El ajuste fiscal que debe acometer el Gobierno para reducir el díéficit deberá ser mayor de lo previsto con el objetivo de compensar la caída de ingresos derivados de la recesión. Con la experiencia reciente de ejecución presupuestaria, no parece exagerado vaticinar que los ingresos fiscales en 2012 caerán en torno a 15.000 millones de euros, ya que el PIB, según todas las previsiones que maneja el Gobierno, retrocederá en torno al 1,5%.
En 2008, cuando la economía avanzó apenas un 0,9%, la recaudación se redujo en 27.223 millones. Al año siguiente, la caída de un 3,7% del PIB se tradujo en un descenso de los ingresos que recauda la Agencia Tributaria de casi 30.000 millones. Si bien es cierto que la recaudación se recuperó en 2010 por la subida de impuestos y la drástica caída registrada el ejercicio anterior.
La utopía del 4,4% del PIB
Reducir el díéficit del 8,51% de 2011 al 4,4% que, de momento, exige Bruselas, equivale a un ajuste de 44.000 millones de euros. Las medidas adoptadas en diciembre -aumento fiscal y acuerdo de no disponibilidad- representan unos 15.000 millones. Una cifra que, sin embargo, puede que solo sirva para compensar la caída de ingresos y no para reducir el díéficit.
Las subidas del IRPF y del IBI aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy se traducirán, según las estimaciones de Hacienda, en un incremento de los ingresos de 6.275 millones, una cifra notable que empequeñece ante la magnitud del ajuste fiscal que precisa España para contentar a Bruselas. En Hacienda saben que cumplir la senda de la consolidación fiscal en un entorno de recesión resulta utópico.
El Ejecutivo presentará hoy el techo de gasto presupuestario para los Presupuestos de 2012, cuya cuantía dependerá de la previsión de ingresos del Ejecutivo. Todo apunta a que Hacienda aplicará el mayor recorte del techo de gasto en democracia, un privilegio que hasta ahora ostentaba el anterior Gobierno de Josíé Luis Rodríguez Zapatero, que en 2011 recortó el límite de gasto no financiero un 7,7% hasta los 122.022 millones de euros. Esta cifra podría caer hasta el nivel de los 104.000 millones de euros.
En cualquier caso, el elevado díéficit no se explica tanto por el comportamiento del gasto, sino por la evolución de los ingresos. Las partidas presupuestarias se han reducido respecto al año anterior, sin embargo, los ingresos han caído a niveles del año 2005. Ahora, el mayor reto de la Administración Pública es adecuar el gasto público a una economía que ha perdido los ingresos públicos derivados del boom inmobiliario. Y lo peor es que dichos recursos ya nunca volverán.
A la espera de una subida de impuestos
Entre los analistas financieros se produce una situación similar a la vivida durante la campaña electoral. Si bien el entonces candidato popular Mariano Rajoy aseguraba que no subiría los impuestos, la mayoría de expertos daba por hecho que, en caso de ganar los comicios, el líder del PP no tendría más remedio que incrementar los tributos. Y así fue. Ahora, el presidente del Gobierno tambiíén asegura que, tras elevar el IRPF y el IBI, no se plantea nuevas alzas fiscales. Sin embargo, hay un runrún de fondo que apunta en la dirección contraria. Fuentes de la Comisión Europea recuerdan que España tiene margen para subir el IVA, cuyo tipo del 18% se encuentra dos puntos por debajo de la media de la UE. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de momento, se resiste a elevar el tributo que grava el consumo y argumenta que una medida en este sentido solo serviría para deteriorar todavía más la delicada situación de la economía española.
En cualquier caso, la urgencia de recortar el díéficit público amenaza con llevar en los Presupuestos de la Administración central de este año una nueva subida fiscal.