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El presidente estadounidense, Barack Obama, planea adelantar esta semana una campaña pública para consolidar el apoyo ciudadano a su iniciativa relacionada con el aumento de impuestos a los más ricos como medio de contrarrestar el díéficit.
Obama se reunirá mañana martes con líderes sindicales y el miíércoles con representantes del sector privado empresarial con la meta de ganar adeptos para su propuesta de incrementar gravámenes desde 35 hasta 39,6 por ciento.
El propósito del mandatario demócrata apunta hacia aquellos ciudadanos con ingresos mayores de 250 mil dólares anuales, una porción de la población beneficiada con pactos legislativos certificados durante la administración de George W. Bush.
Según cálculos de la Casa Blanca, el fin de la era Bush de privilegios fiscales podría aportar un adicional de 440 mil millones de dólares de recaudos gubernamentales en los próximos 10 años.
Con el mismo objetivo, Obama se reunió el viernes último con líderes de ambos partidos en el Congreso federal, pero los republicanos en principio se mostraron renuentes a respaldar un incremento de tributos para las clases más pudientes del país.
Dos días despuíés de ganar las elecciones del pasado martes 6, el jefe de la Casa Blanca abordó el tema y recordó la fuerte alza de impuestos que se avecina por lo que -dijo- "el Congreso debe estar abierto a compromisos y nuevas ideas".
Estoy comprometido a resolver nuestro desafío fiscal, pero me niego a aceptar una propuesta que no sea equilibrada, enfatizó Obama, quien estará en la Oficina Oval cuatro años más pero con la mayoría en contra en la Cámara de Representantes.
Acorde con el gobernante, otro plan que propugna un recorte de gravámenes para la clase media daría a millones de familias y al 97 por ciento de las medianas empresas la noción de que la industria nacional transita hacia una rápida expansión.