Por... Cira Rodríguez Cíésar
Muy poco alivió las tensiones en torno a Grecia el encuentro entre el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro heleno, Antonis Samaras, para analizar la crisis financiera y de deuda soberana que afronta el país.
Aunque Juncker rechazó una salida de Grecia de la eurozona, evitó un abierto respaldo del bloque que dirige y anticipó que una prórroga del plazo para sanear las finanzas griegas dependerá de la evaluación de sus acreedores.
No obstante, afirmó que Atenas está haciendo un enorme esfuerzo para reducir su díéficit, algo que no siempre conocen las restantes naciones de la eurozona, pero que el país debe enfrentarse a la verdad.
"Sus mayores problemas actuales son la falta de confianza existente y la necesidad de avanzar en su consolidación presupuestaria y en la aplicación de reformas estructurales", advirtió.
Juncker se expresó totalmente opuesto a una salida de Grecia de la eurozona. "No la ayudaría y crearía grandes riesgos para los demás países", declaró, tras entrevistarse con el primer ministro griego.
El gobierno heleno esperaba del encuentro una respuesta que allanara el camino a una extensión de las condiciones para acceder a financiamiento internacional, como parte de las acciones para evitar la salida de la nación de la zona del euro.
Representantes de la llamada troika -Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Comisión Europea- continuarán en las próximas semanas el examen de las finanzas griegas. De las conclusiones depende la liberación de un tramo de 31 mil millones de euros para hacer frente a sus pagos, parte de los 130 mil millones de euros del segundo rescate.
Atenas debe presentar a sus socios un plan de nuevos recortes por 11 mil 500 millones de euros, exigidos por la troika para que sus prestamistas accedan a seguir financiando al país.
El presidente del Eurogrupo y tambiíén primer ministro luxemburguíés se mostró contrario a un tercer paquete de rescate a Grecia, sobre lo cual la prensa local ha especulado por estos días.
Al respecto, dejó claro que los griegos necesitan ahora medidas fiscales importantes y recuperar la confianza de los demás países. "Para Grecia esta es su última oportunidad", agregó categóricamente.
Durante el intercambio con Samaras consideró que la economía griega pasa por una crisis de credibilidad, por lo que el principal objetivo de Grecia debe ser consolidar sus finanzas y elaborar un programa fiscal creíble, dos requisitos indispensables para ganar confianza.
Sobre el siguiente tramo de la ayuda aseguró que las medidas fiscales deben ser verificables y aceptables y que el Ejecutivo del país debe poner en marcha reformas estructurales, además de reanudar las privatizaciones.
Por su parte, el premier griego advirtió que una economía en constante recesión no será capaz de crecer este año, a pesar de lo cual aseguró que los que apuestan en contra del país quedarán decepcionados, pues la credibilidad en su economía se restablecerá muy pronto.
Su Gobierno se empeña en complacer a los acreedores y para ello ampliará las privatizaciones y acelerará las reformas y la lucha contra la evasión fiscal, para demostrar su compromiso en la aplicación.
A su vez, se comprometió a cumplir los acuerdos con sus socios, pero solicitó aliviar el ajuste para que Grecia vuelva a crecer.
Este año el Fondo Monetario Internacional prevíé una caída de la economía helena del siete por ciento, muy por encima del 4,5 por ciento que calcula el Gobierno.
La pretensión de Samaras es que el plan de ajuste no se aplique, como estaba previsto, hasta el 2014, sino que se amplíe hasta el 2016 para aliviar el efecto de los recortes.
Grecia lleva cinco años en recesión, acumula una caída del 17,5 por ciento del Producto Interno Bruto desde finales de 2008 y el paro casi se ha triplicado en ese período, hasta más del 23 por ciento.
En los últimos tres años la economía helena se ha contraído una quinta parte, los estándares de vida retrocedieron un tercio, los pensionistas perdieron la quinta parte de sus ingresos y la mitad de los jóvenes griegos se encuentra en paro.
Los nuevos ajustes por valor de 11 mil 500 millones prevíén más recortes de salarios y pensiones públicas, reducción del gasto social y una ola de cierres y privatizaciones de empresas públicas. Además se planea despedir o mandar a una reserva laboral a 150 mil funcionarios.
Aún con ese panorama, Samaras no desea más ayudas financieras, aunque reclama "más aire para respirar con el fin de relanzar la economía e incrementar los ingresos del Estado", a la vez que advierte de las consecuencias catastróficas del retorno al dracma, su antigua moneda.
En tal sentido ha expresado que su Gobierno fomentará el crecimiento, porque eso reducirá los huecos financieros, y aclaró que solicitar más tiempo no significa automáticamente más dinero, pues "nunca se ha discutido sobre una nueva condonación de la deuda de Grecia".
Sobre la posibilidad de que Grecia abandone la zona del euro y reintroduzca el dracma, los analistas comentan que las consecuencias supondrían una catástrofe para la propia nación, con al menos otros cinco años de recesión y un aumento del desempleo por encima del 40 por ciento.
Sería en palabras del propio primer ministro "una pesadilla: el colapso económico, revueltas sociales y una crisis de la democracia sin precedentes. Si los estándares de vida han caído en los últimos tres años el 35 por ciento, con la vuelta del dracma caerían inmediatamente en un 70 por ciento suplementario".
Confiado en el futuro y en el apoyo de los prestamistas internacionales integrantes de la troika, el mandatario griego vaticina que si se dejara caer a Grecia ahora, aumentaría la inseguridad y la vulnerabilidad del resto de los estados del euro, sin contar con las consecuencias dramáticas para los mercados financieros.
En su opinión, lo decisivo es que la economía crezca de nuevo con rapidez, mejoren los ingresos fiscales y tengan efecto las reformas estructurales.