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Autor Tema: Los pensamientos de premonición y telepatí­a son muy comunes  (Leído 1108 veces)

Scientia

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Los pensamientos de premonición y telepatí­a son muy comunes
« en: Septiembre 17, 2012, 09:32:35 pm »
http://www.unavidalucida.com.ar/2012/03/todos-tenemos-poderes-psiquicos.html

Cómo los pensamientos de premonición y telepatí­a son más comunes de lo que pensamos.

Al igual que muchas madres que temí­an por la seguridad de su familia durante la Segunda Guerra Mundial, Mona Miller fue evacuada de Londres a la tranquila localidad costera de Babbacombe en Devon.
Me pareció una sabia precaución, pero, poco despuíés de su llegada allí­ con sus niños pequeños, la señora Miller se volvió cada vez más inquieta.

'Tuve la sensación de que debí­a dejar Devon y volver a casa", me dijo.
'Al principio rechacíé la idea, ¿por quíé salir cuando yo estaba tan feliz y contenta a pesar de que la guerra pasaba a mi alrededor?
'Pero la sensación fue en aumento. Las paredes de mi habitación parecí­an hablarme: "Vete a tu casa a Londres." Me resistí­ a esa llamada unos cuatro meses, despuíés, un dí­a, como un destello de luz, supe que debí­a dejar.
'Un sábado a fines de 1942, viajamos de regreso a Londres y pocos dí­as despuíés recibí­ una carta de un amigo en Devon.
'"Gracias a Dios que te llevaste a los niños el sábado", escribió. "Temprano en la mañana del Domingo, Jerry lanzó tres bombas y una cayó sobre la casa donde viví­an demoliíéndola, y matando a todos los vecinos a ambos lados."'

La señora Miller estaba lejos de ser la única persona que experimenta estos presagios durante la guerra.

Tres años más tarde, en la primavera de 1945, el militar Charles Bernuth de EU participó en la invasión de Alemania y, poco despuíés de cruzar el Rin, se encontraba conduciendo por la autopista una noche con dos oficiales.

í‰l describió cómo una "vocesita apacible y delicada" dentro de íél le dijo que habí­a algo mal en el camino a seguir.
'Me detuve, en medio de las quejas y burlas de los otros dos. Empecíé a caminar por el camino.
'Alrededor de 50 metros de donde habí­a dejado el jeep, me enteríé de lo que estaba mal.
'Estábamos a punto de pasar por un puente - el puente era lo único que no estaba allí­. Se habí­a derrumbado y habí­a un precipicio de unos 75 pies.'

Tanto la Sra. Miller y Charles Bernuth habí­a experimentado presentimientos y sentimientos de que algo iba a ocurrir sin saber quíé serí­a.
Estos difieren de los presagios, donde la persona en cuestión tiene una idea de lo que está delante, como cuando a los 16 años de edad, Carole Davies visitó un parque de atracciones de Londres durante la díécada de los setenta.

'Mientras estaba de pie mirando hacia la noche, tuve una sensación de peligro,' recordó.
'Entonces vi lo que parecí­a una foto delante de mí­ mostrando a gente en el suelo con baldosas y vigas de metal sobre ellos. Me di cuenta de que esto iba a suceder aquí­. Empecíé a gritarle a la gente que saliera. Nadie escuchó.'
Junto con sus amigos, Carole salió a toda prisa y se fue a un cafíé cercano.
Mientras estaban sentados en el interior, oyeron las sirenas en la calle. Una debilidad en la estructura de la galerí­a del edificio habí­a despegado el techo y las paredes se derrumbaron sobre los que estaban dentro.
'Todos corrimos por la calle para ver lo que habí­a sucedido', recuerda Carole.
'Fue así­ como yo lo habí­a visto. Un hombre a quien le habí­a gritado era sacado de los escombros.'

Tenemos que mirar más allá del punto de vista cientí­fico tradicional de que todo es esencialmente material o fí­sico, incluyendo la mente humana
Al igual que Mona Miller y Charles Bernuth antes de ella, Carole estaba convencida de que le debí­a su vida a su sexto sentido misterioso, una noción que puedes esperar que un cientí­fico por adelantado descarte.
Yo soy un biólogo que ha estudiado, investigado y enseñado en Cambridge y Harvard, y ocupíé altos puestos acadíémicos en ambos lados del Atlántico.
Sin embargo, he creí­do que los presentimientos, premoniciones y otros fenómenos psí­quicos como la telepatí­a, deben ser tomados más en serio por mis colegas cientí­ficos.

Mi fascinación por este tema se inició en los años sesenta cuando yo era un estudiante graduado en el departamento de bioquí­mica en la Universidad de Cambridge.
Esto no fue mucho tiempo despuíés de que el escritor sudafricano Laurens van der Post publicara sus relatos sobre la vida con los bosquimanos del desierto de Kalahari.
Al igual que las sociedades más tradicionales, la de ellos fue una en la que la telepatí­a no sólo se tomaba por sentado, eran llevadas tambiíén a la práctica, así­ lo veí­a van der Post, cuando sus anfitriones perseguí­an y mataban un antí­lope eland a muchos kilómetros del campamento.

A medida que se dirigí­an de vuelta en un Land Rover cargado de carne, le preguntó a uno de los bosquimanos cómo reaccionarí­an aquellos en el campamento cuando se enteraran de este íéxito.
'Ellos ya saben - nosotros los bosquimanos tenemos un cable aquí­', respondió íél, tocando el pecho. 'Esto nos trae las noticias'.
í‰l estaba comparando su míétodo de comunicación con el telegrama del hombre blanco o 'hilo'.
Efectivamente, cuando se acercaban al campamento, la gente estaba cantando la 'canción Eland ' y se preparaban para dar a los cazadores la más grande de las bienvenidas.

Muchos otros viajeros en ífrica han informado de que la gente parecí­a saber cuando sus seres queridos iban a visitarlos a su casa.
Lo mismo ocurrirí­a en la zona rural de Noruega, donde los habitantes desarrollaron una palabra especial - vardoger - para la previsión de llegadas.
Del mismo modo, las historias que leí­ de la "segunda vista" de algunos habitantes de las Highlands escocesas incluyen visiones de llegadas antes de que la persona en cuestión apareciera.

Pero nada de esto me convenció, convertido como estaba en el dogma del "materialismo" que ha dominado el pensamiento cientí­fico desde finales del siglo 19, y todaví­a lo hace hoy.
De acuerdo con los materialistas, la ciencia eventualmente explica todo en tíérminos de la fí­sica y la quí­mica.
Y cualquier cosa que no puede explicarse así­, se puede descartar como una ilusión.
Educado en esta tradición, adoptíé la actitud del tí­pico desprecio cuando el tema de la telepatí­a se planteó un dí­a en el salón de tíé del laboratorio.

Me llevaron con cuidado a la tarea de Sir Rudolph Peters, uno de los decanos de la bioquí­mica británica. í‰l era un hombre bondadoso con los ojos centelleantes y más curiosos que la mayorí­a de la gente de la mitad de su edad.
Me habló de un amigo oftalmólogo que tení­a un joven hijo con una grave discapacidad y retraso mental como paciente.
A pesar de que estaba casi ciego, parecí­a capaz de leer las letras en la tabla del óptico muy bien, pero sólo cuando su madre los miraba.
La única explicación era que parecí­a ser algún tipo de comunicación telepática entre los dos, y en 1968 Sir Rudolph llevó a cabo un experimento en el que el muchacho adivinó correctamente muchos de los números escritos o palabras que se mostraban a su madre, a pesar de que estaban sentados a ambos lados de una pantalla que le impidí­a recoger señales visuales o auditivas.
Sir Rudolph llegó a la conclusión de que esta telepatí­a se habí­a desarrollado en un grado inusual debido a las necesidades extremas del niño y el deseo de su madre de ayudarle.

Pero, como he descubierto, incluso experimentos de laboratorio con desconocidos han producido resultados que, aunque menos marcados, todaví­a eran convincentes.
Por ejemplo, en los años comprendidos entre 1880 y 1939 se vio algo de auge en investigación psí­quica temprana, con la publicación de más de 186 estudios que incluyeron ensayos en los que los sujetos adivinaban quíé cartas seleccionadas al azar un "emisor" estaba mirando.
Cuando los cuatro millones de resultados individuales se combinaron en un procedimiento estadí­stico denominado meta-análisis, los resultados generales fueron muy importantes porque eran mucho más precisos de lo que hubiera podido esperarse del azar.

Experimentos posteriores durante la díécada de los setenta involucró sujetos que dormí­an en un laboratorio insonorizado mientras que un "emisor" en otra habitación, y en algunos casos otro edificio, abrí­a un paquete sellado que contení­a una imagen seleccionada al azar y se concentraba en íél, tratando de influir en el sueño del sujeto.
A veces, la transferencia de pensamiento era muy clara: un sujeto describí­a haber soñado con comprar las entradas para un combate de boxeo, mientras que el remitente estaba mirando una foto de un combate de boxeo.
De vez en cuando, era más simbólico, como cuando el sujeto soñaba con una rata muerta en una caja de puros, mientras que el remitente estaba mirando una foto de un mafioso muerto en un ataúd. Sin embargo, en 450 esos ensayos los resultados generales fueron muy significativamente por encima del nivel del azar.

Mi investigación ha incluido a más de 4.000 casos de fenómenos psí­quicos. Muchos, como el de Mona Miller cerca de los bombardeos, involucra a las madres.
Cientos me dijeron que durante los meses que estaban en perí­odo de lactancia, ellas sabí­an cuando el bebíé las necesitaba, incluso a kilómetros de distancia, debido a que comenzaban a secretar leche materna.
Con la ayuda de una partera, estudiíé nueve madres lactantes en el norte de Londres durante un perí­odo de dos meses, y encontríé que sus inesperadas 'bajadas' de la leche, cuando fueron separadas de sus bebíés a menudo coincidí­a con sus bebíés experimentando angustia.

Las probabilidades de que esto ocurra por casualidad con la frecuencia que lo hizo, fueron de mil millones a uno, y esta conexión telepática tiene un sentido evolutivo bueno.
Las madres que podrí­an decir a una distancia cuando sus bebíés estaban descontentos tenderí­an a tener bebíés que sobrevivieron mejor que los de madres insensibles.
Tales conexiones a menudo parecen continuar incluso cuando los hijos han crecido, con muchas historias en mi base de datos relativo a las madres que tení­an ganas de ponerse en contacto con sus hijos cuando ellas no podí­an haber sabido por cualquier medio convencional que ellos estaban en problemas.
Muchas lo hacen por telíéfono, el míétodo de comunicación más mencionados en los informes de las experiencias telepáticas en general.

Mucha gente me dijo que habí­an pensado en alguna persona sin ningún motivo aparente, y entonces esa persona tocó a su puerta de una manera que parecí­a sobrenatural. O que sabí­an quiíén estaba llamando cuando sonaba el telíéfono, incluso antes de que se levantara el auricular.
He diseñado un experimento para probar esto, una versión simplificada de lo que se puede probar a travíés de mi página web.
Se trataba de pedir a varios sujetos los nombres y números de telíéfono de cuatro amigos o familiares, antes de ponerlos solos en una habitación con un telíéfono fijo con llamadas sin ID.
Luego seleccioníé una de las cuatro personas que se llamarí­an al azar y les pidí­ que llamaran por telíéfono al sujeto, que tení­a que decir quiíén estaba en la lí­nea antes de contestar.
Al adivinar al azar, los sujetos habrí­an tenido razón una vez cada cuatro, o 25 por ciento.

De hecho, la tasa de aciertos promedio fue de 45 por ciento, de manera muy significativa por encima del nivel del azar, y estos resultados se han replicado de forma independiente en las universidades de Alemania y Holanda.
Al intentar explicar estos fenómenos, tenemos que mirar mucho más allá del punto de vista cientí­fico tradicional que todo es esencialmente material o fí­sico, incluyendo la mente humana.
Este enfoque materialista, fue resumido por Francis Crick, quien en 1962 compartió el Premio Nobel por el descubrimiento de la estructura del ADN.
'Usted, sus alegrí­as y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su sentido de identidad personal y el libre albedrí­o, son de hecho nada más que el comportamiento de un vasto conjunto de cíélulas nerviosas y sus molíéculas asociadas', escribió.

Crick habló en nombre de la corriente cientí­fica, al igual que la influyente neurocientí­fica Susan Greenfield, cuando describió haber visto un cerebro expuesto en una sala de operaciones.
'Esto es todo lo que habí­a (el paciente) Sara, o de hecho en cualquiera de nosotros', reflexionó en un artí­culo publicado en el año 2000.
'No somos más que los cerebros cenagosos y de alguna manera el carácter y la mente se generan en este caldo desordenado.'
Sin embargo, esta idea de que nuestras mentes se fijan fí­sicamente dentro de nuestras cabezas, y que la conciencia no es más que un subproducto de la actividad del cerebro, es contrario a nuestra experiencia cotidiana.

Cuando miramos a nuestro alrededor, las imágenes de las cosas que vemos están fuera de nosotros, no en nuestras cabezas. Los sentimientos en mis dedos están en mis dedos, no en mi cabeza.
Las intuiciones humanas que he descrito se ajustan mejor a la "teorí­a de campo" de las mentes.
Estamos acostumbrados al hecho de que los campos existen dentro y fuera de los objetos materiales como los imanes y los telíéfonos móviles, y no hay razón para creer que nuestras mentes tienen campos similares que tienen sus raí­ces dentro de nuestro cerebro, sino que se extienden más allá de ellos.
Aunque esto suene extraordinario, está apoyado por estudios de otro notable fenómeno psí­quico - la sensación de ser mirado.
La mayorí­a de la gente ha sentido que alguien la está mirando por la espalda, se volvió y miró a los ojos de la persona.
Y la mayorí­a de las personas han experimentado lo contrario: hacer a alguien darse la vuelta al mirarlas.

En amplios estudios en Europa y Amíérica del Norte, entre el 70 y el 97 por ciento de los adultos y los niños informó de tales experiencias.
En una serie de entrevistas con los agentes de la policí­a, personal de vigilancia y soldados, se descubrió que la mayorí­a sentí­a que algunas personas parecí­an saber que estaban siendo observados, a pesar de que los vigilantes estaban bien escondidos.
'Una gran cantidad de veces el delincuente tení­a la sensación de que las cosas no andaban bien," me dijo un oficial de narcóticos.
'A menudo tenemos a alguien viendo en nuestra dirección a pesar de que no nos pueden ver. Muchas veces estamos dentro de un vehí­culo.

Sorprendentemente, las pruebas de laboratorio han demostrado que la sensación de estar siendo observado funciona, incluso cuando las personas son observadas a travíés de pantallas, en lugar de hacerlo directamente.
Nuestra respuesta emocional puede ser medida por la actividad de nuestras glándulas sudorí­paras, y esto aumenta en muchos sujetos que se vieron en el circuito cerrado de televisión, a pesar de que no son conscientes de su respuesta.
Todo esto sugiere que, ya sea mirando directa a travíés de circuito cerrado de televisión, somos capaces de ser "tocados" unos a otros con nuestra visión - una prueba más de que nuestras mentes no se limitan al interior de nuestros cerebros.

Con la comunicación telepática, parece que estos campos de alguna manera interactuan a distancia, recogiendo los sentimientos, necesidades y pensamientos a travíés del espacio.
En cuanto a los presentimientos y premoniciones, íéstas implican ví­nculos a travíés del tiempo, cómo nos sintonizamos con nuestros estados mentales en el futuro.
Que estos ví­nculos son reales fue sugerido por una serie de experimentos en los EE.UU. y Holanda en los últimos 20 años.
Estas respuestas medidas en una serie de olores nocivas, niveles de descargas elíéctricas, palabras emotivas y fotografí­as provocativas, intercaladas con estí­mulos relajantes que no tení­an ningún efecto fisiológico sobre los sujetos en absoluto.

Nadie, ni siquiera los experimentadores, sabí­an quíé clase de estí­mulos la computadora involucrada producirí­a en el siguiente segundo, pero en un número significativo de casos, los sujetos reaccionaron a los estí­mulos desagradables unos tres o cuatro segundos de antelación, de alguna manera conectados con su yo futuro que podí­a estar experimentando los estí­mulos realmente.
Estos hallazgos son fascinantes en sí­ mismos, y estos fenómenos psí­quicos no se limitan a los seres humanos.
Hay historias increí­bles de telepatí­a y premoniciones de desastres en muchas otras especies, como perros de compañí­a.

En cuanto a exactamente cómo funcionan estos fenómenos, pueden pasar años antes de que los entiendamos, pero un primer paso importante es que los cientí­ficos reconocen que existen, y que la mente de los animales y seres humanos interactúan en formas aún no explicadas.

Acerca del autor:
Rupert Sheldrake, uno de los biólogos y escritores más innovadoras del mundo, es mejor conocido por su teorí­a de los campos mórficos y la resonancia mórfica, lo que conduce a una visión de la vida, el desarrollo de universo con su propia e inherente memoria. Trabajó en biologí­a del desarrollo en la Universidad de Cambridge, donde fue compañero de Clare College. Era entonces Fitofisiólogo Principal en el Centro Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT), en Hyderabad, India. De 2005 a 2010 fue director del proyecto-Perrott Warrick., financiado por el Trinity College de Cambridge.

Fuente:http://wakeup-world.com/2012/02/07/why-we-all-have-psychic-powers-how-thought-premonitions-telepathy-are-more-common-than-we-thought/

Traducción: Vida Lúcida.