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Autor Tema: Todo es Divino  (Leído 946 veces)

Scientia

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Todo es Divino
« en: Noviembre 10, 2010, 07:09:10 pm »
TODO ES DIVINO

El mundo es, para cada quien, como lo percibe. Para el caracol no existe el sonido. Para los peces que moran en las profundidades de los ocíéanos, no existe la luz solar. Para nosotros, la percepción está condicionada por los cinco sentidos y la mente. Siempre me pregunto, ¿quíé más tendrá el Universo que no captamos con este equipo que la naturaleza nos dio. ¿Tendremos otros sentidos sin desarrollar aún?

Cuando penetramos los mundos internos, subjetivos, a travíés de la meditación, el mundo se nos crece, se expande. De repente aparecen nuevas realidades que no pueden ser captadas cuando nos enfocamos en el mundo externo. Da la sensación que el mundo se expande, pero lo que en realidad se expande es la conciencia.

Expandir la conciencia es como ponerse unos lentes nuevos y descubrir lo que siempre estuvo presente pero que no existí­a para nosotros porque quedaba sin captarse. Expandir la conciencia es ver por primera vez un mundo que está impregnado de divinidad, es descubrir el esplendor de la existencia y la luz oculta en cada átomo de materia. Expandir la conciencia es llenar de divinidad esas partes de uno mismo que quedaron como desconectadas de su fuente y se perciben opacas porque no vemos su luz interna.

Todo es divino, todo es Dios y Dios es el Todo. La imperfección es una percepción imperfecta. El texto sin el contexto es un espejismo.

La mente humana tiene el poder de calificar la vida, y lo bueno y lo malo son calificaciones humanas que han llegado a un grado tal de independencia que parecen caminar por su cuenta, lejos de su creador. Lo importante de todo esto es comprender el poder tan grande que tenemos cuando percibimos la vida, porque se exterioriza lo percibido. La exteriorización de la Jerarquí­a y el consiguiente establecimiento del reino de Dios en la Tierra dependen de la percepción de esa realidad por parte de la humanidad.

Expandir la conciencia es expandir la percepción de manera que íésta incluya el Reino de los Cielos. Cada uno de nosotros tiene un pedacito de ese reino como parte de su naturaleza esencial. Está en el Alma de cada quien. De la misma manera que los rayos del sol, al amanecer, esperan a que se abran las ventanas para entrar a nuestra casa a iluminarla, el alma, que es nuestro sol interno, espera igual. Cuando a travíés del estudio, la meditación y el servicio lo logramos, la luz entra y nos ilumina.

Así­ mismo, cuando un suficiente número de los hijos de la Tierra vivan como almas encarnadas conscientes, su luz iluminará el camino y la Jerarquí­a se exteriorizará y el reino de los cielos será una realidad entre todos.

Cada vez que logras ver la divinidad en lo que te rodea, estás acercando su reino a la Tierra. Cada vez que puedes ver, detrás de los defectos, las virtudes del alma humana, estás colaborando en su exteriorización. Cuando los defectos de algún familiar o amigo te perturben, enfócate en sus virtudes, ellas saldrán a darte el encuentro. La vida se hace más armoniosa si percibimos lo divino que está en todas partes.

Que el mundo no te convenza de su aparente imperfección. Todo es Divino. Cada suceso que nos ocurre de alguna manera nos trae una enseñanza que es la lección que necesitamos en ese momento de nuestra evolución. Aceptar lo que tenemos, lo que nos puede estar sucediendo y con ello hacer lo mejor posible es el reto que la vida nos presenta a cada momento.

Cuando te sientas descorazonado, triste, con temor, hay una oración que puede ayudarte. Es una oración del Maestro Omraam Mikhael Aivanhov que tiene la virtud de darnos fuerza. A mí­ me sucede así­.

“Señor, amo tu sabidurí­a, tengo fe en tu amor y confí­o en tu Poder.”

Vivir alabando al Creador en Su creación es una invocación a Su Presencia. Recuerdo cuando mi papá al mostrarme una rosa me señalaba que nadie sino Dios podí­a fabricar la sutileza de sus píétalos, que con toda la tecnologí­a y la ciencia no podí­amos hacer tal prodigio. Son las cosas que se quedan grabadas en el alma, semillitas que siembran nuestros padres y con el tiempo germinan. Nuestro Padre Celestial ha puesto en nosotros semillas que al germinar harán de cada uno una divinidad. Preparar las condiciones para que germinen es nuestra tarea y la Confianza en Su Amor, Su Sabidurí­a y Su Poder preparan el terreno.

¿Quíé hace que abra una flor, que crezca un árbol, que germine una semilla, que un bebíé se desarrolle en el vientre de su madre? Es el Poder de Dios. Y ese mismo Poder es el que hace germinar las semillas que están dentro de ti.

Cuando te asalten las dudas, cuando creas que todo está perdido, observa el Poder de Dios en la naturaleza recordando que ese mismo Poder está dentro de ti.