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Autor Tema: Dos quiebras por siglo: historia de las bancarrotas del reino de España  (Leído 459 veces)

Scientia

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Dos quiebras por siglo: historia de las bancarrotas del reino de España
 
por Ramón Garcí­a
Invertia.com

¿Puede España entrar en bancarrota? Quizás. De hecho tiene el honor de ser el primer paí­s de la Historia en arruinarse. La última vez que suspendió pagos fue el siglo pasado tras la Guerra Civil y desde finales del siglo XVI no ha podido hacer frente a sus deudas en más de una decena de veces. Felipe II fue el primero en presentar un `concurso de acreedores´ y los últimos volúmenes de deuda y el fuerte desempleo han vuelto a despertar los fantasmas de la quiebra. Lista de todas las bancarrotas de España
 

Las finanzas españolas siempre se han movido en el terreno de las bancarrotas. La falta de emprendedores ha hecho que la mayor parte de las infraestructuras siempre haya ido al cargo de la Hacienda Pública. Gastos que no siempre se han visto compensados por la parte de los ingresos y que han llevado a una media de casi una quiebra cada 50 años, aunque se han vivido periodos muy tranquilos.

Primero fue el alto coste de las empresas bíélicas hispanas, desde Filipinas hasta las Indias. Más tarde, la Guerra de Independencia y la píérdida de las colonias –las gallinas de los huevos de oro y plata-. Luego, las luchas entre conservadores como Cánovas del Castillo y progresistas como Sagasta fueron las que no permitieron el equilibrio de las finanzas. Finalmente, fue la Guerra Civil la que llevó de nuevo la suspensión de pagos a la economí­a española.

El concepto de deuda, tal y como se entiende hoy en dí­a, lo crea Carlos I de España y V de Alemania. A la muerte de su abuelo Maximiliano I, en 1519, compite con el rey de Francia, Francisco I, por ser elegido Rey de los Romanos. El prestamista de su abuelo, Jakob Fugger (Jacobo Fúcar como se le conocí­a en España), se compromete a sufragar su elección entre los prí­ncipes germanos con tal de cobrar las deudas pendientes de su abuelo y las nuevas que asumí­a el joven rey.

Una lucha que termina con Carlos como Emperador del Sacro Imperio Romano pero con una fuerte deuda con Fugger. A su muerte, el banquero amasaba una fortuna de 2,1 millones de florines, unos 125 millones de euros en la actualidad –una cantidad considerable para la íépoca-.

El Emperador tuvo que firmar unos “Asientos” –obligaciones de hoy en dí­a- a Fugger en los que se estipulaba el dinero a devolver y los intereses. Además, se utilizaban las minas de oro, plata y sal y los impuestos que se cobraban en Castilla como avales en caso de no pagarse la deuda. Comenzaba así­ la historia de la Deuda soberana.

Una deuda que fue creciendo al ritmo que crecí­a el Imperio Español. Se necesitaba dinero para batallas, para apaciguar revueltas y para seguir conquistando Las Indias. Príéstamos que estaban asegurados por el poderí­o español y que habrí­an tenido calificación triple A de existir las agencias de calificación. Nadie dudaba del Imperio Español.

Los problemas llegaron con el ascenso al trono del hijo de Carlos I, Felipe II. Mantener un Imperio en el que “nunca se pone el Sol” no es barato. La Corona seguí­a endeudándose para mantener sus conquistas de ultramar. Finalmente, Felipe II al poco tiempo de comenzar a reinar se vio obligado a declarar la “suspensión de pagos de los asientos”: la primera quiebra de un Estado.

Una ruina que vino provocada por la construcción de un estado y por la hiperinflación. Felipe II articuló un estado cada vez más centralizado que costaba dinero, para ello desarrolló impuestos y una Hacienda. Tasas que no se cobraban ni al clero ni a los nobles, lo que hizo estallar la caja del dinero. Pero además, las cuentas públicas se vieron muy perjudicadas por la fuerte inflación que castigó al grano y a las tierras debido a las ingentes cantidades de oro que llegaban de Amíérica. Similar a los problemas que puede provocar darle a la máquina del dinero en la actualidad.

Con ese panorama, Felipe II sólo pudo suspender los pagos y comenzar a reestructurar su deuda. El monarca acordó con algunos prestamistas devolver sólo los intereses y olvidar el principal, con otros alargó el plazo de devolución del príéstamo. Condiciones que los banqueros tuvieron que aceptar si querí­an recuperar algo del dinero prestado y que terminó con los Fugger arruinados, ya que Felipe II llegó a suspender los asientos –bancarrota-hasta tres veces.

Esa dinámica de príéstamos e impagos recorrió los siglos XVII y XVIII. En cinco ocasiones, a lo largo de los dos siglos, se suspendieron los asientos o se renegoció la deuda –reestructuración que algunos expertos no descartan que tenga que hacer Grecia, aunque en la actualidad el plan de estabilidad del euro ha ahuyentado esos fantasmas-. Las continuas bancarrotas de España habrí­an convertido su deuda en bono basura si Moody´s o Fitch la hubieran calificado.

Hizo falta que llegara un francíés, Philippe de Bourbon para poner orden a las finanzas españolas. Tras la Guerra de Sucesión, reinó como Felipe V desde 1700 hasta 1746 y articuló un estado moderno con funcionarios. A la vez retomó el comercio con Amíérica y elaboró una Hacienda con impuestos para financiar el nuevo estado.

Fernando VI siguió la estela de su padre y hasta Carlos III no se ve una innovación: el Banco de San Carlos. Una entidad encargada de convertir los vales reales y de descontar los efectos al 4%, contratar los suministros militares y pagar la deuda exterior. En un principio se pretendió que el capital privado entrara en el banco, pero los inversores no vieron negocio. La entidad cargada de deudas sobrevivió hasta 1829 cuando fue absorbida por el Banco de San Fernando.

El siguiente problema con la deuda española vino a finales del siglo XVIII. La decisión de Carlos IV de ir a la guerra contra Francia por haber cortado la cabeza a Luis XVI y a Marí­a Antonieta supuso la ruina de las finanzas patrias. La emisión desmesurada de vales reales terminó por llevar a la suspensión de pago de los intereses.

Los problemas franceses terminaron en la Guerra de Independencia que supuso una merma considerable del arca pública. Un gasto que ya no veí­a venir oro desde el otro lado del Atlántico, ya que cada vez eran más los territorios de ultramar que proclamaban su independencia. Un díéficit crónico al que tuvo que enfrentarse Fernando VII durante todo su reinado y que fue punto de partida del siglo más difí­cil para las finanzas españolas: el XIX.

El s.XIX y la falta de una revolución industrial

El siglo XIX dejó patente la falta de iniciativa empresarial que terminó por dejar yermas las arcas del Estado. En un paí­s con continuos golpes de Estado, pronunciamientos militares y demás peleas (absolutistas contra liberales, isabelinos contra republicanos,…), se hací­a necesaria una revolución industrial que no se produjo y que sufragó el Estado.

El ferrocarril dinamitó las finanzas españolas y obligó a Isabel II a hacer más atractiva la deuda subiendo su rentabilidad, ya que los banqueros desconfiaban de los españoles. Un díéficit que terminó en convertirse en impagos a las empresas que habí­an construido el ferrocarril y a los bancos que lo habí­an financiado. Una situación que provocó una quiebra en cadena que terminó con casi la mitad de las entidades financieras que habí­a en el paí­s. Tal fue el descontento de la sociedad que la Primera República se recibió con júbilo.

La primera parte del siglo XX fue tranquila hasta la llegada de la Guerra Civil. í‰sa fue la última vez, hasta el momento, que España entró en default. Una deuda que se quedaron sin cobrar los prestamistas del bando perdedor, el Gobierno Republicano, ya que el general Franco sí­ reconoció su deuda. Según estimaciones, el Generalí­simo debí­a 14.000 millones de pesetas al terminar la Guerra Civil. Los programas de Posguerra y la tecnocratización de la Dictadura terminaron poco a poco con los díéficits. La posterior apertura al turismo terminó por llevar el superávit y las divisas extranjeras a las cuentas de España .

Sólo Grecia y sus problemas con la deuda han hecho despertar los fantasmas de la quiebra en España. Temores que parecen alejarse tras el plan de defensa del euro y el recorte del gasto propuesto por el presidente de Gobierno, Josíé Luis Rodrí­guez Zapatero. Pero si alguien tiene algo que decir en esto de la deuda es España, el primer paí­s en crear bonos y el primero en entrar en bancarrota.

Monarca
 Año
 
 
 
Felipe II
 1557
 Suspensión de asientos
 Las diversas empresas bíélicas hacen quebrar las cuentas
 
1575
 Suspensión de asientos
 
1597
 Suspensión de asientos
 
Felipe III
 1607
 Renegociación asientos
 
 
Felipe IV
 1647
 Suspensión de asientos
 Sólo Castilla colaboraba económicamente, el resto de reinos se mostraron reticentes a colaborar
 
1652
 Suspensión de asientos
 
1662
 Suspensión de asientos
 
Carlos II
 1666
 Suspensión de asientos
 
 
Carlos IV
 1799
 No se pagan los intereses
 
 
Fernando VII
 1914-1820
 Díéficit
 España viene de la Guerra de Independencia y durante la Restauración absolutista se hace difí­cil mantener el equilibrio presupuestario
 
Isabel II
 1866
 Quiebra de la deuda
 El coste de la construcción del tren lleva a una serie de impagos que se contagian y llevan a la quiebra del sistema financiero
 
Guerra Civil
 1939
 Impago deuda republicana
 El General Franco reconoce la deuda de los nacionales, pero la deuda del bando republicano no la reconoce nadie por lo que los acreedores no reciben el dinero prestado