Voy a comenzar mi aporte con una pregunta.

Y si probasen todos los dirigentes de la economía pública a hablar menos y a actuar con mayor claridad? Sería Muy  de  agradecer. El comisario europeo de Economía, Olli Rehn, estuvo el lunes en Madrid y dijo…¿Qué dijo? Pues no lo sé a ciencia cierta, porque las informaciones eran excesivamente divergentes y cada uno de los presentes debió de entender una cosa diferente. Recordarán que la semana pasada se deshizo materialmente en elogios hacia el Gobierno español por la tarea emprendida, por los criterios aplicados en la elaboración de los Presupuestos y por el rigor mostrado en su orientación. Es más, aseguró que si pedíamos el mal llamado rescate no haría falta imponer  nuevas condiciones. Lo cual produjo alivio, aunque causo extrañeza. Porque es una novedad eso de alabar tanto desde Bruselas a los países periféricos y, sobre todo, porque ya no sabemos qué conclusión debemos sacar a la vista de la iacción del Gobierno en esta materia.

¿Hemos hecho todo lo que nos pedirían a cambio del rescate, para luego no pedirlo? ¿Cuándo decidirá el Gobierno lo que va a hacer el respecto, a qué espera? Pues supongo que al dictamen de los mercados. Si alivian la presión sobre nuestra deuda, se ahorrará el sofoco, pero si no puede esquivarla, cederá a la tentación. Vamos, lo que hizo el pasado lunes el Banco Popular.

Resulta que, un día antes de la publicación de las últimas auditorías, gozaba de una enorme solidez y, un día después, anunció una ampliación de capital tan enorme que ha provocado su desplome en Bolsa, incluida la suspensión temporal de la cotización de sus acciones ¿Qué esperaba, copiar en el examen y sacar buena nota?

Pues eso, Rajoy se mantiene en la duda permanente. No puede ser que tarden tanto en establecer las condiciones y menos después de haber presentado estos Presupuestos cargados de recortes.

Así que por favor. Menos despiste y más claridad.

¿Qué les parecería una salida a la italiana? Es decir, formar un Gobierno extraparlamentario y alternativo al actual Ejecutivo con un candidato – que no esté afiliado a ningún partido político-,  sustituir el actual Gabinete  defectuoso para tomar “las decisiones adecuadas” para luchar de una manera eficaz. Claro que esto supondría desacreditar  al Gobierno elegido de forma democrática para colocar otro Ejecutivo encabezado por un científico social que debería dirigir al país a través de las complejidades de la política mundial en una época de crisis. Puede que les resulte una idea ridícula.

Si les apetece, lo podemos discutir en nuestro foro de economía.

Basado en ¿En qué quedamos? De Ignacio Marco-Gardoqui.