En el Valle de Aynak se encuentra la mayor mina de cobre del mundo, valorada en 88.000 millones de dólares. Los chinos van a empezar a explotarla. Puede cambiar el país
Siguiendo por una carretera polvorienta que atraviesa la provincia de Logar, a 100 kilómetros al sur de Kabul, tras dejar atrás unos viejos edificios soviíéticos abandonados con agujeros de metralla, se erige el Valle de Aynak. Este lugar desolado y fantasmagórico a primera vista esconde en sus laderas uno de los tesoros más codiciados de Afganistán: posiblemente, el mayor depósito de cobre sin explotar del mundo, valorado en 88.000 millones de dólares.
Estas áridas montañas han sido testigos de los acontecimientos más importantes de la revuelta historia de Afganistán, y ahora presenciarán la transformación del futuro económico del país. Fue aquí, en este valle, donde Al Qaida estableció sus bases y, seguramente, Osama Ben Laden planificó los atentados del 11-S, que dieron lugar a la invasión estadounidense a Afganistán en 2001. Y es aquí, con la ayuda de geólogos británicos y una compañía minera china, donde se sentarán las bases de la nueva economía de Afganistán.
El interíés por las minas de Aynak se remonta a los tiempos de Alejandro Magno, pero ni los griegos, ni los sasánidas, ni los turcos, ni mogoles, ni los británicos consiguieron arrebatarles el secreto a estos gigantes de piedra.
El Ejíército Rojo descubrió el yacimiento en 1974, y geólogos rusos trazaron planos de la zona y tomaron miles de muestras de las rocas. Pero los planes del Kremlin fueron frustrados por los rebeldes «muyahidines» que expulsaron a las tropas soviíéticas en 1989. Las sucesivas guerras civiles, la caída del ríégimen talibán y la invasión de EE UU aparcaron el proyecto, que fue retomado en 2003 por el presidente Hamid Karzai, que lo colocó en un lugar destacado de su agenda política. Karzai solicitó ayuda a Gran Bretaña para reconstruir el Servicio Geológico de Afganistán y retomar el proyecto de Aynak a la espera de recibir una inyección capital extranjero.
Un equipo del Departamento de Investigación Geológica Británico llegó a Kabul para iniciar la recuperación y organización de los 78 informes y 1.300 mapas de Aynak, que eran en su mayoría rusos. Esto despertó el interíés de las compañías mineras extranjeras, que vieron el potencial en recursos minerales de Afganistán. Una autíéntica «mina de oro» –de litio, cobre, hierro, cobalto, gas, petróleo, piedras preciosas y semipreciosas, como se ha revelado, actualmente–.
Sin embargo, la inestabilidad en el país, pero sobre todo la inseguridad, frenaron a muchos inversionistas. Mientras la Administración Bush y sus aliados de la OTAN invertían en la guerra en Afganistán, Kabul vendió a la compañía estatal Corporación Metalúrgica de China (MCC, en sus siglas en inglíés) un contrato de arrendamiento de 30 años por cerca de 3.000 millones de dólares en mayo de 2007, la mayor inversión no militar realizada en la historia de Afganistán.
Más de 3.000 empleados afganos y setenta ingenieros chinos trabajan en este yacimiento minero, un terreno de 28 kilómetros cuadrados rodeados por una valla metálica de protección. «Durante los últimos cuatro años nuestro equipo de ingenieros de minas chino ha estado realizando los trabajos de exploración del yacimiento. Y ahora estamos iniciando el montaje de minas», explica a LA RAZí“N Azizi, funcionario gubernamental que nos acompaña en la visita.
El problema de la seguridad
El silencio que rodea al lugar es interrumpido por el ruido de las máquinas excavadoras. Azizi espera que comience la producción de cobre a finales de 2011. Según estimaciones de MCC, Aynak producirá 320.000 toneladas de concentrado de cobre al año y la subcontrata Jiangxi Copper, entre 700.000 a 900.000 toneladas de cobre refinado anual. No obstante, Azizi reconoce que los retos y los obstáculos son enormes. «La seguridad es uno de los principales problemas», aunque el Gobierno haya empleado a 1.000 agentes de seguridad para proteger la zona y prevenirla de posibles atentados suicidas.
La compañía china se ha comprometido a construir, además, una planta elíéctrica de 400 megavatios, escuelas, hospitales y mezquitas en la provincia de Logar: «Todo está en el contrato», asegura Azizi antes de agregar que MCC tiene previsto construir las vías de ferrocarril que atravesarán el este de Afganistán para conectar China con Tayikistán, y «fortalecer las redes comerciales terrestres afganas».
Quizás uno de los más optimistas sea el ministro de Minas afgano, Wahidula Shahrani. «Dentro de diez o doce años, mejorará sustancialmente la vida de los afganos y ya no tendremos que pedir dinero», explica a LA RAZí“N Jalil Jumriany, asesor del ministro, en referencia a los 400 millones de dólares anuales que entregará al Estado la compañía minera china. «Hasta un 40 por ciento de los beneficios de la mina se quedará en nuestros bolsillos», insiste Jumriany, mientras repasa con la vista unos viejos mapas geológicos de los soviíéticos que guarda en su oficina de Kabul. «Todos los ingredientes están ahí para construir una sociedad moderna. Si podemos crear empleos para la gente, darles un salario, será la mejor manera de controlar el extremismo», asiente el alto cargo del Gobierno.
Aynak se concibe como una prueba para las docenas de empresas extranjeras que tienen un ojo puesto en los ricos recursos minerales de Afganistán, y el Gobierno ya ha empezado a subastar los nuevos depósitos de hierro, aluminio, litio, petróleo, gas , mármol y piedras preciosas, identificados por un equipo de geólogos estadounidenses que valoraron ese hallazgo en mil millones de dólares.
Por citar un ejemplo, tan sólo las minas de litio serían comparables a las de Bolivia, país que tiene las mayores reservas de este codiciado mineral, componente indispensable de las baterías recargables de los telíéfonos móviles, ordenadores portátiles y automóviles elíéctricos. «Estamos muy satisfechos. El encuentro (del pasado 25 de junio), en Londres, para buscar nuevos inversores fue muy positivo. Unas 200 compañías mineras han mostrado su interíés en las reservas minerales de Afganistán», detalla Jumriany.
Sin embargo, desde una perspectiva realista, la corrupta Administración afgana no está preparada para absorber grandes cantidades de dinero o evaluar los costos sociales y ambientales de la industria minera. Además, muchos de los yacimientos se encuentran en zonas bajo control total de los talibán, y los riesgos que deberán asumir las empresas extranjeras son enormes. Está claro que cualquier proyecto minero en tierra controlada por los rebeldes deberá contar con su autorización y con una obligatoria entrega de dinero que servirá , evidentemente, para financiar a los talibán. Habría que prestar atención al hecho de que la noticia del gran descubrimiento de yacimientos minerales sin explotar en Afganistán salte justo ahora, en estos momentos en los que la guerra de Afganistán atraviesa su peor etapa, en vez de haberse revelado en 2008, cuando el Servicio Geológico de Estados Unidos completó su investigación.
Lejos de las especulaciones, lo que sí es seguro es que la fiebre del metal transformará radicalmente el conflicto de Afganistán. La riqueza mineral sin explotar en el país intensificará la competencia entre los actores regionales para tener más acceso a los recursos minerales. De hecho, el Gobierno de China está detrás de extender un nuevo contrato con el ministerio de Minas para la explotación del yacimiento más rico de hierro del país, Haji Gak, a 90 km al oeste de Kabul.
Un billón de dólares
Estados Unidos dice que maneja informes que llegan a valorar los yacimientos de Afganistán entre un billón y tres billones de dólares. Son datos confusos, que tampoco están confirmados porque es difícil comprobar cómo han logrado los estadounidenses estudiar el país. Afganistán es un lugar peligroso para moverse y muchos críticos aseguran que Estados Unidos saca ahora esas cifras para justificar su papel allí.
Pero sí que es cierto que China ha comenzado a moverse en Afganistán como ya ha hecho en ífrica. El país asiático está necesitado de materias primas para poder mantener a su población, y su política exterior se basa en encontrar minerales. El cobalto del Congo y el fosfato de Marruecos y el Sáhara son fundamentales para entender las nuevas relaciones internacionales. Ahora Afganistán se abre paso como la gran reserva para las grandes potencias mundiales.