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Autor Tema: LA CARTA MAGNA: ES EL DESTINO, NUESTRO DESTINO...  (Leído 147 veces)

OCIN

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LA CARTA MAGNA: ES EL DESTINO, NUESTRO DESTINO...
« en: Julio 10, 2012, 09:09:33 am »
Por...   NOAM CHOMSKY



Sucesos recientes marcan una trayectoria amenazadora, en forma suficientemente clara que quizá valga la pena ver hacia el futuro unas cuantas generaciones, hasta el aniversario milenario de uno de los grandes hitos en el establecimiento de los derechos civiles y humanos: la creación de la Carta Magna, la cíédula de las libertades inglesas que le fue impuesta al rey Juan en 1215.

Lo que hagamos ahora mismo, o dejemos de hacer, determinará quíé tipo de mundo recibirá al aniversario. No es una perspectiva atractiva porque la Carta Magna está siendo desgarrada frente a nosotros.

La primera edición acadíémica de la Carta Magna fue publicada en 1759 por el jurista William Blackstone , cuya obra fue una de las fuentes de la legislación constitucional de Estados Unidos. Fue intitulada The Great Charter and the Charter of the Forest, siguiendo las prácticas previas. Ambas Cartas son altamente significativas hoy en dí­a. La primera, la Carta de las Libertades, es generalmente reconocida como la piedra toral de los derechos fundamentales de los pueblos de habla inglesa.

En 1679 la Carta se vio enriquecida por la Ley de Habeas Corpus , oficialmente llamada "una Ley para mejor aseguramiento de la libertad del sujeto, y para prevenir el encarcelamiento allende los mares". La versión moderna, más severa, es llamada rendición -encarcelamiento con fines de tortura-.

Junto con buena parte de la legislación inglesa, la Ley fue incorporada en la Constitución de Estados Unidos. En 1961, la Suprema Corte de E.U. dictaminó que los derechos garantizados por esta Ley fueron "considerados por los fundadores como la más importante salvaguarda de la libertad". Especí­ficamente, la Constitución garantiza que "ninguna persona será privada de vida, libertad o propiedad, sin el proceso debido de la ley y un juicio rápido y público" por sus pares.

El Departamento de Justicia explicó hace poco que estas garantí­as han quedado satisfechas por deliberaciones internas en la Rama Ejecutiva. Barack Obama , abogado constitucional de la Casa Blanca, estuvo de acuerdo. El rey Juan hubiera asentido con satisfacción.

Esto es tan sólo una muestra del desmantelamiento de "la Carta de todo hombre que se respete a sí­ mismo". El mes pasado, el Banco Mundial decretó que la multinacional minera Pacific Rim puede proceder en su caso contra El Salvador por tratar de preservar tierras y materias primas y comunidades contra la altamente destructiva minerí­a de oro. La protección ambiental privarí­a a la compañí­a de ganancias futuras, un crimen según las reglas del ríégimen de derechos de inversionistas mal llamado "libre comercio".

Este es sólo un ejemplo de las luchas que se libran hoy en buena parte del mundo, algunas con violencia extrema, como en Congo, rico en recursos, donde millones de seres humanos han sido asesinados para asegurar una reserva amplia de minerales para telíéfonos celulares.

El desmantelamiento de la Carta del Bosque trajo consigo una revisión de cómo los comunes son concebidos, capturada en 1968 por la tesis de Garret Hardin , que asegura "la libertad en los comunes nos causa ruina a todos", la famosa "tragedia de los comunes". Lo que no es de propiedad privada será destruido por la avaricia individualista.

La doctrina no carece de desafí­os. Elinor Olstrom ganó el premio Nobel Memorial en Ciencias Económicas en 2009 por su trabajo para mostrar la superioridad de los comunes administrados por sus usuarios.

Pero la doctrina tiene fuerza si nosotros aceptamos el principio implí­cito de que los seres humanos están ciegamente impulsados por lo que los trabajadores estadounidenses, en la aurora de la Revolución Industrial, llamaron "el nuevo espí­ritu de la era, obtener riqueza olvidándose de todo menos de uno mismo", una doctrina que ellos condenaron amargamente como destructiva, un ataque contra la naturaleza misma del pueblo.

Es innecesario pensar en los peligros extremos planteados por un elemento central de la destrucción de los comunes: la dependencia en combustibles fósiles, que plantea un desastre global. Se puede debatir acerca de los detalles, pero hay escasas dudas serias de que los problemas son demasiado reales y que en la medida que posterguemos su solución más terrible será el legado que dejemos a las próximas generaciones.

A la cabeza en enfrentarse a esta crisis, a lo largo del mundo, se encuentran las comunidades indí­genas. La posición más firme ha sido tomada por el paí­s que ellos gobiernan, Bolivia, el paí­s más pobre en Sudamíérica y, durante siglos, ví­ctima de la destrucción de sus ricos recursos por Occidente.

Despuíés del ignominioso colapso de la cumbre del cambio climático global en Copenhague (2000), Bolivia organizó una Cumbre de Pueblos con 35 mil participantes de 140 paí­ses. La Cumbre hizo un llamado para la severa reducción de emisiones, y una declaración de Derechos de la Madre Tierra, demanda clave de las comunidades indí­genas de todo el mundo que es ridiculizada por los occidentales sofisticados, pero a menos que podamos adquirir algo de la sensibilidad de las comunidades indí­genas, es muy probable que ellos rí­an al último -una risa de amarga desesperación-.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...