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Autor Tema: ¿Gente toxica o vampiros emocionales?  (Leído 643 veces)

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¿Gente toxica o vampiros emocionales?
« en: Enero 11, 2016, 11:53:44 pm »
http://micartastral.com/son-gente-toxica-o-vampiros-emocionales/


¿SON GENTE Tí“XICA O VAMPIROS EMOCIONALES?


El Dr. Bernstein (psicólogo clí­nico, terapeuta y experto en vampiros), dice “que son diferentes de la gente normal, pueden parecer más atractivos, más emocionantes, inteligentes, encantadores, creativos… pero “su necesidad” es superior a cualquier otra y asumen que las reglas no son para aplicarlas a ellos mismos, si no a la gente corriente. Nunca se sienten culpables y cuando se les descubre, se muestran rabiosos y manipuladores, y cambian sus formas. Desempeñan tan bien su papel, que engañan a los demás con bastante frecuencia.”

Daniel y Kathleen Rhodes dicen “que son depredadores emocionales que desean aspirar la energí­a de otras personas, acechan a su presa en las sombras, no son gente especial, si no gente normal con la que convivimos todos los dí­as, que “chupan” nuestra energí­a mental y emocional; muchos de estos depredadores saben exactamente cuánta frustración y ansiedad inflingen, mientras que otros, no tienen conciencia del daño que causan y la ví­ctima tampoco es consciente de ello en muchas ocasiones”.

¿Quíé es un depredador emocional?


 
Estos “vampiros” manipulan, utilizan, y abusan psicológicamente de los amigos, parientes, e incluso extraños, controlando situaciones y gente para sus propósitos, estos “chupadores de sangre” ganan fuerza para seguir haciíéndolo una y otra vez”.

Well despuíés de investigar este tema ha llegado a la conclusión que muchos de estos vampiros emocionales usan Internet para sus propósitos.

Los vampiros emocionales, “Prohibido el paso”

El agresor psí­quico suele fijarse en las personas díébiles y vulnerables mentalmente, y las escoge como ví­ctimas. Lo primero que hace es sugestionar al sujeto con impresiones negativas que minan su seguridad. Pero para que esa fuerza exterior sea efectiva, nosotros tenemos que darle permiso para que su negatividad entre en nuestra mente.

Pero,¿en quíé ocasiones damos autorización a los vampiros para actuar? Simplemente cuando reaccionamos con inseguridad a las observaciones mal intencionadas que nos hace, porque siembra en nosotros la desorientación y, en pocos segundos, hemos comenzado a sentirnos mal por causa de estos comentarios. Por ello, lo mejor es hacer caso omiso a las observaciones “aparentemente” inofensivas que realizan estos individuos, que mediante un lenguaje suave y tenue, pero cargado de intenciones desmoralizadoras tratar de minar nuestra autoestima.

En suma, en cuanto haya una fisura emocional, el agresor psí­quico atacará porque nosotros mismos le habremos allanado el camino para absorber nuestra energí­a. Con ello comienza un proceso de destrucción al que contribuye el ladrón de energí­a y la propia ví­ctima, que inicia un proceso de autodestrucción al dejar que los comentarios del vampiro emocional le afecten.

OJO, nosotros tambiíén podemos ser “vampiros de nosotros mismos” cuando algún ladrón de fuerza vital está cercano.

Retrato del vampiro emocional

El ladrón de energí­a suele padecer un comportamiento enfermizo, y se caracterizan por su melancolí­a y su tendencia a la depresión. Su falta de energí­a la compensan alimentándose de la actitud vitalista de otros. Como son incapaces de generar la actitud positiva adecuada para sentirse bien por sí­ mismos, inconscientemente, para compensar esa deficiencia, buscan ví­ctimas que les alimenten. Así­, logran abastecerse robando la energí­a aní­mica de los que les rodean.

¿Quíé hacer ante un “chupa energí­a”?

Lo primero que has de hacer es tener una actitud mental positiva.

Para sobrevivir a todos los ladrones de energí­a, es necesario crearnos una “segunda piel”: un verdadero escudo protector generado por una correcta visualización y programación de emociones útiles y positivas.

Si somos capaces de conseguirlo, notaremos los resultados en nosotros mismos y en todas los dominios de nuestra vida. Para ello no tienes que hacer caso a las observaciones que realice con tan mala intención, y piensa en cosas positivas.

Cuando el agresor psí­quico se fije en un aspecto negativo sobre ti, piensa en uno positivo que tu tengas, y sobre todo, tienes que saber que lo que dice no es verdad, simplemente, se inventa algo malo sobre ti porque te ve inseguro y sabe que su observación te va a causar mal, aunque sea falsa. Así­ que haz acopio de toda tu fuerza positiva e ignora a los ladrones de energí­a. y sobre todo… ¡no dejes que te arruinen la vida!

¿Cómo podemos darnos cuenta de que algo de esto está sucediendo?

La razón de estas actitudes, es que las emociones fuertes sean de la clase que sean son muy adictivas – el pis de su pareja, el aferrarse a un amigo, el flirtear con personas a las que gustamos, sin tener intención de entregarle nada, discutir con alguien sobre un tema que sabemos que tiene emociones fuertes sobre el tema, puede haber muchas manifestaciones de vampirismo emocional en la vida cotidiana.

¿Cómo podemos darnos cuenta de que algo de esto está sucediendo? Es simple, si estamos en una relación que nos deja agotados emocionalmente al final del dí­a, probablemente deberí­amos preguntarnos el por quíé, si nuestra relación parece discurrir en una agitación constante, deberí­amos preguntarnos el por quíé.

Aunque usted piense que podrá, nunca ayudará a esta clase de personas a tener emociones y sentimientos que le alejen de esta necesidad de vampirizar emocionalmente a su pareja, lo más probable es que nunca lo consiga, en cuanto le hayan utilizado para “alimentarse” se irán a buscar a la ví­ctima siguiente, no importa quíé le digan, ni quíé excusas pongan, en realidad este tipo de individuos no quieren su ayuda, usted es para ellos tan sólo un “alimento emocional”, son incapaces de sentir emociones ni sentimientos por nadie, su necesidad de alimentarse de su energí­a sin entregar la suya a cambio, es superior a cualquier otra necesidad. Sea prudente y estíé alerta ante esas personas que le piden todo a cambio de nada.

Amenaza invisible

El primero es el vampiro invisible. Y es que muchas veces, el comportamiento de estas personas no es abiertamente tóxico, por decirlo de esta forma. Por lo tanto, es difí­cil reconocerlas y `neutralizarlas’. Despuíés de todo, son pocos los que no captan cuando alguien se comporta de una manera grosera o desagradable con ellos, o cuando trata de ofenderlos de acción o de palabra. Pero dicen que no hay peor contrincante que un enemigo invisible, y es verdad.

Muchos vampiros emocionales operan `por debajo del radar’. En otras palabras: su comportamiento tóxico no es evidente; este se oculta detrás de una actitud o unas palabras inocentes. Esto se debe a que ellos enví­an `mensajes dobles’, que es el arte de decir una cosa aparentemente inocua, e insinuar otra muy diferente.

Por ejemplo: `Quíé bien te queda ese vestido’, dice tu `mejor amiga’… antes de agregar: `Incluso te hace cintura’. `Quíé bien te ves… para tu edad’. Este tipo de comentario tambiíén se conoce como `el dulce envenenado’, porque, detrás del elogio, siempre hay una crí­tica implí­cita.

El vampiro solapado tambiíén suele recurrir al humor como una forma de atacarte sin dar la cara ni sufrir las consecuencias. La regla que funciona aquí­ es la siguiente: si íél o ella bromean con que tienes sobrepeso o no encuentras pareja… no debes ofenderte, porque se trata de una broma.

Cuando Susana, un ama de casa de 32 años, le pidió a su suegro que no le hiciera más chistes sobre su peso, íél no solo le hizo sentir que ella era una acomplejada sin el mí­nimo sentido del humor… `sino que acabó dándome cátedra sobre la importancia de quererme tal como soy. O sea, que el problema acabíé siendo yo’, contó, indignada.

El lenguaje corporal tambiíén es una estrategia muy común de los vampiros emocionales. Te dicen `Respeto tu decisión’… con una sonrisa cí­nica en la cara; juran que te aprecian… con los brazos cruzados; te piden que les creas… y desví­an la mirada (a veces el gesto es tan sutil, lo que los psicólogos llaman una microexpresión, que no lo captas a nivel consciente; pero sientes que algo simplemente no `cuadra’). Ellos te dicen una cosa, pero tú percibes todo lo contrario. Esta discordancia crea una confusión interior que, a la larga, te drena.

Vale aclarar que, muchas veces, el vampiro emocional no opera a nivel consciente; no sabe el efecto que tiene en los demás. Simplemente, es su forma de ser. Como tambiíén ocurre con el segundo ejemplar.

Vampiro a la vista…

La segunda clase de vampiro emocional es más fácil de detectar, pero no menos difí­cil de sobrellevar. Estos son algunos de los ejemplares más comunes, de acuerdo con las teorí­as de las expertas en relaciones interpersonales Cheryl Richardson, autora de Take Time for Your Life(Toma tiempo para tu vida) y la doctora Lillian Glass, autora de Toxic People (Gente tóxica).

1. Los negativos.

Ven el mundo a travíés de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí­, pero a mi edad…’, apunta ella. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.

2. Los quejosos.

Se pasan la vida lamentándose de lo mismo —y `lo mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economí­a—, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Despuíés de una sesión maratónica de quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.

3. Los criticones

Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las crí­ticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la pelí­cula, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!

4. Los belicosos.

Cualquier incidente, por mí­nimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu espí­ritu.

5. Los díébiles e indefensos.

Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí­ mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energí­a. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí­ mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, despuíés de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.

6. Los sarcásticos.

Sus comentarios —crueles, burlones, en fin: sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espí­ritu. Despuíés de una sesión de ironí­as y comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada.. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más duele.

7. Los catastróficos.

Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban con tus nervios.

Un peligro real

Daniel Goleman, autor del best seller internacional La inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos causan estas personas va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su último libro, Social Intelligence (Inteligencia social), nuestros intercambios diarios con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la estructura fí­sica de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta todas las cíélulas del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel geníético.

En otras palabras: nuestra reacción ante los demás tiene un impacto biológico en nuestro organismo, ya que durante un contacto social segregamos hormonas que afectan desde nuestro corazón hasta nuestro sistema inmunológico. Según Goleman, las buenas relaciones son como una vitamina; las malas, como un veneno. Y no solo eso: las emociones ajenas son contagiosas, lo mismo que un catarro. ¿Entiendes ahora por quíé es tan importante neutralizar a los vampiros emocionales?

Los pasos claves

1. Reconocerlos. Determina en quíé categorí­a cae esa persona que te deja drenada aní­micamente. De esta manera nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.

2. Mantener el balance interior. Para evitar el contagio, muchas veces entender por quíé esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es ella, y no tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.

3. Alejarte. Si esta persona no es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.

4. Sanar la relación. Si la relación es importante para ti, Cheryl Richardson aconseja que le dejes saber a esa persona de quíé manera te está afectando. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estíén en buenos tíérminos, debes llamarla aparte y dejarle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. “Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más”. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para las dos.



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Re: ¿Gente toxica o vampiros emocionales?
« Respuesta #1 en: Enero 12, 2016, 08:43:21 pm »

https://lamenteesmaravillosa.com/como-te-afectan-las-relaciones-con-gente-toxica/

Cómo te afectan las relaciones con gente tóxica
Por desgracia, la gente tóxica conforma un fenómeno muy habitual en la sociedad en la que vivimos. Un mal absolutamente innecesario, pero que se ha implantado con mucha fuerza entre el común de un buen número de mortales.

Dado que hay gente tóxica por doquier, es muy difí­cil desligar nuestras relaciones de ellos, o impedir que entren en nuestros cí­rculos. Por ello es importante estar atentos y saber identificarles.

“Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.”
-Mateo Alemán-
No obstante, no siempre es sencillo identificar a la gente tóxica. Sin embargo, hay formas que no suelen fallar. Dado que ellos han aprendido a camuflarse bien entre la multitud, hay que encontrar las tíécnicas para alejarlos de nosotros y nuestro ambiente.

¿Cómo identificar a la gente tóxica?
La variedad de gente tóxica que podemos encontrar hoy dí­a en el mundo es enorme. Por tanto, no podemos identificar a todos de la misma forma si usamos tíécnicas externas. No obstante, tenemos las internas, que son más útiles si caben.

Conejos gigantes manipulando a personas

Como tíécnicas externas, podemos definir aquellas que usamos para observar los comportamientos habituales e inherentes de la gente tóxica. Sin embargo, el virus que crean evoluciona y descubre nuevas formas de seguir haciendo desgraciados a los demás para fortalecer su confianza, dado que tienen poca seguridad en si mismos y necesitan el dolor ajeno para su autoafirmación.


 
Sin embargo, las tíécnicas internas son muy fiables, dado que su uso refleja cómo esa gente tóxica nos hace sentir a nosotros mismos. No debes buscar la solución en los demás, sino en tu propio interior.

Para hacer uso de las tíécnicas internas, debes tener un grado de seguridad en ti mismo bastante elevado, de lo contrario, podrí­as confundir sentimientos y reacciones. Si eres una persona feliz y plena, no tendrás problema para identificar gente tóxica, pues notarás enseguida, en el fondo de tu propio ser, que algo no va bien con la persona que trata de hacerte daño de forma velada y nocturna.

Cómo te afecta la gente tóxica
Identificar a la gente tóxica por cómo afecta su actitud y acción hacia ti, siempre que tengas una psique equilibrada y una existencia feliz y plena, es relativamente sencillo. Recuerda que, a la más mí­nima sospecha de que alguien no se comporta como debiera, debes poner todos tus sentidos alerta. Pero no olvides tampoco estudiar a esa persona. Aun así­, ira dentro de ti, en tus sentimientos, reacciones y actos hacia ese ser.

Si sientes que lo que hace una persona te afecta de forma í­ntima, aunque sea muy velado y apenas perceptible, comienza a sospechar, pues tal vez ese supuesto amigo o conocido no es tan limpio y justo como quiere hacerte pensar.

En el momento en que sientas perder tu equilibrio mental, emocional y sentimental, estudia en profundidad dentro de tu propio ser quíé es lo que va mal, y por dónde llegan esos efectos que amenazan tu estabilidad.

Lo más probable, si eres perfectamente sincero contigo, y miras en lo profundo de tu corazón, es que descubras que los efectos negativos sobre tu vida llegan desde el mismo origen, una persona o gente tóxica que puede que estíé muy bien parapetada bajo el disfraz de alguien simpático, amable o conciliador. O tal vez no. Eso lo verás tú mismo.

No obstante, es importante que, en cuanto observas que algo falla dentro de ti, estíés atento para cortar de raí­z cualquier tipo de relación que, de enquistarse, acabe convirtiendo el problema en una gran bola de nieve imposible de parar. Eso arrastrará todo tu trabajo y equilibrio y destrozará lo que con esfuerzo, mimo y cariño, has construido para ti y tu gente.

“El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos.”
-Epiceto de Frigia-
 Mujer hablando al oí­do a otra

¿Quíé te hace sentir la gente tóxica?
Si de repente, aún estando en paz contigo mismo, comienzas a sentir remordimiento, un sentimiento de culpa muy profundo, una especie de ninguneo de personas que antes te amaban, un leve efecto depresivo o una responsabilidad desproporcionada hacia gente que no te corresponde, es probablemente el efecto de alguien tóxico que te manipula.

Los sentimientos que la gente tóxica generan en una persona son negativos y están relacionados con disminuir la autoestima y ejercer el control y la manipulación del otro. Todo depende de si la otra persona se deja o no influenciar por ellos, si les otorga algún grado de credibilidad.

Estos sentimientos y estados emocionales son fácilmente identificables por aquellos que están seguros de sí­ mismos, tienen en paz sus sentimientos y hablan con su corazón y emociones con toda sinceridad.

Así­ que, si aún no eres sincero contigo mismo, trata de comenzar ese diálogo con tu corazón, y empieza a conocerte a ti mismo. Verás como será mucho más fácil ser feliz, identificar a la gente tóxica, y rodearte únicamente de aquellos que realmente te aman.

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Re: ¿Gente toxica o vampiros emocionales?
« Respuesta #2 en: Enero 18, 2016, 07:43:21 pm »
http://elpais.com/elpais/2013/03/01/eps/1362166637_204041.html
Personas ví­ricas que consumen energí­a



Llegan, nos contagian sus emociones negativas y nos dejan sin fuerzas.
Defenderse y protegerse de este tipo de personas es una obligación.
Parar los pies a los ví­ricos victimistas no es abandonarles sino invitarles a tomar las riendas.




Seguro que usted se ha visto alguna vez en esa situación en la que despuíés de mantener una conversación con un amigo se ha sentido desolado, ha contemplado el mundo con más tristeza y menos entusiasmo que antes de empezar la conversación, o ha pensado: “Madre mí­a, a este amigo no le pasa nada bueno, siempre tiene una queja”. Y en situaciones extremas, ha escuchado el telíéfono, ha visto el nombre de la llamada entrante y ha dejado de atenderlo porque sabe que esa persona, de alguna manera, le va a complicar la vida: le va a contar un nuevo problema o seguirá hablando de su monotema, por lo general con temática “desgracia”. La pregunta que uno se plantea siempre despuíés de pasar un rato con las personas ví­ricas es: “¿Y yo quíé necesidad tengo de estar oyendo esto?”.

¿Quiíénes son las personas ví­ricas? Aquellas que llegan y le contagian de mal humor, de tristeza, de miedo, de envidia o cualquier otro tipo de emoción negativa que hasta ese momento no se habí­a manifestado en su cuerpo. Es igual que un virus: llega, se expande, le hace sentir mal y cuando se aleja, poco a poco, usted recobra su estado natural y, con suerte, lo olvida.

El origen de la persona ví­rica puede ser variado: el mal genio, la envidia, la falta de consideración, el egoí­smo, la estupidez o la falta de tacto. Lo importante es verse con recursos suficientes para protegerse del contagio. El mundo está lleno de personas ví­ricas de diferentes tipologí­as, unas menos dañinas y otras malíévolas que dejan memoria y cicatriz.

Ví­ricos pasivos. En esta categorí­a incluyo a los victimistas, los que echan la culpa de todo su mal a los que tienen alrededor, nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Si les escucha y a usted le va bien, llegará a sentirse mala persona por disfrutar de lo que los victimistas no tienen. Y no porque no tengan posibilidad de hacerlo, sino porque han aprendido a obtener la atención a travíés de la queja y eso es cómodo. Se sienten maltratados por la vida y abandonados de la suerte. Por supuesto, le hacen sentir mal a quien no les presta la atención de la que se creen merecedores. Con estas personas sufrirá el contagio del virus tristeza, frustración y apatí­a.

“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien” (Ví­ctor Hugo)
Ví­ricos caraduras. Son los que siempre le pedirán favores, pero a la vez no son capaces de estar atentos a sus necesidades. No mantienen relaciones bidireccionales en las que entreguen tanto como reciben. Tiran de otros sin preguntarles si están bien, si necesitan ayuda, si les viene bien prestársela en ese momento. Son egoí­stas y egocíéntricos, y en el momento en el que se deja de satisfacer sus necesidades comienza la crí­tica y el chantaje emocional. Con estas personas sufrirá el contagio del virus “siento que abusan de mí­â€, aprovechamiento y resignación.

Ví­ricos criticones. Viven de vivir la vida de otros porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para hablar de ella, así­ que destrozan todo lo que les rodea. No espere palabras de reconocimiento hacia los demás ni que hablen de forma positiva de nadie, porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. No saben competir si no es destruyendo al otro. Arrasan como Atila. Con estas personas sufrirá el contagio del virus desesperanza, vergí¼enza, incluso culpa si participa en la crí­tica. Y la culpa luego arrastra al virus del remordimiento.

Compañí­as peligrosas


ILUSTRACIí“N: JOSí‰ LUIS íGREDA
Frase
– “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”, de William Faulkner, narrador y poeta estadounidense, premio Nobel de literatura en 1949.
Canción
– ‘Las malas compañí­as’, de Joan Manuel Serrat.
Pelí­cula
– ‘Las amistades peligrosas’, con Glenn Close, John Malkovich,
Michelle Pfeiffer, Keanu Reeves y UmaThurman.
Ví­ricos con mala idea. Mantíéngalos bien lejos. Están resentidos con la vida, ya sea porque no han sido capaces de gestionar la suya o porque la suerte no les ha acompañado. Anticipan que las personas son interesadas y no esperan nada bueno de ellas. Todo lo interpretan de forma negativa, a todo el mundo le ven una mala intención. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo les debiera algo. No soportan que otros tengan íéxito, esfuerzo y fuerza de voluntad, porque estas actitudes de superación les ningunean todaví­a más. Con estas personas sufrirá el contagio del virus indefensión, inseguridad, impotencia y ansiedad.

Ví­ricos psicópatas. Para los que no lo sepan, no hace falta ser asesino en serie para ser un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, remordimiento y sin pasarlo mal. De estos hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto a propósito, pegan, amenazan y provocan que se sienta ridí­culo, menospreciado, y se cargan la autoestima. Ante ellos, salga corriendo, porque el que lo hace una vez, repite. Si le permite que le maltrate, usted terminará pensando que ese es el trato que merece. Con estas personas sufrirá el contagio del virus miedo y odio. Muy difí­cil de erradicar, perdura durante mucho tiempo en su memoria.

Mecanismos de defensa. Para evitar el contagio de los ví­ricos victimistas, lo primero que hay que hacer es pararles. Decirles que estará para ayudarles a tomar decisiones y solucionar problemas, pero no para ser el pañuelo en el que ahogan sus penas sin implicarse. Estas personas se acostumbran a llamar la atención con sus desgracias, pero son incapaces de responsabilizarse y actuar porque optan por el camino fácil: llorar.

Dí­gale que estará encantado de ayudarle siempre y cuando se movilice. Y si no lo hace, decida alejarse de alguien que ha tomado la decisión de ser un parásito toda la vida. No lo está abandonando, le está dando aliento para que actúe. Si decide no tomar las riendas de su vida, ser su paño de lágrimas, tampoco será una ayuda. Se gasta la misma energí­a quejándose que buscando soluciones. La primera opción consume y resta, y la segunda suma.

“La tristeza del alma puede matarte
mucho más rápido
que una bacteria”
(John. E. Steinbeck)
Ante el virus de pedir, el antivirus de decir no. Si usted no hace prevalecer sus necesidades y prioridades, ellos tampoco lo harán. Una cosa es ser solidario y otra muy distinta estar a disposición de todos y no estar nunca para uno mismo.

No permita que la persona ví­rica criticona haga juicios de otras personas que no estíén presentes. Si lo hace con otros, tambiíén lo hará cuando usted no estíé presente. No entre en su juego ni se identifique con esa conducta. Dí­gale que no le gusta hablar de personas que no están presentes. Y si se trata de rumores, dí­gale que no tiene la certeza de que el rumor sea cierto. Los rumores, la mayorí­a de las veces, son infundados, falsos o exagerados. Se propagan como el viento, y a pesar de que luego se compruebe que son falsos, el daño ya está hecho. Actúe como le gustarí­a que lo hicieran, con respeto, discreción y veracidad. Es más importante ser íético que evitar un conflicto con un criticón.

Y por último, no permita que nadie le falte al respeto y mucho menos le maltrate ni psicológica ni fí­sicamente. Como personas, todos merecemos un trato digno. Hágase valer. Pida ayuda, póngase en su sitio, no consienta una segunda oportunidad a quien le ha hecho daño. El que le daña no le quiere; olví­dese de justificarle por su pasado, su carácter, su educación, el alcohol o sus problemas. Nada, absolutamente nada, autoriza la falta de respeto y el maltrato fí­sico y psicológico. Y esto es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.

Rodíéese de personas de bien, que le quieran y que se lo demuestren, que le hagan feliz, con las que salga con las pilas recargadas. Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar. Hay mucha gente dispuesta a ello. No las deje escapar. Las personas estamos para ayudarnos, somos un equipo.