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Autor Tema: LOS QUE MANEJAN EL MUNDO  (Leído 769 veces)

Scientia

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LOS QUE MANEJAN EL MUNDO
« en: Noviembre 23, 2011, 08:57:49 pm »
LOS QUE MANEJAN EL MUNDO – CAPíTULO 15 DE LA SEMILLA, UN LIBRO PARA RECORDAR
 
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 http://www.libros2012.net/2011/06/los-que-manejan-el-mundo-capitulo-15-de.html

Yo dirí­a que, aquellos que han utilizado el conocimiento verdadero de la vida para beneficiarse a cualquier precio, incluso a costa de la existencia del Planeta, constituyen, ni más ni menos, un cáncer. Se han mantenido en
la sombra o a la sombra de las

mentiras y se han dedicado a controlar a los
gobernantes de los paí­ses poderosos para que hicieran, exactamente,
aquello que les convení­a. Es fácil saber quiíén está detrás de todo. Sólo hay
que observar cómo se llega a ser presidente en uno de estos gobiernos.
¿Cuánto vale una campaña polí­tica a la presidencia de EEUU?. Mucho
dinero. Pues ya lo saben.
Permitiíéndonos votar en democracia nos hacen creer que tenemos el
control. Sin embargo, votemos a quien votemos, siempre ganan los
mismos.
Fí­jense en los que han manejado las finanzas de los paí­ses más poderosos
del Mundo y en los que manejan la economí­a y el comercio mundial. Y
busquen el último eslabón. Encontrarán a personajes como David
Rockefeller, Henry Kissinger, Donald Rumsfeld o la familia Rothschild,
situados en la cúspide de aquellos que dirigen el cotarro.
El sistema financiero nació a partir de los antiguos prestamistas o usureros
con el propósito de lucrarse a costa de las necesidades de los demás. í‰stos
usureros eran personas adineradas. Cuando llegaba alguien que necesitaba
dinero, le daban un papel con su sello donde escribí­an una cantidad de
dinero. Todos sabí­an que los usureros eran gente con gran poder adquisitivo
y que representaban una garantí­a de pago, así­ que, cuando alguien llegaba
con un papel del usurero, les daban los útiles o ví­veres que necesitaran y se
quedaban con el papel en garantí­a de pago. Los usureros se dieron cuenta
de que, mientras circulaban los papeles, la gente no vení­a con ellos a retirar
el dinero al mismo tiempo. Fue entonces cuando dejaron de emitir papeles
sólo por el dinero que tení­an y empezaron a emitir muchos más papeles, los
cuales representaban mucho más dinero del que tení­an. De esta forma,
seguí­an enriqueciíéndose con los intereses del dinero que prestaban, los
cuales, no eran los intereses de su dinero, sino los intereses de un dinero
ficticio que representaba las necesidades de la gente. Estos personajes,
ávidos ellos, sabí­an que cuanto más dinero necesitara la gente, más se
lucrarí­an ellos y más poder tendrí­an sobre esa masa empobrecida.
Así­ que se dedicaron tambiíén a la manipulación mental, creando
continuamente nuevas necesidades.
Las entidades financieras actuales son las herederas del sistema de aquellos
prestamistas. Durante el tiempo transcurrido, han aprendido mucho acerca
de cómo amargarnos más la vida.
El dinero en sí­, ese papel que nos dan, no tiene valor. Lo que sí­ tiene valor
son los productos o servicios que puedes comprar con íél. Ellos van jugando
con sus herramientas financieras, con sus leyes e impuestos, de manera que
los pobres sigamos siempre siendo pobres y los ricos sean cada vez más
ricos. Si el precio de esos productos y servicios aumenta, ese papel-dinero
se devalúa, haciendo que perdamos poder adquisitivo. Es por ello que la
clase media-pobre no puede prosperar, ya que el poco dinero que podamos
ahorrar se irá devaluando con el paso de los años.
En la cúspide del sistema financiero se encuentran: La Comisión Trilateral,
El Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional y La Organización
Mundial del Comercio. Estos se encargan, entre otros, de manipular la
oferta y la demanda, de controlar la emisión de las diferentes monedas de
cada paí­s y de crearnos nuevas necesidades. La gente poderosa que maneja
estas entidades, crearon un sistema para esclavizar a las masas. Mediante el
trabajo, los impuestos, las necesidades y sus herramientas financieras, nos
hacen mover el dinero, de manera que ellos siempre aumentan su riqueza y
poder a costa del empobrecimiento de la gran mayorí­a.
En España, por ejemplo, con la entrada del Euro, nos hicieron perder gran
parte de nuestro poder adquisitivo. Los precios subieron como la espuma y
las viviendas multiplicaron su precio. Al hacer esto, sabí­an que nos habí­an
restado mucha capacidad de consumo y que con nuestros sueldos, sólo
tení­amos para subsistir de una manera precaria. Así­ que lo que hicieron, a
travíés de sus entidades financieras, fue dar facilidades para obtener
príéstamos de todo tipo. Con esto hicieron que mucha gente tuviese dinero
para gastar y, por lo tanto, que la demanda de todos los productos
aumentara. Esto hizo que mercados como el inmobiliario, se movieran en
cifras irreales (de sueldos, de precios, etc.) y que otros mercados derivados
se viesen tambiíén sobredimensionados, consiguiendo que gastásemos más
y que fuíésemos a sus bancos a llenarnos de deudas. Llegado el fin de
nuestra capacidad de endeudamiento en un ciclo en el cual estos
manipuladores se han enriquecido enormemente, empiezan a aumentar los
precios y a aumentar los intereses de todas las deudas contraí­das. Con lo
cual empiezan a embargar inmuebles que han utilizado como aval y por el
que han prestado sólo una parte de su valor, de los cuales ya han cobrado



muchos intereses.
Quizás pronto nos encontremos en una situación atí­pica en la que las
entidades financieras estíén embargando bienes que se hayan devaluado por
debajo del valor que estimaron a la hora de prestar el dinero para su compra
y a muchas personas pagando una hipoteca cuyo valor sea superior al
precio del inmueble. En tal caso, lo propio serí­a dejar que se quedaran con
el bien, para que se lo metieran donde les quepa e irse de alquiler. Y quizás
tambiíén estarí­a bien, antes de que embargaran el inmueble, hacer un
contrato de alquiler a 50 años con un pago de 10 Euros para el inquilino.
Así­, a parte de ayudar a otra persona, le dejarí­amos un regalo a estos
mercenarios que violan continuamente, con el beneplácito de los
gobernantes, los derechos básicos de las personas. Me parece indignante
que se estíé permitiendo el desalojo de familias enteras para el beneficio de
estos usureros.
Estos señores, amos del Mundo, utilizan los medios de comunicación para
manipular constantemente nuestra mente, creándonos constantes miedos y
necesidades y dirigiendo nuestra forma de actuar.
Utilizan las energí­as básicas para manipular la oferta y la demanda. Ellos
controlan el petróleo y todos los productos se transportan con maquinaria
que utilizan hidrocarburos como medio de combustión. Esto hace que
cuando suben el precio de los carburantes, aumenten los costes de
producción de todos los productos y, por ende, sus precios.

Hace más de cien años que se sabe que la energí­a elíéctrica podí­a ser
gratuita para todo el mundo, sin necesidad de las costosas instalaciones
terrestres que, además, emiten radiaciones electromagníéticas muy nocivas
para la salud. Pero se dedicaron a destruir a todo aquel que desarrollaba
inventos al respecto. Tal es el caso de Nicola Tesla y otros muchos que
vinieron despuíés.
En la actualidad, las bombonas de gas se pagan al mismo precio y
contienen la mitad de este producto, por lo que pagamos el doble por ellas.
Teniendo el control sobre nuestras necesidades, hacen que nuestros gastos
se disparen y tengamos que estar constantemente acudiendo a sus entidades
financieras para pedir príéstamos y poder satisfacerlas.
Estos mismos personajes que se encuentran en la cúspide del sistema
financiero, se dedicaron tambiíén a prestar dinero a los gobiernos de los
diferentes paí­ses, creando las deudas externas. Es en pagar los intereses de
estos prestamos a lo que se dedica gran parte de los impuestos que
pagamos.
Por supuesto, tambiíén son estos señores los que pagan las campañas
polí­ticas de aquellos que nos dirigen, los que dicen quíé cantidad de moneda
tienen que emitir los gobiernos, los que manejan los medios de
comunicación y sus noticias, los que pagan las investigaciones de los
cientí­ficos, los que dirigen las industrias farmacíéuticas…
En definitiva, ellos son los que dictan como pensamos, lo que sentimos, lo
que decimos y lo que hacemos. Son los que manejan nuestras vidas.
Fí­jense en las enfermedades mortales con las cuales se lucran las industrias
farmacíéuticas (las que dirigen la Organización Mundial de la Salud):
Cáncer, Sida, í‰bola… Y últimamente la gripe aviar, la gripe porcina o la
enfermedad de las vacas locas. Nos están contaminando constantemente
(tanto fí­sica como mentalmente) para que no paremos de enfermar y sigan
llenándose los bolsillos a costa del sufrimiento y desgracia de la “plebe”.
Cuando dicen que ha habido una mutación de un virus, seguramente se
refieren a que nos han fumigado (chemtrails) con uno de esos virus (guerra
biológica).
Cuando crean una guerra, nos cuentan lo que quieren acerca de lo que está
ocurriendo en esos lugares. Nos muestran las imágenes que quieren que
veamos y nos hacen entender lo que quieren que entendamos. De modo que
terminamos por no enterarnos de nada de lo que realmente está ocurriendo.
Sin lugar a dudas, encontrarán ví­nculos entre íéstos manipuladores y
organizaciones secretas que manejan los principios de la vida o principios
hermíéticos. Fí­jense tambiíén en las altas esferas de algunas religiones o en
organizaciones derivadas de las mismas. La mayorí­a de los presidentes de
estos gobiernos poderosos, pertenecí­an a estas sociedades secretas o grupos
de poder. Existe mucha información sobre esto en la red, en libros…
Escrita por gente valiente a las cuales, incluso les costó la vida. Sólo por
esto último tenemos la obligación al menos, de leerlos.
Observen cómo se crean las guerras. Observen quienes financian esas
guerras y quienes terminan lucrándose con ese dinero manchado de sangre,
manchado con todas sus ví­ctimas. No existe lugar para las apariencias. El
mayor asesino en serie del que tengamos noticias, al lado de uno de estos
personajes, nos parecerí­a Santa Teresa de Calcuta. Los podrá encontrar
siempre bien trajeados, esperando a que algún inocente vaya a darle las
gracias por el infierno en el que le está haciendo vivir.
Desde el momento en que perdieron sus almas, lo perdieron todo. E
intentarán llevarse la tuya en el camino, pero sólo si tú lo permites.
Pueden buscar información sobre la masonerí­a, los iluminati, el sionismo o
sobre el Club Bilderberg, entre otros. Aunque me gustarí­a matizar que,
entre los masones y en otras sociedades de este tipo, sobre todo los que se
encuentran entre los grados menos influyentes, seguramente se podrán
encontrar algunas buenas personas. Los personajillos se encuentran en la
íélite y son un grupo muy reducido.
Cualquier sentimiento de odio hacia nuestros congíéneres va en contra de
nosotros mismos. Podemos no estar de acuerdo con el comportamiento de
alguien o con el comportamiento de un grupo de personas, pero siempre,
ante todo, debemos de analizarlo desde otra perspectiva, nunca desde el
odio ni desde la recreación dentro de nosotros de ningún sentimiento
negativo. La energí­a es un boomerang y, eso que emitimos, vuelve a
nosotros. Tampoco se puede generalizar, ni culpar a ninguna raza de un
hecho determinado. Todos formamos una unidad y el hecho de que un
grupo de personas de un determinado paí­s o de una determinada agrupación
haga algo que no nos guste, no significa que los ciudadanos de ese paí­s
sean de una u otra forma. Dentro de cada una de las diferencias que
hacemos entre los ciudadanos que conformamos la humanidad, existen
personas con criterios diferentes. Igual en todos los lugares. El racismo es
un sentimiento que jamás debemos de albergar en nuestros corazones. El
hecho de que la evolución de la humanidad haya establecido diferencias
fí­sicas o de comportamiento o pensamiento, en unos lugares y en otros, no
es un resultado que provenga de la gente de un determinado paí­s. Es un
resultado de todos, de la unión de cada uno de los granitos de arena que
conforma la humanidad. Todos hemos estado expuestos a la manipulación
y nadie está libre de pecado ni exento de haber tenido un comportamiento
erróneo o dañino derivado de este hecho.
Atrocidades como el holocausto de los judí­os, son ejemplos denigrantes de
los instintos más bajos del ser humano. Un acto así­ nunca puede tener
justificación y nunca estará, bajo ningún concepto, acorde con los designios
de Dios. Ningún acto de agresividad hacia un semejante o hacia cualquier
otro ser existente en la creación, tiene justificación. A no ser que sea una
condición sinecuánime para el objeto del equilibrio de la vida, como
cuando el hombre primitivo cazaba para poder sobrevivir. El fin no justifica
los medios.
Nuestros actos deben estar sustentados en el Amor, en el respeto, en la
comprensión… Y si queremos hacer algo por el Mundo, por nuestras
personas queridas o por nosotros mismos, no debemos luchar contra nadie,
no debemos albergar odio o resentimiento hacia nadie. El cambio sólo se
puede hacer desde un lugar. En nosotros mismos. Busca tu esencia, medita,
respira profundamente; y cíéntrate en tu corazón. Busca los patrones divinos
dentro de ti y deja que guí­en tus pasos. íšnete a esos 144.000 justos, forma
parte de esa masa crí­tica y ten Fe en que el efecto del centíésimo mono se
produzca y haga que aparezca un Mundo mejor, donde todos podamos vivir
en Paz y Armoní­a. Visualiza ese Mundo. Imagina, como si fuese un sueño,
que ya está ocurriendo. Y siíéntelo. Usted no es la profesión que realiza, no
es quiíén los demás creen que es. Usted es mucho más que eso; sólo que no
lo sabe.
Cada uno de nosotros podemos ayudar a co-crear un Mundo nuevo. Pero
sólo podemos hacerlo si dejamos de albergar pensamientos, sentimientos,
actos, palabras, o emociones negativos/as. Ahora, en estos momentos donde
la vida co-creada por nosotros mismos nos está aprisionando, donde las
preocupaciones nos invaden por el efecto de haber creado un modo de vida
superficial que tiene como patrón el anhelo de dinero y de poder basado en
el materialismo, ahora, es cuando debemos hacer un mayor esfuerzo por
cambiar. Es ahora cuando tenemos que elegir si queremos más de lo mismo
o si queremos que cambie la situación.
Intenten no hundirse con el barco. Si permiten que la situación mine sus
mentes y sus conciencias, entonces, perderán toda opción de poder
reaccionar. Perderán la opción de poder solucionar. Síé que es fácil emitir
palabras y que se debe estar en una determinada situación para vivirla y
sentir su efecto. Puedo decir que, en este mismo momento, me encuentro en
una de esas situaciones donde nada parece tener solución, donde te ves
ahogado por las deudas y donde puedes perder muchas cosas materiales.
Estoy en una situación donde pueden ocurrir hechos desagradables de vivir,
y todo por una decisión que tomíé en algún momento pasado. Pero no puedo
hundirme con el barco. Porque si lo hago, entonces lo perderíé todo. He de
mantenerme a flote y mirar la situación desde arriba, donde aún hay luz. En
el fondo del pozo sólo se ve oscuridad. No puedo buscar una solución
externa, en esa misma mentira ilusoria que me ha causado el problema.
Debo buscar la solución en la base del problema. Esta base se encuentra en
mi interior. El interior es como un espejo.
Lo que nos rodea ha sido atraí­do por algo que llevamos dentro. Lo de
afuera sólo es un reflejo de lo de adentro.
Aún ahora, cuando me preguntan cómo estoy, siempre contesto: “el mejor
dí­a de mi vida”. Llíénense de positividad, intenten buscar la Paz en la
quietud de sus mentes. Así­ podrán ayudar y podrán ayudarse. Estando
desequilibrados y llenos de negatividad, no podrán ayudar a nadie.
Ahora, les invito a hacer una pausa en la lectura de este libro.
Les invito a que se conecten a Internet y pongan la siguiente dirección:
www.aztlan.net / protocolos . En esta página se halla un texto escrito a finales
del Siglo XVIII, cuyo tí­tulo es: “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. Si
leen otras páginas acerca de estos textos encontrarán, casi en el 100% de
ellas, la mano de los que gobiernan el Mundo y de sus secuaces, tachándolo
de fraude. Dicen que los escribieron los servicios secretos zaristas, o que su
autor, Sergei Nilus, los habí­a copiado de un libro llamado “Dialogo en el
infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, escrito por Maurice Joly en
1864 para atacar la polí­tica de Napoleón. Curiosamente y aunque lo
nieguen deliberadamente, Maurice Joly, era de origen judí­o. Cuando murió,
asistió a su funeral su amigo y fundador de la Alianza Israelita Universal,
Isaak Adolphe Críémieux y el discurso de despedida lo dio el masón judí­o
León Gambetta. Curiosamente, tambiíén existe otro libro cuyo tí­tulo es
“Los diálogos entre Maquiavelo y Montesquieu” escrito en 1850 por Jacob
Venedey, tambiíén de origen judí­o y tambiíén amigo de Críémieux y de Karl
Marx.
De cualquier forma, lo escribiera quien lo escribiera, debió ser un profeta,
porque sus predicciones se han ido cumpliendo.
Me gustarí­a que se centraran, únicamente, en la esencia del texto. Y que no
tuviesen en cuenta quiíén lo escribió. Eso ya no es importante. Tampoco
tengan en cuenta el que se nombre a judí­os o cristianos. En todos hay de
todo. Y no se trata de manchar el nombre de ninguna raza o paí­s. El hecho
de que en España exista un grupo terrorista, no significa que todos los
españoles seamos terroristas. Ni mucho menos.
Reaccionando de una forma generalizada ante la acción de unos pocos, sólo
se consigue la separación en nuestras mentes de esa unión que formamos la
humanidad. No podemos dividirnos, porque entonces, vencerán.
He leí­do algunos escritos en los que se critican a aquellos que hablan de
conspiración en el Mundo. Y bueno, no síé si lo que les pasa a estos crí­ticos
es que, ciertamente, no dan para más que para criticar, o es que forman
parte del mismo mecanismo para que sigamos en la inopia.
Todos aquellos que intentaron dominar el Mundo tuvieron contacto, de una
forma u otra, con conocimientos ocultos. Y seguramente, se valieron de
esos conocimientos hermíéticos para sus fines. Napoleón o Hitler, pueden
servir como ejemplos de ello. Si buscan los lazos que unen a todos los
personajes u organizaciones que intentaron conseguir este dominio a lo
largo de los tiempos, encontrarán las respuestas. Algunos de ellos
coincidieron en la misma íépoca con otros que perseguí­an el mismo fin, y
pelearon entre sí­. Intentaron eliminar a la competencia. Tambiíén hemos
sufrido las consecuencias de esto. Esos conocimientos ocultos de los que
hablo, son aquellos en los que se sustenta el funcionamiento de la
existencia y donde se descifran las leyes de Dios. Pero en vez de utilizarlos
para el bien, lo utilizaron para el mal, para su propio beneficio. Los demás
“mortales”, al ignorar este propósito, seguí­an las pautas que íéstos les
marcaban, de manera que, de forma inconsciente, estaban sirviendo a un
plan donde sólo les esperaba sufrimiento. Sabí­an que si eran capaces de
manipular nuestra forma de actuar, de pensar y de sentir, podrí­an controlar
el resultado de los hechos. El poder del pensamiento es inmenso. Y ellos se
encargaron de unificar estos pensamientos para que dieran como resultado
aquello que querí­an. Quizás, en este punto, les pueda venir a la mente el
objeto de las religiones. Pero utilizar esos conocimientos para hacer daño a
los demás nunca tiene buen fin. Quizás no lo parezca, máxime si nos
ceñimos a los conceptos ilusorios del tiempo y del espacio y desde la
errónea percepción de la vida, pero les aseguro que todo lo que hacemos,
pensamos y sentimos, emite una energí­a en forma de boomerang que, tarde
o temprano, llega a nosotros. Tambiíén les digo que sólo el cuerpo vive una
vida desde el nacimiento a la muerte. El espí­ritu estuvo y estará. Sólo se
transforma, como energí­a que es. Y aquel que va por la vida causando
daño, lo recibirá de igual forma en algún momento de la eterna vida del
espí­ritu.

No es Dios quien castiga, somos nosotros los que, actuando de una manera
u otra, creamos nuestros caminos.
¿Y, entonces, por quíé han causado tanto mal algunos de los que sí­ conocí­an
la verdad?. Lo cierto es que, me cuesta entenderlo.
Quizás cayeron en la misma trampa que crearon y sucumbieron ante el
materialismo y la superficialidad. O quizás se creyeron tan poderosos que
creí­an poder burlar los designios de Dios. De cualquier forma, su tiempo se
acabó. Esta tierra podrí­a haberse convertido en paraí­so hace mucho tiempo
si aquellos que gobernaron hubiesen sido sinceros con todos los que
vivimos en ella. Podrí­amos estar viviendo en armoní­a, en un aura de
Felicidad y en ausencia de sufrimientos. Esto no es ninguna quimera.
Piensan que somos un rebaño de ovejas imbíéciles. Y tenemos que hacerles
ver que están equivocados.