Hungría intentó minimizar el lunes las consecuencias de los rumores sobre un posible impago de su deuda soberana, al mismo tiempo que los analistas insisten que la situación fiscal del país no es igual a la de Grecia.
El ministro de Economía húngaro, Gyorgy Matolcsy, dijo que su gobierno intentará limitar el díéficit presupuestario de 2010 al 3,8% del Producto Interno Bruto, como estableció la anterior administración socialista. Restó importancia a los comentarios de otros funcionarios, según quienes el díéficit podría llegar al 7-7,5% del PIB y que el país estaba a punto de incurrir en el impago de su deuda.
Las declaraciones anonadaron a los mercados financieros e hicieron que cayeran en picado el euro y el florín húngaro. Los intentos de fin de semana de desmentir los rumores no disiparon los memores de los inversionistas, asustados por la marcha de las finanzas públicas en la nación magiar.
Matolcsy planteó en la televisión la posibilidad de crear un impuesto único, así como exenciones fiscales. Los detalles del plan probablemente serán anunciados el martes.
Varios analistas como Sandor Richter, del Instituto Vieníés para los Estudios Internacionales, dijeron Hungría ha hecho los deberes y se encuentra ahora donde debería estar Grecia dentro de dos o tres años.
Comparar ambos es "absolutamente incorrecto", agregó, ya que Hungría comenzó a imponer medidas de austeridad en 2006 para disminuir su díéficit.
Insistió que el centroderechista Partido Fidesz, que obtuvo recientemente mayoría de dos tercios en el parlamento, encara ahora la difícil tarea de quedar en buen lugar al darse cuenta que su promesa electoral de reducciones fiscales inmediatas y radicales no son realizables.