Por... Swaminathan S. Anklesaria Aiyar
Las instituciones políticas extractivas (la autocracia y el imperio) conducen a economías extractivas que benefician a íélites y no pueden crear prosperidad general excepto solo por periodos limitados. Las instituciones políticas inclusivas, (la democracia, el Estado de Derecho y los derechos para todos) generan regímenes económicos inclusivos con oportunidades para todos, conduciendo finalmente a la prosperidad. Las instituciones inclusivas llevan a la destrucción creativa, elemento esencial para mantener la prosperidad pero amenaza a los regímenes extractivos y es saboteada frecuentemente por ellos. Solamente los regímenes políticamente libres permitirán la destrucción creativa. Es por esto que algunas naciones fracasan y otras se desarrollan.
Así lo dice el best seller de este año, Why Nations Fail (Por quíé fallan las naciones) de Daron Acemoglu y James Robinson. Los autores no pretenden hacer una comparación entre China e India. Pero su lógica sugiere que India eventualmente tendrá ventaja por sus instituciones políticas inclusivas y China eventualmente fracasará por sus instituciones políticas extractivas. Esto necesita una especificación. Las democracias pueden ser parcialmente extractivas —tome en cuenta los múltiples fraudes en la India— y las autocracias pueden ser parcialmente inclusivas. Por este motivo, las democracias pueden fallar en proveer prosperidad por díécadas al igual que las autocracias pueden producir buenos resultados económicos por díécadas. Pero a fin de cuentas, afirman Acemoglu y Robinson, lo fundamental se impondrá. Esta afirmación está brillantemente argumentado.
El libro ofrece una gama alucinante de ejemplos históricos de todos los continentes y siglos, desde la Revolución Gloriosa de 1688 en Gran Bretaña a la evolución de Botsuana y la colonización española de Argentina. Un capítulo se titula "Lo que Stalin, el rey Shyaam (del Congo), la Revolución Neolítica y las ciudades-estado Maya tenían en común, y cómo esto explica por quíé el actual crecimiento de China no puede durar". Esto resume la amplitud del libro.
Acemoglu y Robinson se diferencian de los historiadores económicos como Douglas North, quien hace hincapiíé en la política sobre todo. Las buenas instituciones son la clave para la prosperidad, afirman los historiadores. Pero este libro dice que las buenas instituciones se establecerán de manera sostenible hasta que la política sea la correcta. No se puede depender del proceso de modernización para garantizar que los regímenes autoritarios con ingresos ascendentes se conviertan automáticamente en democracias. Condicionar la ayuda exterior y la política exterior tampoco puede producir tales cambios. La dinámica interna importa más que nada. El catalizador más importante para la libertad política pueden ser los medios de comunicación libres.
Pocos lectores están familiarizados con la Revolución Gloriosa de 1688, a la que el libro se refiere constantemente. La lucha entre la dinastía de los Estuardo y el Parlamento, representando a los más grandes propietarios de tierras y empresarios, terminó en 1688 con la expulsión de Jacobo II y su reemplazo por Guillermo de Orange, quien aceptó una limitación de los poderes reales y una Carta de Derechos.
Esto puso en marcha un círculo virtuoso, con reformas políticas que gradualmente incluyeron más y más secciones de la población, hasta llegar el sufragio universal. Los autores afirman que esta inclusión política fue crucial para ampliar las oportunidades económicas y que explica por quíé la Revolución Industrial comenzó en Gran Bretaña.
Otros factores incluyen el comercio marítimo británico, desarrollado en gran medida por comerciantes, mientras que las flotas española y francesa eran monopolios reales.
No hay un determinismo histórico, dicen los autores. La suerte y la casualidad desempeñan papeles importantes. Las pequeñas diferencias y los pequeños cambios pueden tener consecuencias enormes e imprevisibles. Sin embargo, descubrieron que el íéxito sostenido necesita de una constante ampliación de las oportunidades económicas, además de sistemas económicos que permitan a los reciíén llegados barrer con lo viejo: la destrucción creativa. Los autócratas aplastaron la innovación, temiendo que esto daría poder a una nueva clase que podría poner en riesgo el suyo.
Muchos lectores cuestionarán la ecuación que el libro plantea, de economías extractivas con autocracia y de economías inclusivas con democracia. Los cuatro tigres asiáticos originales, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, fueron autocracias de algún tipo y por ello tuvieron íéxito tambiíén China, Tailandia, Malasia e Indonesia. India estuvo decepcionó por tanto tiempo que muchos asumieron que la autocracia contribuía a la prosperidad y que la democracia era un obstáculo. Solo en la última díécada el íéxito de la India ha cambiado esa imagen.
El libro supone que esto era inevitable y que el declive de China no es menos inevitable. Este dice que las autocracias pueden producir excelentes resultados por algún tiempo, incluso díécadas, pero no de manera sostenible (recuerde a la Unión Soviíética). Las democracias como la India tienden a desarrollar círculos virtuosos que eventualmente mejoran la gobernabilidad y reducen la tendencia de extracción, mientras que las autocracias tienden a desarrollar círculos viciosos que aumentan estas tendencias.
El libro tiene un gran mensaje implícito para la India: reconsideren el significado de "inclusivo". Todos los partidos de la India dicen buscar el crecimiento inclusivo, pero entienden por inclusión subsidios y cuotas de puestos en el trabajo y en las instituciones educativas. Esto es política de acumulación de votos disfrazada de inclusión. Para Acemoglu y Robinson, el crecimiento inclusivo significa la difusión de oportunidades para todos de participar en la actividad económica, lo que lleva a la destrucción creativa en la cuál los reciíén llegados derrocan lo viejo.
La Corporación Financiera Internacional y el Banco Mundial clasifican a India en el puesto número 134 de 183 países en el índice de facilidad de hacer negocios, 166 en la facilidad de iniciar un negocio, 179 en la obtención de permisos de construcción, y de 182 en la ejecución de un contrato. Estas son barreras que deberían ser atacadas de cualquier manera para alcanzar la inclusión. Sin embargo, nuestro discurso político sobre la inclusión apenas toca estos temas.
El proceso político gusta de la creación mas no de la destrucción. Por lo tanto, figuras como Kingfisher Airlines y Air India reciben apoyo, desplazando a los reciíén llegados. La liquidación a una compañía toma díécadas. Las leyes laborales protegen a una aristocracia obrera sindicalizada a costa de los no sindicalizados. Esta es una osificación falta de creatividad. Es lo opuesto a la destrucción creativa que el corazón de la inclusión.