http://pijamasurf.com/2011/05/%C2%BFvivimos-en-una-simulacion-hecha-por-computadora-las-matematicas-detras-de-la-matrix/¿Vivimos en una simulación hecha por computadora? (las matemáticas detrás de la Matrix)
Nick Bostrom de la Universidad de Oxford expone las bases científicas para la creación de una experiencia humana totalmente simulada y explora las posibilidades de que vivamos dentro de una simulación computarizada generada por seres del futuro
Una simulación computarizada suficientemente poderosa sería indistinguible de la realidad para nuestro cerebro. En un universo tan vasto como el nuestro, es muy probable que llegue a existir un poder computacional capaz de realizar dicha simulación. Así que en teoría es plausible que habitemos en una simulación sin poder saberlo (salvo por míétodos no ordinarios de conocimiento).
La historia de Siddartha narra que antes de la iluminación este joven brahmán –que lo mismo experimentó el ascetismo como participó en íépicas farras (sexo, drogas y gnosis)- descubrió que la realidad que percibimos es una ilusión (samsara o maia) y a partir de esto, sine qua non, pudo alcanzar un estado de conciencia elevada. Es muy probable que si los viejos textos de la India tuvieran conceptos como simulacro, computación, animación, holograma, esta ilusión habría sido descrita en estos tíérminos. No es casualidad que la diosa Maia, la diosa de la ilusión en la India se haya transformado en nuestro actual concepto de la Matrix (un trazo estimológico de ciencia ficción que convierte la ilusión de la materia en el sueño de la mente). Quizás no sea insignificante que en Grecia, Maia, ascendida a las Plíéyades, es la madre, de Hermes, el hacker por antonomasia, el Neo histórico, que en su cuerpo esotíérico deja las llaves para escapar de la Matrix.
Pero más allá de la especulación mítico religiosa esta simulación computarizada intuida por el misticismo encuentra actualmente su soporte teórico en las matemáticas y en la filosofía de la ciencia.
Nick Bostrom, director del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford en su trabajo seminal “Are you living in a computer simulation?†explora de manera fascinante la posibilidad de que vivamos en una simulación computarizada.
La tesis de Bostrom básicamente plantea que si en el futuro, como plantean muchos científicos y fuuristas, es posible que existan grandes cantidades de poder computacional es probable que estas generaciones futuras realicen simulaciones detalladas de sus ancestros en sus supercomputadoras. Simulaciones realizadas con estas supercomputadoras permitirían personas simuladas conscientes –ya que serían suficientemente finas y contarían con conocimientos avanzados del funcionamiento de la mente para simularla-. El poder computacional de estas generaciones futuras les permitiría realizar miles y miles de simulaciones por lo cual se podría suponer que la vasta mayoría de las mentes no pertenecen a la raza original sino a la de la “raza†simulada.
Bostrom fundamenta su teoría en la idea de la “independencia de substratoâ€, que sostiene que los estados mentales pueden producirse en una amplia clase de substratos físicos. “Si un sistema implementa las estructuras y procesos computacionales correctos puede ser asociado con experiencias conscientes. No es una propiedad esencial de la consciencia ser implementada en una red bioneuronal basada en el carbón dentro de un cráneo: en un principio procesadores basados en el silicio dentro de una computadora podrían hacer el trucoâ€.
Para reproducir experiencias subjetivas solo se necesitaría replicar los procesos computacionales estructurales del cerebro humano al nivel de sinapsis individuales. Computadoras cuánticas, computadoras de materia nuclear o de plasma, podrían en teoría replicar estructuralmente estos procesos cerebales a microescala.
Una maduración tecnológica haría posible convertir planetas enteros en poderosas supercomputadoras. Una civilización posthumana con estas capacidades podría descubrir nuevos fenómenos naturales y trascender los paradigmas actuales de la física.
Actualmente se calcula que el poder computacional del cerebro humano es de f ~10^16-10^17 operaciones por segundo. Simular el medio ambiente además de la mente, requeriría poder comptacional adicional. Aunque simular el universo entero a un nivel cuántico es prácticamente imposible según nuestros conocimientos actuales, realizar un simulación realista de la experiencia humana no serían implausible para una civilización posthumana. Especialemente si se toma en cuenta que esta simulación solo requeriría generar un ambiente en el que los humanos simulados no noten irregularidades en su diseño. La estructura microscópica dentro de la Tierra podría ser omitida. Objetos astronómicos distantes podrían ser representaciones altamente comprimidads: la verosimilitud se extendería a la angosta banda de las propiedades que podemos observar desde nuestro planeta o desde una nave dentro de nuestro sistema solar y a nuestra limitada capacidad de percepción sensorial. Algunos objetos o ambientes podrían ser simulados ad hoc para ahorrar poder computacional, de la misma forma que dentro de los videojuegos modernos a veces el usuario se mueve más rápido de lo que la tarjeta de video tarda en renderear el escenario. Esto podría explicar fenómenos engañosos dentro de la física cuántica como por quíé las partículas tienen una posición indeterminada hasta que son observadas e incluso las percepciones místicas y psicodíélicas (que en lenguaje de programación podríamos llamar glitches o loops) en las que se entreve la naturaleza de simulación o el código mismo con el que se ha realizado el simulacro. (Curiosamente el detector GEO600 del Fermi Lab buscando ondas gravitacionales se encontró con un punto donde el tiempo espacio deja de comportarse como un continuum suave y fluído y se disuelve en un granos, o en otras palabras se pixelea. Esto ha llevado a algunos físicos a formular la teoría de que el universo en el que vivimos es una holograma, y lo que experimentamos en 3D es la proyección de algo que está sucediendo en una lejana superficie bidimensional).
Por otra parte un simulador posthumano tendría suficiente poder computacional para rastrear a detalle las creencias y los estados mentales de todos los cerebros humanos en todos los momentos. De esta forma podría saber cuando un humano está por hacer una observación del mundo microscópico o de algún aspecto de la simulación que no es simulado permanentemente y llenarlo con suficiente detalle en el momento de la observación según sea necesario. Si algún error ocurriera, el director de la simulación podría editar los estados cerebrales antes de que se den cuenta de la anomalía y echen a perder la simulación. Aunque la misma simulación podría tener en su programa permitir según ciertos algoritmos condicionales a algunos humanos observar la naturaleza del mundo en el que viven. Inlcuso es posible que los mismos simuladores –a la manera de Avatar- participen en ocasiones veladamente dentro de la simulación para impedir que los humanos simulados descubran el simulacro o quizás para dirigir el orden de las cosas hacia un estado deseado.
Bostrom calcula que ~10^33 – 10^36 operaciones por segundo serían suficientes para simular la historia entera de la humanidad, aunque para un estimado más preciso es necesario obtener una mayor experiencia en los mundos de realidad virtual. Una computadora con la masa de un planeta puede realizar 10^42 operaciones por segundo y eso asumiendo que se contara apenas con los diseños nanotecnológicos ya conocidos. Un sola computadora pordía simular toda la historia mental de la humanidad usando sólo una millonesima parte de su poder computacional. Una civilización posthumana podría construir grandes cantidades de estas computadoras planetarias, por lo cual podrían estar corriendo numerosas simulaciones a la par.
Adicionalmente a las simulaciones de ancestros, se podrían estar realizando simulaciones más selectivas que incluyen grupos pequeños de humanos o incluso un solo individuo (de forma similar al experimento realizado en el libro “A Maze of Death†de Phillip K. Dick). El resto de la humanidad estaría compuesto por zombies holográficos –simulados a un nivel suficiente para que las personas totalmente simuladas no descubran que hay algo sospechoso. Estas mentes parcialemente simuladas estarían programadas exactamente con la misma información que los humanos completamente simulados para responder a la visión del mundo y a las experiencias de“los personajes principalesâ€, creando la más aterradora pesadilla ontológica solipsista.
“Si estamos viviendo en una simulación, entonces el cosmos que estamos observando es apenas un pedazo pequeño de la totalidad de la existencia física. La física en el universo donde la computadora está situada puede o no corresponder a la física de la simulación que genera esta computadora. Aunque el mundo que vemos es en cierta forma “realâ€, no está localizado en el nivel fundamental de la realidadâ€, dice Bostrom.
Aún más espectralmente cuativador, una civilización posthumana podría generar sus simulaciones con computadoras construidas en mundos simulados. Estas máquinas virtuales podrían a su vez simular otra máquina virtual y así sucesivamente con numerosas iteraciones (fractales digitales del diseño holográfico). Si esto es así podríamos sospechar tambiíén que los seres que operan nuestra simulación son tambiíén simulaciones y sus creadores tambiíén simulaciones así cuasi ad infinitum (el laberinto de la máquinas autorreplicantes y de la realidad fantasmagórica).(Por si esto fuera poco programas de inteliegencia militar en Estados Unidos han desarrollado tentativamente el plan de crear una simulación dentro de la simulación VER LOS PLANES PARA LA MATRIX DE LA VIDA REAL).