Los países de la Unión Europea (UE) propusieron ayer al Fondo Monetario Internacional (FMI) considerar la creación de un impuesto global sobre las transacciones financieras, en una cumbre que puso de manifiesto las diferencias en cuanto a la idea de aplicar un gravamen a las primas bancarias.
En un texto adoptado en Bruselas, los líderes de la UE “animan†al FMI a estudiar la creación de la tasa mundial sobre las transacciones financieras, inspirada en el modelo de la tasa Tobin.
De esta forma, Europa recordó al FMI la tarea que el G-20 le confió en septiembre, con el objetivo de asegurarse de que los bancos asuman parte de los costos que los gobiernos, y por tanto los contribuyentes, debieron asumir para rescatar buen número de entidades financieras.
“Habiendo visto lo que ha pasado, creo que tiene sentido que el sector (financiero), que causó tantos problemas a nuestra economía, aporte su contribución a la economía globalâ€, declaró el presidente de la Comisión Europea, Josíé Manuel Barroso.
La idea de imponer un gravamen mundial basado en el modelo de la tasa Tobin fue relanzada anteayer en la cumbre de jefes y Estado de gobierno de la UE por el primer ministro británico, Gordon Brown.
El economista estadounidense James Tobin había sugerido en los años 1970 una tasa sobre las transacciones financieras para ralentizar la volatilidad de los mercados de cambio.
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La tasa Tobin es un hipotíético impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo que fue sugerido por el economista James Tobin en 1971, que recibió el Premio Nobel de Economía en 1981, cuya instauración a nivel internacional ha sido propuesta e impulsada por el movimiento ATTAC e Ignacio Ramonet.
Los movimientos por una globalización alternativa opinan que los ingresos que este impuesto produciría podrían ser una importante fuente de financiación para combatir la pobreza en el mundo, pero otros muchos, en especial los liberales de la escuela austriaca lo consideran una medida intervencionista especialmente perniciosa, al obstaculizar el libre comercio, perjudicando a los países más pobres, y presentar enormes dificultades de recaudación, gestión y utilización de los fondos.[
Historia
]El 15 de agosto de 1971, por orden del presidente Richard M. Nixon, el dólar estadounidense dejó de ser convertible en lingotes de oro incluso para gobiernos y bancos centrales extranjeros. Fue el fin del sistema de Bretton Woods, y el golpe de gracia al patrón oro. Con la adopción de un sistema de tipos de cambio flotantes y el fin de los controles sobre los movimientos de capitales, Tobin sugirió un nuevo sistema para la estabilidad monetaria mundial y propuso que tal sistema debería incluir una tasa que gravara las transacciones comerciales internacionales.
La idea durmió en un cajón durante más de 20 años, rechazada por el propio Tobin, que decía haber sido malinterpretado. Sin embargo, en 1997, Ignacio Ramonet, editor de Le Monde Diplomatique, reimpulsó el debate sobre la creación de la Tasa Tobin y creó una asociación para promoverla: ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos). La tasa se ha convertido en un asunto defendido por los grupos altermundistas y ha conseguido invadir el debate político en la calle y en algunos parlamentos, llegando a ser incluso defendida parcialmente por el ex presidente francíés Jacques Chirac.[2] Por otra parte, el recientemente creado Banco del Sur, iniciativa del presidente Hugo Chávez de Venezuela y Níéstor Kirchner, contempla, para mantener su autonomía con respecto a los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, FMI, BID, CAF, entre otros) su capitalización con ingresos provenientes de una tasa Tobin introducida a escala regional.[3]
La Tasa
La Tasa Tobin consiste en pagar un impuesto cada vez que se produce una operación de cambio entre divisas, para frenar el paso de una moneda a otra y para, en palabras de Tobin, "echar arena en los engranajes demasiado bien engrasados" de los mercados monetarios y financieros internacionales. La tasa debía ser baja, en torno al 0,1%, para penalizar solamente las operaciones puramente especulativas de ida y vuelta a muy corto plazo entre monedas, y no a las inversiones.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) concluyó que la tasa Tobin permitiría recaudar 720.000 millones de dólares anuales, distribuibles a partes iguales entre los gobiernos recaudadores y los países más pobres. Por su parte, el PNUD afirma que con el 10% de la suma recaudada sería posible proporcionar atención sanitaria a todos los habitantes del planeta, suprimir las formas graves de malnutrición y proporcionar agua potable a todo el mundo, y que con un 3%, se conseguiría reducir a la mitad la tasa de analfabetismo presente en la población adulta, universalizando asimismo la enseñanza primaria.
Aunque la tasa Tobin está orientada a la amplitud de transacciones comerciales internacionales, si consideramos reducir el espectro de su aplicación, desde la amplitud del comercio, de la economía real, al campo exclusivo de las transacciones financieras de carácter especulativo, se crearía una importante diferencia. Hay quien opina que la tasa Tobin devendría así en un instrumento de control de la actividad especulativa -basada en instrumentos financieros complejos, de alto riesgo y alta volatilidad. La crisis financiera actual, provocada por las inversiones de alto riesgo a largo plazo, financiadas con deuda a corto plazo, muestran que la tasa Tobin podría convertirse en un instrumento estabilizador que podría evitar crisis económicas.[cita requerida]