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Autor Tema: Infiltrados en las redes de la masonerí­a  (Leído 599 veces)

Scientia

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Infiltrados en las redes de la masonerí­a
« en: Abril 14, 2015, 07:25:08 pm »
http://gaceta.es/noticias/serge-abad-gallardo-masoneria-cristiano-francia-eutanasia-aborto-deje-mason-libroslibres-13042015-2310


Infiltrados en las redes de la masonerí­a
R. Moreno

“Pisar la mitra del Papa y vengar la muerte de los templarios”, algunos de los ritos de ese oscuro clan, según revela a GACETA.ES el exmasón Serge Abad-Gallardo.

“Uno de cada tres ministros del Gobierno de Hollande eran masones, de varias obediencias”. Así­ lo asegura a GACETA.ES Serge Abad-Gallardo, un arquitecto francíés de padres españoles, que estuvo en la masonerí­a durante 25 años. Llegó al grado 12 y perteneció a la obediencia de Derecho Humano, una de las más importantes en Francia. 
Explica que en el paí­s galo todas las personas que tienen un poder o nivel social alto pertenecen a íéste clan, cuajado de diputados, senadores y altos funcionarios del Gobierno. "Son 400 masones y mantienen reuniones denominadas fraternidad parlamentaria", destaca.
Informa, por ejemplo, de que “desde 2004 los masones trabajan en la Ley de la eutanasia”, que, a su juicio, terminará saliendo adelante en el Gobierno y en la Asamblea Nacional, "como el aborto, el divorcio y el matrimonio homosexual". Por el momento, los diputados aprobaron el pasado 17 de marzo, con una amplia mayorí­a, la normativa que permite la sedación profunda y continua de los pacientes en fase terminal.
Asimismo, dice que esas ideas tambiíén las promocionan en prensa y que precisamente en el caso de la eutanasia llevan años vendiíéndola así­: ¿Prefieres morir rápidamente sin sufrir si tienes una enfermedad muy grave o hacerlo poco a poco, en varios meses?. Critica que, en cambio, "no hablen de la manera de quitar el dolor, ni de la de acompañar a una persona hasta la muerte con la espiritualidad cristiana, para sumar apoyos a favor".
“Buscan que la laicidad se expanda”

Abad-Gallardo estuvo en la masonerí­a desde 1989 al 2013. Se marchó al descubrir la imposibilidad de ser masón y católico a la vez, y eligió seguir el camino cristiano, que habí­a abandonado en la niñez. Su conversión nació durante una peregrinación a Lourdes. Las vivencias de ese periodo de su vida las recoge en Por quíé dejíé de ser masón, de la editorial LibrosLibres, del que desgrana algunas pinceladas en este diario.
“Mi Cristo es Dios, y el suyo un filósofo, un iniciado como un Gandhi o un Buda, pero te lo ocultan para que continúes el camino”, detalla Abad Gallardo, que se sintió impactado al ver “tantas personas anticatólicas y muy anticlericales”, y comprendió que “la masonerí­a quiere destruir la Iglesia católica y reemplazarla”.
“Pretende hacerlo desde el Poder. Tanto en el Gobierno francíés, como en la Cortes hay muchos diputados masones, y aunque unos sean de derechas y otros de izquierdas tienen un mismo objetivo: una sociedad donde la laicidad se expanda”, subraya. Indica tambiíén que los Ejecutivos favorables a la masonerí­a "piensan que el individuo puede hacer lo que quiera".
Ritos escabrosos

Preguntado por ritos escabrosos destaca que “ha oí­do, pero no vivido, que el grado 30 tiene que pisar la mitra del Papa. He leí­do rituales del grado 18 en los que a Jesús lo transforman totalmente, algo peligroso porque te equivocan el espí­ritu, y en otro grado, creo que el 14, dicen al que ingresa que la Iglesia mató a los templarios y que hay que vengarse”.
Además, afirma que de fraternidad, como pensaba, poco. "Hay clanes en busca del poder masónico y tus amigos te cogen con ellos para una lucha interna”, desgrana. De magia, tambiíén nada. En este sentido, dice que cuando un masón pasa al grado segundo hace cinco viajes, en los que ya va con los ojos al descubierto y ve que una persona camina detrás, con un ovillo en la mano poniendo clavos y dando forma a una estrella. “Parece mágico, pero el ritual ha sido hecho de tal manera que los movimientos en la logia formen esa estrella”, añade.
Detalla que el grado máximo de la masonerí­a es el 30, si bien se eleva hasta el 33, pero íésos son administrativos únicamente. ¿Y cómo acceden? “Hay dos formas. Por un lado, enviar una carta, por ejemplo, a la Federación Nacional de Parí­s, que irá directamente a la máxima autoridad masónica de la ciudad, que te hará contactar con alguien. La otra forma para entrar es que un conocido, tras observarte durante un tiempo, un dí­a te suelte: Te voy a contar un secreto: soy masón y si te interesa puedes ingresar’". Esta última fue su caso.
Los tres viajes

Tambiíén relata que quien pretende traspasar la puerta tiene que someterse a un interrogatorio sobre familia, trabajo, economí­a y filosofí­a, cuyas indagaciones leen luego en logia, se someten a votación, y para ser aceptado tiene que sacar, al menos, un cuatro sobre cinco. En la siguiente cita durante una hora en un gabinete de reflexión y tendrá que escribir un testimonio filosófico, para despuíés pasar por tres pruebas de iniciación, cuenta.
Han de hacer “tres viajes con los ojos vendados”. “En el primero hay música y mucho ruido de fondo. Andas hacia la derecha, para la izquierda, estás totalmente perdido, y de repente alguien te dice para y te purifican con el aire. En el segundo, los movimientos son menos brutales y te purifican con el agua, mientras que el último es sosegado, tu acompañante te guí­a y alcanzas al venerable maestro, que te purifica con fuego”, manifiesta.
“Ahora tú has visto la luz”

“Posteriormente, te hacen una prueba con tres copas, y los ojos tapados. La primera está buení­sima, es como un vaso de jerez dulce. La segunda, muy amarga, y tienes que decidir entre ellas antes de la tercera, que sabe un poco dulce, a agua y a vino. Te explican que se trata de algo simbólico y que a uno le parece todo muy bien cuando alcanza un camino nuevo, pero que despuíés llegan las desilusiones, pero que si continúas en el de la verdad, las cosas se ponen más tibias”, prosigue su relato.
Dice que acto seguido les quitan el vendaje y se encuentran frente a los masones ataviados con sus trajes y espadas, y una luz, el delta luminoso, que te presentan como la luz del espí­ritu. “Ahora tú has visto la luz”, les espetan.
Respecto a la masonerí­a española solo conoce que "en 2004-2005 hubo contactos entre la francesa y la de Barcelona, que entonces empezaba a crecer".
Afirma no temer las consecuencias por destapar todo esto, aunque asegura haber sufrido “amenazas” e “insultos en periódicos” tras publicar su libro en Francia. “A los 40 me hubiera acarreado no ascender más en el trabajo, pero a los 60 eso ya no me preocupa”, concluye.