Bolsas ¿recuperacion o burbuja?
Por Javier G Gallego
Expansion.com
11-09-09
El parquíé ha reconquistado los valores de hace un año, pero las grandes empresas continúan con los beneficios hundidos. El riesgo ahora es volver a caer en la euforia
De un año a esta parte las Bolsas de todo el mundo han trazado un peligroso dibujo en su cotización diaria. No sólo eso, muchos indicadores financieros han regresado a los niveles de hace justo un año, cuando el banco de inversión Lehman Brothers protagonizó la mayor quiebra de la historia de Estados Unidos.
El peligro viene porque estos indicadores han recuperado con demasiada facilidad todo lo que se perdió tras el crash del banco estadounidense. Y en Bolsa ya se sabe que todo lo que sube muy rápido tiene grandes probabilidades de corregir con tanta o más violencia.
Así que justo un año despuíés, los analistas miran atónitos cómo las Bolsas han vivido uno de sus mayores rallies alcistas de la Historia, mientras el petróleo acecha los 70 dólares impulsado por la especulación financiera más que por la demanda real. Parece como si hoy los principales indicadores hubiesen olvidado que, tras aquella quiebra, llegó una recesión económica mundial tanto o más dramática de la que todavía no nos hemos recuperado. ¿Está justificado este nuevo optimismo bursátil o se trata de otra miniburbuja especulativa?
Es cierto que las tensiones ya han pasado sus peores estadios de la crisis, como demuestran algunos fieles indicadores del sentimiento de los inversores. El índice VIX, que mide la volatilidad de la renta variable, ha moderado su cotización hasta el 27%, frente al 80% que alcanzó en octubre de 2008. Es decir, que la evolución de la Bolsa es ahora mucho más predecible.
Eso, al menos, es lo que dice la teoría, porque en la práctica los analistas se dividen casi a partes iguales entre quienes piensan que este otoño las Bolsas seguirán subiendo y quienes opinan que habrá una importante corrección. En realidad hay motivos para defender ambas teorías, sólo es cuestión del alcance que tienen esas proyecciones.
Si se atiende al corto plazo, las Bolsas seguirán subiendo animadas por datos que confirmen la salida de la recesión en algunos países (no en España), así como los resultados empresariales mejores de lo esperado. Pero si se mira un poco más allá, los mercados financieros pueden darse de bruces con los mensajes que vaticinan una recaída tras la recuperación. Y, en ese escenario, la renta variable se encargará de adelantar antes que nadie la segunda crisis, igual que fue la primera en reaccionar a las primeras señales positivas.
No hay que olvidar que, a pesar de la complacencia en la que han caído los inversores desde el mes de marzo (el Ibex ha subido desde entonces un ¡63%!), la realidad económica (y esto es objetividad pura y dura) ha empeorado bastante en los últimos 12 meses. Es cierto que las tensiones financieras prácticamente han desaparecido, pero no lo es menos que los beneficios de las empresas cotizadas son hoy mucho menores (las 500 compañías del ínidice estadounidense Standard&Poor's han rebajado sus beneficios un 23% de media) y que el consumo se ha desplomado lo suficiente como para augurar todavía un importante impacto en la cuenta de resultados de muchas cotizadas. Además, muchos economistas advierten de que los buenos datos del PIB en algunos países están «sobrevalorados», ya que responden al efecto de las puntuales medidas de estímulo gubernamentales y a la reposición de stocks.
Sin embargo, hasta que los inversores opten por guardar los beneficios del último medio año, los parquíés mundiales siguen plácidamente en el mismo lugar que hace un año. Y subiendo. Incluso la capitalización bursátil mundial está a punto de recuperar el importe previo a la quiebra de Lehman. El índice MSCI World ha subido un 54% en los últimos seis meses, lo mismo que lo hizo Wall Street hasta en tres ocasiones durante la Gran Depresión antes de volver a desplomarse.
A favor de las Bolsas siguen jugando las políticas monetarias expansivas del BCE y la Fed, que todavía tienen margen para mantener los tipos en mínimos. Eso hace que los inversores huyan de una teórica menor rentabilidad de la renta fija y otorgue más atractivo a la variable. Sin embargo, el nivel actual del precio del dinero es el que genera mayor riesgo de otra burbuja, sobre todo inflacionista. Así le ocurrió a Alan Greenspan en sus años al frente de la Fed, y la crisis subprime fue una consecuencia lo suficiente severa como para que los bancos centrales vuelvan a cometer otra vez el mismo error.