"No podemos formar tecnócratas de corto plazo"
Publicado en Expansión por Tino Fernández. Madrid.
Desde su nueva posición en el consejo de Wharton, Sebastián Escarrer analiza la responsabilidad de las escuelas de negocios en la formación de líderes que han podido desencadenar la crisis y propone una vuelta a la cultura del esfuerzo y la productividad y a la economía real.
Sebastián Escarrer es el primer español que ocupa el puesto de presidente del consejo ejecutivo de la escuela de negocios Wharton para Europa, ífrica y Oriente Medio (EMEA).
El co vicepresidente y CEO de Sol Meliá Hotels & Resorts, quiere impulsar en esta institución de la Universidad de Pennsylvania –fundada en 1881 y pionera en la formación de directivos– "una nueva generación de líderes, con una mirada más abierta hacia el mundo y al entorno económico, abriendo los ojos a las nuevas oportunidades que surgirán de la presente crisis, y apoyando a los líderes del futuro a no cometer los mismos errores y a tener una mirada más integral, sostenible, y menos cortoplacista del hecho empresarial".
El presidente del consejo de Wharton para EMEA quiere que su institución "pase de ser la mejor escuela de negocios del mundo, a convertirse en la mejor escuela de negocios 'para' el mundo", y desde su nueva posición pretende incrementar el grado de reconocimiento de la escuela en esta región.
- ¿Quíé influencia tienen las escuelas de negocios en la formación de esos futuros directivos para el nuevo modelo económico?
- Hay que crear líderes que recuperen una cultura de la templanza. Hemos aprendido que esta es una crisis de opulencia, en particular de algunos, y debemos crear una cultura del esfuerzo y de la productividad. En España estamos a años luz de todo esto; los estudiantes pasan más tiempo en los bares que en las aulas, y estábamos creando una cultura de sobreprotección para toda una generación que, por cierto, es la primera que no ha vivido una guerra. Cabría preguntarse si esta crisis es nuestra primera "guerra".
-¿Cómo será el nuevo negocio del turismo ante la llegada de un modelo económico distinto?
- Crisis es sinónimo de oportunidad. Si no se hubiera producido la primera, seguramente no se habrían acometido reformas profundas y muy necesarias en este sector. Uno de los grandes problemas es la falta de competitividad, y las reformas que hacen falta son de tipo estructural y cultural. Respecto de las primeras, es necesario atacar la corrupción urbanística y desarrollar infraestructuras en destinos turísticos maduros.
Por lo que se refiere a las medidas "culturales", nos encontramos ante una crisis financiera y de confianza. El modelo psicológico suele repetirse: primero la avaricia, la codicia y la envidia, que llevan a la ceguera y a no ver la crisis o el estallido de la burbuja. Cuando estalla, llegan la histeria y el pánico. Se produce una sobrerreacción que impide ver las oportunidades.
- Es de suponer que la incorporación de criterios y de hombres de empresa a las escuelas otorga mayores dosis de realismo, en tiempos en los que se critica a estas instituciones una cierta incapacidad para anticipar la crisis y la formación de directivos que incluso la han propiciado...
- Debe haber una serie de cambios íéticos. Quienes pretendemos formar a los líderes del mañana, a gente con influencia, futuros CEO de empresas e integrantes de gobiernos, tenemos que olvidar los conocimientos y el liderazgo basado en el corto plazo y debemos cambiar el currículo universitario para transformar esos valores. En tiempos de crisis, la primera responsabilidad corporativa es garantizar la supervivencia de la empresa, pero hay que medir escrupulosamente todo lo que se refiere a recortes de personal; debemos retornar a la economía real y social y no quedarnos sólo en la especulación. Hasta ahora creábamos líderes en banca de inversión, consultoría o hedge funds, pero con todo eso sólo estábamos consiguiendo que apareciesen tecnócratas que miran al corto plazo. Sin cambio autocrítico, de currículo, de los criterios de selección de los alumnos y del consejo, sin empresarios con una visión diferente, no podremos contribuir. Es evidente que las escuelas de negocios tienen una responsabilidad para dar la vuelta a una situación insostenible, para influir en un momento clave y hacer que prime el sentido común en una sociedad que se ha fijado más en la opulencia y en la remuneración variable. Las escuelas de negocios tienen que hacer autocrítica y reconocer su parte de responsabilidad en la formación de líderes que han desencadenado esta crisis