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Autor Tema: Crimen ( financiero ) contra la humanidad  (Leído 907 veces)

carlos88

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Crimen ( financiero ) contra la humanidad
« en: Noviembre 16, 2008, 03:31:02 pm »

Crimen (financiero) contra la humanidad

 La historia es conocida, y, en aquellos tiempos antiguos en que la escuela se proclamaba educadora perfecta, se le enseñaba a los niños como ejemplo de la modestia y la discreción que siempre deberí­an acompañarnos cuando el demonio nos tentara para opinar sobre lo que no conocemos o conocemos poco y mal. Apeles podí­a consentir que el zapatero le apuntase un error en el calzado de la figura que habí­a pintado, por aquello de que los zapatos eran su oficio, pero que nunca se atreviera a dar su parecer sobre, por ejemplo, la anatomí­a de la rodilla. En suma, un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. A primera vista, Apeles tení­a razón, el maestre era íél, el pintor era íél, la autoridad era íél, mientras que el zapatero serí­a llamado cuando de ponerle medias suelas a un par de botas se tratase. Realmente, ¿hasta dónde vamos a llegar si cualquier persona, incluso la más ignorante de todas, se permite opinar sobre lo que no sabe? Si no tiene los estudios necesarios es preferible que se calle y deje a los sabedores la responsabilidad de tomar las decisiones más convenientes (¿para quiíén?).
Sí­, a primera vista Apeles tení­a razón, pero solo a primera vista. El pintor de Felipe y de Alejandro de Macedonia, considerado un genio en su íépoca, ignoró un aspecto importante de la cuestión: el zapatero tení­a rodillas, luego, por definición, era competente en estas articulaciones, aunque fuera solo para quejarse, si ese era el caso, de los dolores que sentí­a. A estas alturas, el lector atento ya habrá entendido que no es de Apeles ni del zapatero de lo que se trata en estas lí­neas. Se trata, sí­, de la graví­sima crisis económica y financiera que está convulsionando el mundo, hasta el punto de que no podemos escapar a la angustiosa sensación de que llegamos al final de una íépoca sin que se consiga vislumbrar quíé y cómo será lo que venga a continuación, tras un tiempo intermedio, imposible de predecir antes de que se levanten las ruinas y se abran nuevos caminos. ¿Cómo lo hacemos? ¿Una leyenda antigua para explicar los desastres de hoy? ¿Por quíé no? El zapatero somos nosotros, todos nosotros, que presenciamos, impotentes, el avance aplastante de los grandes potentados económicos y financieros, locos por conquistar más y más dinero, más y más poder, con todos los medios legales o ilegales a su alcance, limpios o sucios, normalizados o criminales.

¿Y Apeles? Apeles son, precisamente, los banqueros, los polí­ticos, las aseguradoras, los grandes especuladores que, con la complicidad de los medios de comunicación social, respondieron en los últimos 30 años, cuando tí­midamente protestábamos, con la soberbia de quien se considera poseedor de la última sabidurí­a; es decir, aunque la rodilla nos doliera, no se nos permití­a hablar de ella, se nos ridiculizaba, nos señalaban como reos de condena pública. Era el tiempo del imperio absoluto del Mercado, esa entidad presuntamente auto reformable y auto regulable encargada por el inmutable destino de preparar y defender para siempre jamás nuestra felicidad personal y colectiva, aunque la realidad se encargase de desmentirlo cada hora que pasaba.

¿Y ahora? ¿Se van a acabar por fin los paraí­sos fiscales y las cuentas numeradas? ¿Será implacablemente investigado el origen de gigantescos depósitos bancarios, de ingenierí­as financieras claramente delictivas, de inversiones opacas que, en muchos casos, no son nada más que masivos lavados de dinero negro, de dinero del narcotráfico? Y ya que hablamos de delitos: ¿tendrán los ciudadanos comunes la satisfacción de ver juzgar y condenar a los responsables directos del terremoto que está sacudiendo nuestras casas, la vida de nuestras familias, o nuestro trabajo? ¿Quiíén resuelve el problema de los desempleados (no los he contado, pero no dudo de que ya son millones) ví­ctimas del crash y quíé desempleados seguirán, durante meses o años, malviviendo de mí­seros subsidios del Estado mientras los grandes ejecutivos y administradores de empresas deliberadamente conducidas a la quiebra gozan de millones y millones de dólares cubiertos por contratos blindados que las autoridades fiscales, pagadas con el dinero de los contribuyentes, fingen ignorar?

Y la complicidad activa de los gobiernos, ¿quiíén la demanda? Bush, ese producto maligno de la naturaleza en una de sus peores horas, dirá que su plan ha salvado (¿salvará?) la economí­a norteamericana, pero las preguntas a las que tendrí­a que responder están en la mente de todos: ¿no sabí­a lo que pasaba en las lujosas salas de reunión en las que hasta el cine nos ha hecho entrar, y no solo entrar, sino asistir a la toma de decisiones criminales sancionadas por todos los códigos penales del mundo? ¿Para quíé le sirven la CIA y el FBI, además de las decenas de otros organismos de seguridad nacional que proliferan en la mal llamada democracia norteamericana, esa donde un viajero, a su entrada en el paí­s, tendrá que entregar a la policí­a de turno su ordenador para que este copie el respectivo disco duro? ¿No se ha dado cuenta el señor Bush que tení­a al enemigo en casa, o, por el contrario, lo sabí­a y no le importó?

Lo que está pasando es, en todos los aspectos, un crimen contra la humanidad y desde esta perspectiva debe ser objeto de análisis, ya sea en los foros públicos o en las conciencias. No exagero. Crí­menes contra la humanidad no son solo los genocidios, los etnocidios, los campos de muerte, las torturas, los asesinatos selectivos, las hambres deliberadamente provocadas, las contaminaciones masivas, las humillaciones como míétodo represivo de la identidad de las ví­ctimas. Crimen contra la humanidad es el que los poderes financieros y económicos de Estados Unidos, con la complicidad efectiva o tácita de su gobierno, frí­amente han perpetrado contra millones de personas en todo el mundo, amenazadas de perder el dinero que les queda despuíés de, en muchí­simos casos (no dudo de que sean millones), haber perdido su única y cuántas veces escasa fuente de rendimiento, es decir, su trabajo.

Los criminales son conocidos, tienen nombre y apellidos, se trasladan en limusinas cuando van a jugar al golf, y tan seguros están de sí­ mismos que ni siquiera piensan en esconderse. Son fáciles de sorprender. ¿Quiíén se atreve a llevar a este gang ante los tribunales? Todos le quedarí­amos agradecidos. Serí­a la señal de que no todo está perdido para las personas honestas.

Josíé Saramago es Premio Nóbel de Literatura
« Última modificación: Noviembre 16, 2008, 09:19:57 pm por carlos88 »


corre, corre , que te pillo

kikorosca

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Re: Crimen ( financiero ) contra la humanidad
« Respuesta #1 en: Noviembre 16, 2008, 03:36:18 pm »
Si los llevas ante un tribunal solo tienes la garantí­a de que acabas en la cárcel, desprestigiado y arruinado. ¿ Revolución ?. Las que conozco mas parecen roboluciones de quitate tu que me pongo yo. ¿ Que podemos hacer ?. Paga, calla y vota. Triste sino, pero no el peor.