La difícil tarea de tener a todos en contra
Publicado en Expansión por Josíé Antonio Fernández Hódar
La bolsa está logrando tener descontentos tanto a los bajistas como a los alcistas. A los primeros, porque no se cae, por más que amenace con hacerlo; a los segundos, porque por mucho que se diga que está barata, no sube ni soplándo.
Puede parecer que los periodos agitados facilitan la tarea de quienes tenemos que analizar y contar lo que ocurre en los mercados. Es más fácil que cuando no ocurre nada, pero hoy, a los diez minutos de haber escrito un texto, hay que tirarlo a la papelera. El jueves, a las 21 horas, hacíamos el comentario de Wall Street, casi arrojando la toalla de la esperanza. Los soportes de los principales índices bursátiles norteamericanos habían saltado por los aires y había que rendirse a la evidencia y decir sin ambages que nos caemos. A las 21,30 horas, y cuando sólo faltaban treinta minutos para el cierre, los índices giraron 180 grados, y de caer en picado pasaron a subir en vertical. Borra todo lo escrito y comienza de nuevo, diciendo digo, donde unos minutos antes habíamos dicho Diego.
Para un comentario bursátil el tema se reduce a borrar, volver a escribir, y retrasar el cierre. Para un inversor que haya puesto dinero en el mercado, la cosa no tiene ninguna gracia. Esta semana un lector nos preguntaba por quíé esto no se cae “de una maldita vezâ€. En el otro platillo de la balanza están los que han ido comprando, aprovechando los desplomes, que ven números rojos en sus cuentas. En principio son inversiones a largo. Y es posible que sea verdad, pero no pueden dejar de preguntarse quiíén me mandó a mí comprar a ocho euros, un valor que hoy está a cuatro. Y para quíé hablar de quien, en un intento de aprovechar un repunte o una caída, ha tomado posiciones largas o cortas y, a los diez minutos de haber comprado o vendido, ya se han arrepentido de haberlo hecho.
Cuando el mercado cambia de dirección tres veces al día, entrar con el paso cambiado es lo fácil. Para los viejos del lugar, no hacer nada, cuando no se sabe que hacer, es lo más sabio. Pero ante la tormenta que se abate sobre la economía, pensar en una bolsa moviíéndose al alza, es un atentado contra la lógica.
Un repaso a todos los valores cotizados, deja muy mal sabor de boca. Un buen número de sociedades marca mínimos históricos, lo que supone que todo el que haya invertido en ellas está en píérdidas y, lo que es peor, es que tienen aspecto de seguir bajando. Frente a ellas, unas pocas que, por razones distintas a la evolución de la sociedad, van ganando altura al calor de incrementos en las participaciones de los principales accionistas, o bien por operaciones corporativas futuras.
El selecto grupo de los que más ponderan en el índice está atascado tras caídas muy duras. Y si no tiene sentido que suban en estos momentos, tampoco lo tiene que bajen mucho más. Parece lógico que estos valores hayan descontado ya todo lo malo que podemos imaginar para este 2009 y que estíén aparcados, en una zona de fluctuación, esperando los meses que sean necesarios hasta que la economía haya tocado fondo, para entonces comenzar a subir y adelantarse a su recuperación. Invertir en paciencia será una opción de obligado cumplimiento.