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Autor Tema: El rickshaw, rey pobre de las calles de Dacca...  (Leído 177 veces)

OCIN

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El rickshaw, rey pobre de las calles de Dacca...
« en: Abril 10, 2015, 10:32:24 am »

EFE



Colorido, barato y accesible, el rickshaw es dueño de las calles de Dacca, en parte culpable de sus terribles atascos y sustento para cientos de miles de personas de origen humilde que buscan un difí­cil Dorado en la capital de Bangladesh.

Su respaldo de capota plegable, pintado a mano con dibujos de animales, paisajes o actores de cine, y decorado con ornamentos de metal y tiras reflectantes convierte en icono a este triciclo de rústico asiento para pasajeros y un siglo de historia en el paí­s asiático.

El rickshaw es omnipresente: cuenta con un monumento en Dacca, las ríéplicas en miniatura son producto estrella en las tiendas para turistas; varias empresas comercializan el arte rickshero por internet, y las competiciones para recaudar fondos beníéficos con carreras de novatos, especialmente extranjeros, son habituales.

Sumados juntos, todos los vehí­culos motorizados de la cada vez más populosa Dacca, con unos 16 millones de habitantes, no alcanzan en número a los rickshaws, cuyo parque está estimado por fuentes del sector consultadas por Efe en entre 800.000 y 1.000.000.

Pero nadie lo sabe a ciencia cierta, pues la administración municipal dejó de emitir licencias en los años 80, así­ que en la capital bangladesí­ apenas 80.000 rickshaws están autorizados a circular sobre el papel, una díécima parte de los que realmente hay.

"No concedemos nuevos permisos porque no estamos interesados en que haya más vehí­culos en la ciudad, hay demasiados. Solo renovamos las licencias existentes", explica a Efe un funcionario de la corporación de Dacca Norte, Mumtazudí­n Ahmed.

Ahmed asegura que a veces las fuerzas del orden llevan a cabo "operaciones contra flotas ilegales de rickshaws", aunque admite que "Dacca es una ciudad muy poblada donde la gente necesita estos vehí­culos para desplazarse por sus muchos estrechos callejones".

"Lo utilizo porque es fácil para viajar, no es muy caro y es divertido", argumenta el joven Jehan Khan, mientras se apretuja junto a otras dos personas en el asiento.

La población recurre a íél para moverse y los conductores para sobrevivir y dar sustento a sus familias: unos tres millones de personas dependen directamente de los escasos ingresos de estos ciclistas.

"Trabajo cada dí­a sin descanso, unas doce horas por jornada. Llevo cuarenta años pedaleando y es lo único que puedo hacer para ganar dinero. Apenas me llega para llenar el estómago", explica Mohamed Touraq, un anciano conductor.

"No es sencillo, cansa mucho, recibo golpes (de otros vehí­culos) cada dí­a y un par de veces por semana tengo que hacer alguna reparación", agrega.

Con sus carreras, Touraq amasa entre tres y cuatro dólares al dí­a pero debe entregar en torno a un tercio de esa cantidad al propietario del rickshaw.

"La mayorí­a de los conductores son inmigrantes. La pobreza los empuja fuera de las zonas rurales. Aunque sea poco, en la ciudad ganan más dinero. Mucha gente tiene contactos familiares o de amigos para poder conducir un rickshaw", explicó a Efe el jefe del Departamento de Sociologí­a de la Universidad de Dacca, Monirul Islam.

Según Islam, la no concesión de nuevas licencias provoca que circulen con la misma matrí­cula hasta veinte y treinta vehí­culos, flotas controladas por propietarios que se granjean relaciones con las autoridades y fuerzas del orden para mantener el negocio.

Los rickshaws dominan así­ el paisaje urbano y, pese a tener restringida la circulación por las avenidas principales, se acaban imponiendo como el medio más recurrente para desplazarse y el más seguro durante los frecuentes bloqueos de transporte que suelen acompañar a las crisis polí­ticas del paí­s.

En el mundillo de los rickshaws existe la teorí­a de que el primero de estos vehí­culos que circuló en Bangladesh lo hizo probablemente en la ciudad portuaria de Chittagong (sureste) a principios del siglo XX y fue importado de Myanmar (Birmania).

Hoy en dí­a la mayorí­a son fabricados localmente, muchos de ellos en pequeños talleres en los que el proceso de montaje y decoración dura alrededor de cinco dí­as y sitúa el precio final del producto en unas 21.000 takas (270 dólares).

Tambiíén se estila cada vez más la versión elíéctrica del vehí­culo.

Al triciclo se le acopla un pequeño motor y una baterí­a recargable que hacen que el precio se doble pero ahorran a los reyes de las calles de Bangladesh un esfuerzo fí­sico impagable.


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