La anemia afectiva
Conocimos a alguien que si le decían “Te amoâ€, automáticamente respondía: No te preocupes: ya se te va a pasarâ€.
A esto se le llama Deflexion: evitar la intensidad afectiva.
Si el aprecio, la gratitud, el amor, quieren penetrar en su estructura… los esquiva como un torero al toro!
Evita la situación, tratando de salir lo más rápido posible de ella con una broma, un sarcasmo, una frase hecha, o cambiando de conversación…
Quizás hasta le sea más fácil decepcionar un insulto que aceptar un “Te quieroâ€.
Su coraje mayor sería abrirse a recibir el reconocimiento afectivo… pero no sabe cómo hacerlo!
Hay quienes así han ido neutralizando crónicamente a sus proveedores de afecto, que ya ni insisten en expresarles cariño…
La consecuencia de ello es una anemia afectiva autoprovocada: como a quien le falta hierro en sangre por alimentarse mal, el afecto no es asimilado por su sistema sensible, generándosele una carencia emocional: sensación de soledad de inmerecimiento, de desamor…
Si algo de esto te sucede es importante que sepas que uno puede reeducarse emocionalmente mediante pequeños gestos, estando atento a la deflexión cotidiana: cuando te den las gracias no digas “Por nada!â€, pues si se te está agradeciendo es…
Por Algo! Y si alguien te expresa “Quíé bien se te ve!â€, no respondas cosas como “Por favor!… Si soy un desastre, hoy ni me miríé al espejo…â€. Si aprecian algo que has elegido, no te escapes con un “Ya está muy viejo, lo compríé de oferta…â€.
Hasta es posible que si te hacen un regalo experimentes culpa por recibir, y digas frases que hagan sentir al otro como un †tenista afectivoâ€, haciendole rebotar la pelota y tornando refractaria al afecto, su raqueta emocional, .
Basta! Juegua otro juego: el de Dar sabiendo Recibir tambiíén.
Se trata de instalar nuevas actitudes: si te dicen “Gracias!â€, darle espacio a ese agradecimiento.
Si alguien pondera algo tuyo, sonríe y decir algo no-deflectivo: “Me alegra que te guste!â€.
Y si te expresan cariño, aprecio, amor, será vital que observes si tu corazón quiere huir o cerrarse; entonces, calmarlo gentilmente, como a un potro asustado, y volverlo poroso para recibir.
Te pescarás una y otra vez volviendo a deflexionar… pero ahora sabrás que lo estás haciendo, y tendrás la opción de crear otro tipo de respuesta, hasta fundar dentro tuyo un nuevo hábito: el ser receptivo al afecto.
¿Quíé te parece? Chuang-Li lo dijo así: “Toda la sabiduría puede resumirse en dos acciones: El bien que se hace por ti, permite que sea hecho.
El que debas hacer tú, asegúrate de realizarlo.â€