El Baltic Dry Index es uno de esos indicadores grises del mercado que de vez en cuando salta a primera plana porque ha hecho un movimiento destacado y, de pronto, todo el mundo comienza a interpretarlo como termómetro adelantado de la economía. Y se da la circunstancia de que en los últimos tres meses ha experimentado una caída abrupta que supera el 50%. Sin embargo, los expertos del sector defienden que esta visión del índice es demasiado simplista.
Yendo por partes, ¿quíé es exactamente? El Baltic Dry valora el coste medio del transporte de mercancías secas a travíés de las 26 principales rutas marítimas del mundo. Pero es una foto de un momento determinado, refleja el nivel de las distintas rutas hoy.
¿Cuándo se hizo más conocido? Con el estallido de la crisis financiera de 2008, que se desplomó más de un 90% en pocos meses y se consideró un termómetro fiable de la situación económica global, que desembocó en la fuerte caída de la demanda de materias primas como consecuencia de la mayor recesión económica desde la Gran Depresión.
¿Por quíé ahora? El Baltic Dry ha perdido un 57% en menos de tres meses y ha caído a su nivel más bajo en 28 años, lo que ha disparado las alarmas sobre si esta reacción responde a un enfriamiento de la economía global mayor del que se está barajando. Nada más lejos de la realidad.
En primer lugar hay que saber que “como instrumento de predicción su valor es limitado. Si es verdad que una cierta fortaleza refleja una mayor actividad pero hay muchos factores que entran en juego en el repunte de preciosâ€, explican a Cotizalia fuentes del sector.
Así, en el transporte marítimo, como en todo, entra en juego la ley de la oferta y la demanda. En este sentido, cabe destacar que la demanda, no sólo no ha caído, sino que el año pasado subió y se espera que tambiíén lo haga este año.
El problema es que la oferta de buques en estos momentos es mayor que la demanda. Esto es así, por un lado, por motivos estacionales, ya que tradicionalmente el primer y el tercer trimestre del año suelen ser peores.
Y, por otro, porque a medida que se acerca el año nuevo Chino, los astilleros se apresuran a hacer entrega de los nuevos barcos. A esto hay que sumar la caída del coste energíético que supone mover a estos gigantes del mar como consecuencia de la caída de los precios del petróleo.
María Igartua