El engranaje del euro se oxida, ¿se avecina cambio de patrón en los mercados?
por Pedro Calvo
Las dudas en torno a Grecia y otros 'eurosocios', combinadas con la recuperación de EEUU, debilitan a un euro cuya fortaleza había sido un aliado fundamental del 'rally' alcista de las bolsas y las materias primas.
La maquinaria se afinó en marzo de 2009. Como motor, la subida del euro contra el dólar. Como efecto, la escalada de los activos con riesgo. Que el euro avanzaba, tambiíén lo hacían las bolsas, las materias primas y la deuda corporativa; que bajaba, el resto del engranaje le acompañaba en su descenso.
El combustible que alimentaba esta conexión era el carry trade, una estrategia consistente en lograr financiación barata en un país con bajos tipos de interíés para, acto seguido, llevarse ese dinero a otro mercado en el que obtener altos y rápidos rendimientos. Esta táctica provoca la caída de la divisa empleada para financiarse y la apreciación de la moneda receptora de la inversión. En el último año, el primer papel ha correspondido al dólar y el segundo, al euro (y otros como el dólar australiano o el canadiense). Es decir, la clave residía en el debilitamiento del billete verde, mientras que el ascenso del euro era el impacto indirecto. La moneda única, por tanto, ejercía de sujeto pasivo.
Cuanto más optimistas se sentían los grandes inversores, más usaban el carry trade y más bajaba el dólar y subían los activos con riesgo. Entre el 10 de marzo y el 25 de noviembre de 2009, la revalorización del euro, del 20 por ciento, acompasó las reacciones alcistas en los mercados: los principales índices bursátiles sumaron entre un 55 y un 80 por ciento; el petróleo, un 78 por ciento; y el oro, un 30 por ciento.
El motor, sin embargo, comenzó a griparse a finales de noviembre. Grecia, con sus problemas fiscales, atascó al euro y generó una desconfianza que apagó el carry trade. El dólar, por tanto, recuperó tracción alcista, y los activos con riesgo lo notaron. En dos meses, el euro cayó un 10,5 por ciento, el petróleo, un 16 por ciento y las bolsas, entre un 5 y un 15 por ciento.
Cuestión de correlaciones
Era el movimiento inverso al visto en los meses precedentes, por lo que prolongaba el influjo del cruce euro-dólar en los mercados. Ahora bien, esa correlación ha dado las primeras muestras de oxidación. Pese a que el euro ha seguido perdiendo valor, hasta situarse esta semana en su cambio más bajo en 10 meses, en los 1,326 dólares, los activos con riesgo han subido en el último mes. En el caso del Ibex 35, nada menos que un 9,3 por ciento.
¿Es el principio del fin del engranaje dominante en los mercados en el último año? Por el momento, las opiniones son diversas. Para Josíé Luis Martínez, estratega de Citi, la correlación "ya se ha roto". Más dudas alberga Juan Ramón Caridad: "Me costaría bastante ver que el dólar y la bolsa suben a la vez", reconoce. "Esta correlación puede acabar rompiíéndose, pero por ahora no hay que descartar que se mantenga y que la bolsa no transmita demasiadas alegrías", advierte igualmente Pablo Guijarro, de AFI.
El debate crece, además, por las nuevas perspectivas en torno al billete verde. "El dólar está fuerte y lo normal es que siga estándolo por una buena temporada, como siempre que EEUU sale de una recesión", argumenta Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters. Si es así, y la correlación permanece, la bolsa sufrirá; si se rompe, un nuevo patrón tomará los mercados.