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Autor Tema: EL IMPUESTO DE TRANSACCIONES FINANCIERAS LO PAGAREMOS TODOS  (Leído 174 veces)

Orpheo

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EL IMPUESTO DE TRANSACCIONES FINANCIERAS LO PAGAREMOS TODOS
« en: Agosto 22, 2011, 09:56:51 am »
El comunicado a la conclusión de la cumbre franco-alemana del martes, celebrada entre Nicolas Sarkozy y Angela Merkel contení­a un compromiso para explorar la introducción del llamado “impuesto sobre transacciones financieras”, es decir, una recaudación de tipo reducido sobre el valor nominal de todas las operaciones, que se aplicará a las partes, probablemente en las operaciones derivativas, como los CDS.

Pero lo propuesta no quedó clara y no se definió exactamente cuáles serí­an los mercados afectados. El concepto de un impuesto sobre las transacciones financieras siempre ha sido uno de los recursos favoritos de los polí­ticos en apuros. En versiones anteriores, fue el llamado “Impuesto Tobin”, por el premio Nobel James Tobin, quien propuso por primera vez la idea en 1972, poco despuíés del colapso del sistema Bretton Woods de controles globales sobre los cambios de divisa.

Es una idea que se tiende a retomar en ciertos momentos de estríés y que ya se planteó durante la crisis del sistema monetario europeo en 1992 y durante la crisis asiática de 1997/98. Por tanto, a nadie sorprende que en esta última crisis se haya vuelto a sacudir el polvo de este pernicioso concepto.

Existe una tradición sagrada entre los polí­ticos que consiste en culpar a los especuladores grandes y malos; desde los “Gnomos de Zúrich” de Harold Wilson (aparentemente responsables de la Crisis de la Libra Esterlina de 1964), hasta el ataque del Primer Ministro malayo Mahatir sobre los fondos de cobertura en general y George Soros en particular.

Es mucho más fácil recurrir a esos chivos expiatorios que admitir que sus errores sobre la economí­a fundamental provocan la caí­da de una divisa o que se disparen los diferenciales de bonos de gobiernos.

¿Y por quíé no meternos con los bancos? Siempre han sido un objetivo popular y aún se mantienen las suspicacias tras haber admitido su papel central a la hora de perpetrar la mentira de los valores garantizados con hipotecas, que casi hundió el sistema financiero global.

Está claro que esta medida no serí­a muy dolorosa. De hecho, serí­a increí­blemente satisfactoria para todos. ¿Excepto quizás para los propios banqueros?

La respuesta es “no”; no serí­a inocuo para todos. En primer lugar, de aplicarse dicho impuesto a los mercados financieros, (¿Pero cuáles de ellos? ¿Divisas? ¿Renta variable? ¿Deuda? ¿CDS?), se aplicarí­a la ley de las consecuencias imprevistas y la liquidez en estos mercados se reducirí­a de forma drástica, al reducirse seguramente el número de contrapartidas en estos mercados, así­ como su entusiasmo por celebrar operaciones grandes. Esto significarí­a, por ejemplo respecto de las divisas, que los “autíénticos” hedgers, los tesoreros de las empresas, por ejemplo, tendrí­a que pagar unos precios mucho peores, lo que afectarí­a a la rentabilidad de la industria y no contribuirí­a en nada a la incipiente recuperación en Occidente. En algunas divisas incluso se volverí­a imposible encontrar precios de cobertura para CUALQUIER divisa a niveles viables.

Y a esto habrí­a que añadirle el inevitable impacto sobre los beneficios de los bancos, con lo que supone respecto de la predisposición y capacidad de los bancos para conceder príéstamos a la industria.

Con lo cual, lo cierto es que un impuesto sobre los bancos, se acaba traduciendo rápidamente en un impuesto a sus clientes.

De hecho, no hay por quíé preocuparse porque, en realidad, cómo va ser aceptable polí­ticamente un impuesto como íéste. Ya que afectarí­a gravemente al sector financiero europeo y generarí­a actividad en Nueva York, Singapur, Hong-Kong, etc. Si fuera meramente una medida de la eurozona, o incluso una medida de la UE, (aunque no cabe la menor posibilidad de que el R.U. firme una medida como íésta), será solo cuestión de meses que los mercados escapen de Europa para dirigirse a otros destinos más obvios y atractivos, con consecuencias desastrosas para los centros financieros de Europa.

Aunque si solo se llevaran a cabo en paí­ses de la eurozona, o en los bancos de la eurozona, está claro que Londres tambiíén se convertirí­a en uno de los grandes beneficiarios a los que me referí­a.


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.