la liga universitaria? ¿En las preparatorias? Y muchos se han quedado en este camino. Es todo o nada”.

La segunda cosa que deben saber los deportistas es que las startups no dan dinero, lo toman. De acuerdo con varios inversionistas y fundadores, los atletas a menudo se acercan a las empresas de tecnología con la idea de obtener contratos de patrocinio, como lo harían con Nike, Coca-Cola o State Farm. Otros han escuchado la leyenda de LeBron James (quien supuestamente ganó 30 millones de dólares cuando Apple Inc. compró la marca de auriculares Beats by Dre por tres mil millones de dólares en 2014) y esperan recibir grandes porcentajes accionarias por prestar su nombre a una compañía. Tristan Walker, fundador de la marca de salud y belleza Walker & Co., tiene entre sus inversionistas a Iguodala, Harrison Barnes, Magic Johnson y el rapero Nas. Walker rechaza a celebridades que quieren una tajada de su compañía casi a diario. El caso de Iguodala y Cline-Thomas fue distinto, ellos estudiaron el negocio. “Están muy metidos en esto, en un nivel diferente al de muchos otros famosos”, asegura.

En Silicon Valley, la fama te da acceso. Y dado que las recompensas más jugosas se reservan generalmente para los inversionistas más antiguos, el acceso es clave. Los capitalistas de riesgo esperan años o décadas para ver el retorno de su inversión, por lo que necesitan volumen: los aciertos excepcionales pagan por los frecuentes errores. Iguodala puede acceder a ese flujo de inversiones porque Andreessen lo avala y porque él es un Warrior de Golden State.

Tanto jugadores como startups han comenzado a recurrir a Iguodala y Cline-Thomas para hacer conexiones en California. “No existía un puente, nadie los unía. Nosotros nos topamos con la perfecta oportunidad para hacerlo”, dijo Cline-Thomas al auditorio de directores ejecutivos y capitalistas de riesgo en Utah. Un mes más tarde, en el evento de Bloomberg en San Francisco, durante una pausa, Curry charlaba con Kirsten Green de Forerunner, mientras Barr intercambiaba tarjetas de presentación con el exjugador de la NFL y ahora presentador de televisión, Dhani Jones.

Iguodala y Cline-Thomas no saben cómo terminará este viaje, el final abierto es otra característica de Silicon Valley. Cline-Thomas ha comenzado a ofrecer sus servicios a las empresas de tecnología que buscan trabajar con deportistas y ligas a través de una compañía llamada Mastry. Dice que también puede seguir los pasos del exjugador de la NFL Ryan Nece, el fundador de Next Play Capital, una compañía que recauda dinero de atletas y otras personas acaudaladas y lo invierte en fondos de capital riesgo, creando un fondo de fondos. Cline-Thomas e Iguodala también se están expandiendo a los medios. En julio, su compañía de producción, Freetown Project, se asoció con la cadena de noticias financieras Cheddar para crear un programa de entrevistas protagonizado por Iguodala llamado Evenings With Andre, donde charlará con fundadores de startups, capitalistas de riesgo, deportistas, diseñadores de moda y chefs.

En la conferencia Players Technology en San Francisco, Iguodala no pierde detalle, todo el tiempo garabatea en su cuaderno. Él y Curry levantan la mano con frecuencia para hacer preguntas. Cuando la cofundadora de Brandless, Tina Sharkey, termina de explicar el modelo de su nueva compañía para vender productos en línea por tres dólares cada uno, Iguodala solo tiene una pregunta: ¿puedo invertir?


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