El equipo de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), fue tan convincente al urgir la aprobación de un plan de compra masiva de deuda pública y privada que los gobernadores de los bancos centrales de la zona euro fueron incluso más allá de la propuesta inicial. Eso es lo que se desprende del acta de la última reunión del consejo de gobierno de la institución, un documento que se publica por primera vez. Los papeles revelados por el supervisor señalan que una “amplia mayoría†de los participantes en la reunión respaldó en el último momento elevar el ritmo mensual de compras, de 50.000 a 60.000 millones de euros.
La decisión, dada a conocer por Draghi en la conferencia de prensa tras el consejo de gobierno del 22 de enero, supone acelerar la inyección de los 1,1 billones previstos, al hacerla en un periodo más corto: de la propuesta inicial de 22 meses (de marzo de 2015 a diciembre de 2016) se pasó a otra de 19 meses (de marzo de 2015 a septiembre de 2016). De este modo, los 60.000 millones al mes —unos 45.000 millones en bonos públicos, el resto son compras de cíédulas hipotecarias y títulos de deuda empresarial que ya estaban en marcha— se erigen como referencia hasta que el BCE considere que el objetivo a medio plazo (acercarse al 2% de inflación) se cumple, algo que los expertos creen muy difícil lograr en el periodo fijado inicialmente.
Con la primera publicación de un acta, el BCE emula lo que otros bancos centrales (como la Reserva Federal, el Banco de Japón o el Banco de Inglaterra) llevan haciendo años: revelar los argumentos y posiciones que se esgrimen en los puentes de mando de la política monetaria. En el caso de las minutas de la Reserva Federal, por ejemplo, los analistas miran ahora con lupa su contenido para tratar de anticipar cuándo el banco central estadounidense subirá los tipos de interíés.
El BCE se estrenó a lo grande, con una síntesis de cómo fue la cita del 22 de enero, en la que el supervisor del euro dio un paso histórico: incorporar la compra masiva de deuda pública a sus herramientas de política monetaria para reactivar la inflación. En enero, los precios de la zona euro retrocedían un 0,6% anual, un nuevo mínimo. Y el acta da fe de cómo un miembro del comitíé ejecutivo de Draghi, Peter Praet, el economista jefe del BCE, llegó a invocar el riesgo de que se estíén formando “presiones deflacionarias†para urgir a tomar una decisión.
El acta aclara que todos los participantes en la reunión —además de los seis miembros del comitíé ejecutivo, votaban 15 de los 19 gobernadores por el sistema rotatorio introducido este año— consideran que la compra de deuda pública en los mercados secundarios es un instrumento de política monetaria válido. Pero “algunos miembros†del consejo de gobierno tambiíén dejaron claro que no veían “una necesidad urgente†de adoptar esa medida en la reunión de enero.
Lo que no hay en la nota distribuida es una relación de quiíénes votaron a favor del plan Draghi, y quiíénes se opusieron, ni tan siquiera de su número. Las diferencias en este aspecto con las minutas de la Reserva Federal, una referencia en esta política de transparencia, son patentes: la división por países (el Bundesbank alemán ha dejado claro que se opuso a la compra de deuda pública en enero) sigue pesando en el BCE.
Según el resumen difundido por el eurobanco, los opositores al plan Draghi insistieron en que la compra de bonos implicaba importantes riesgos y efectos colaterales, “particularmente relacionados con el marco institucional de la unión monetariaâ€, que prohíbe al BCE financiar de forma directa a los Estados. Por ello, plantearon que “las compras de bonos soberanos debían seguir siendo un instrumento de contingencia de la política monetaria, para ser usado solo como último recurso en respuesta a un escenario extremadamente adverso, como una espiral deflacionariaâ€. Una condición que anticipa ya la conclusión a la que llegaron los contrarios al plan Draghi: “No hay evidencia de un riesgo serio de deflación, lo que claramente es un argumento contra la movilización del instrumento de compras de bonos en esta reuniónâ€.
La mayoría de los gobernadores de bancos centrales de la zona euro sí mostraron su respaldo a la línea argumental expresada por Praet: “En la situación actual, con una acusada debilidad en los precios, las caídas en los precios de las materias primas han acelerado la tendencia a la baja [en los precios] que ha sido evidente desde el inicio de la crisis de deuda, y ha aumentado el riego de que la inflación sea demasiado baja, demasiado tiempoâ€. El economista jefe del BCE añadió que “debía tenerse en cuenta que los riesgos derivados de no actuar en esta reunión pueden ser mayores que los riesgos de actuarâ€.
En enero tambiíén se sopesaron otras alternativas a la compra masiva de deuda, como la adquisición de bonos emitidos por empresas o limitar la compra de bonos soberanos a los títulos de máxima calidad. Pero, para “un amplio número de miembros†del consejo de gobierno, “las compras de deuda soberana es el único instrumento existente con la suficiente amplitud para suministrar el estímulo monetario necesario para lograr el objetivo de estabilidad monetaria del BCEâ€.
El documento arroja poca luz sobre cómo se llegó a una de las decisiones más controvertidas: limitar el riesgo compartido de forma conjunta por el BCE y los bancos centrales a un 20% de las eventuales píérdidas por la inversión en bonos. Solo se hace mención a una propuesta geníérica del comitíé ejecutivo y a que el acuerdo final se hizo por “consensoâ€.
Alejandro Bolaños