Por... Manuel Hinds
Usted habrá oído y leído de los problemas de divisas que están teniendo algunos países en la Amíérica Latina, especialmente Venezuela, Argentina y Brasil, que se manifiestan en los controles de flujos de dólares y otras medidas que están tomando para tratar de que los dólares no salgan de sus países. Venezuela ha tenido estos controles desde hace varios años. A pesar de que dice que su moneda es muy fuerte y que no necesita de dólares, la verdad es que los necesita para hacer todos sus pagos internacionales y que están bastante escasos en el país. El problema de los dólares es más reciente en Argentina y Brasil y, por el momento al menos, más agudo en el primero que en el segundo.
Esto puede estar tomando de sorpresa a mucha gente, que recuerda que sólo hace algunos meses estos países se quejaban de que les sobraban los dólares y de que como consecuencia sus monedas se estaban apreciando con respecto al dólar. ¿Quíé es lo que ha cambiado? Por varios años estos países se han beneficiado de un boom muy pronunciado en los precios de los productos primarios (los productos que se venden con poco procesamiento, como el cafíé, los metales, los cereales, la soya, etc.).
Si observamos los precios de dos tipos de estos productos —la comida y todos excluyendo el petróleo— vemos que los precios de estos dos tipos de productos se duplicaron de 2003 a 2008. Cayeron precipitadamente en la crisis de 2008-2009 pero luego se recuperaron rápidamente, de tal forma que para febrero de 2011 los precios de todos excepto petróleo eran 2,5 veces lo que habían sido en enero de 2003, y los precios de la comida 2,1 veces. De pronto, sin embargo, estos precios comenzaron a bajar rápidamente, y llevan haciíéndolo cerca de un año.
Esto, por supuesto, ha reducido las exportaciones de estos países, resultando en la escasez de dólares que ya está afectando a Argentina y en la píérdida de reservas que está teniendo Brasil. El petróleo tambiíén ha caído desde su pico en abril de 2011, pero mucho menos porque los problemas de oferta en el Oriente Medio mantienen altos sus precios.
Si esta tendencia continúa, y todos los signos indican que continuará, estos no serán los únicos países que sufrirán de escasez de dólares. Con pocas excepciones (Míéxico, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana) casi toda Amíérica Latina depende de las exportaciones de productos primarios. El golpe que mayores caídas darían a la región serían sustanciales.
En El Salvador esta tendencia no nos afectaría tanto precisamente porque los productos primarios representan un porcentaje bastante bajo de nuestras exportaciones—entre 10 y 15 por ciento. El efecto, entonces, sería mixto. Por un lado, el precio de la comida, que ya está bajando, bajaría más. Esto ayudaría a reducir la incidencia de pobreza en el país. Igual, los precios de las materias primas tambiíén bajarían. Si bajara el petróleo este efecto sería mejor. Por un lado, si cae el precio del cafíé, nuestras exportaciones caerían en ese rubro y tambiíén en las industriales porque una buena parte de ellas van a países de Centroamíérica, que exportan mayormente productos primarios y que por tanto entrarían en recesión. Por la misma razón, hay que tener cuidado con las inversiones en países que exportan muchos productos primarios.