La llegada al poder del partido nazi fue atribuida a las prácticas ocultistas; el propio Adolf Hitler estaba fascinado por las «artes oscuras». ¿Cómo y por quíé se produjo esta extraña asociación?
La svástica se transformó en la insignia oficial del partido Nazi en los años veinte. Dibujada sobre un círculo blanco con fondo rojo, era un símbolo llamativo que, para Hitler, representaba todos los ideales del movimiento nacionalista.
Cuando los míédicos militares rusos examinaron los restos carbonizados de Hitler en el bunker de Berlín en mayo de 1945, hicieron un curioso descubrimiento: Hitler era monorquídico; es decir, sólo tenía un testículo.
Resulta extraño que esta particularidad no hubiera sido objeto, por lo menos, de rumores, tratándose de un personaje tan público. Pero todavía es más curioso que este defecto, probablemente congíénito, guardara una relación directa con el interíés que el Fí¼hrer siempre sintió por las ciencias ocultas, y a la vez con su bien conocida obsesión por la música de Wagner.
Efectivamente, según el doctor Walter Stein -cuyas observaciones a partir de sus conversaciones personales con Hitler en Viena constituyeron la base de Spear of Destiny (La lanza del destino) de Trevor Ravenscroft- Hitler sentía ya en 1912 una verdadera pasión por la música de Wagner, particularmente por Parsifal, que exaltaba a los caballeros teutónicos y a la raza aria. Hitler descubrió pronto la fuente en la que se había inspirado Wagner: la poesía medieval de Wolfram von Eschenbach. De hecho, el doctor Stein le conoció gracias a que compró un ejemplar del Parsival de Eschenbach que primero había pertenecido al joven Hitler. El doctor Stein quedó impresionado por la minuciosidad de las notas al margen y por el patológico odio racial que demostraban. Entre ellas aparecían numerosas referencias al personaje de Klingsor, que al parecer se inspiraba en un notorio tirano del siglo IX, el duque Landolfo II de Capua.
La patológica ambición de poder de Landolfo le había llevado al estudio de las artes mágicas, y por esa razón fue excomulgado en 875. Pero existía un detalle que debe haber facilitado la identificación de Hitler con el Fí¼hrer del siglo IX: al parecer, Landolfo había sido parcial o totalmente castrado, ya que Eschenbach lo describía como «el hombre que era liso entre las piernas».
Sabemos que Hitler fue muy influenciable en su juventud, y que asimilaba con facilidad las ideas de quienes le impresionaban, como Wagner y Nietzsche. La manía de poder de Landolfo y su desgraciada similaridad anatómica con íél debieron de impresionar al joven Adolf, y existen razones para suponer que lo mismo sucedió con la magia negra. Otra fuente, además, nos proporciona una indicación clara de que Hitler se fijó en los símbolos mágicos desde el comienzo de su carrera política.