BBVA vuelve a reaparecer en el mercado inmobiliario con la puesta en venta de un conjunto de catorce promociones inmobiliarias sin terminar. La entidad ha contratado a BNP Paribas y Rothschild para buscar un comprador para estos activos, por los que pide 450 millones de euros. Un giro estratíégico en su camino para deshacerse del riesgo del ladrillo que se produce despuíés del mal sabor de boca dejado con su Operación Camelia.
Fuentes financieras han confirmado que BBVA ha salido al mercado para quitarse de su balance un total de catorce construcciones de viviendas repartidas por toda España y que tuvo que quedarse en prenda por el impago de sus clientes. Una de ellas está situada en Pozuelo de Alarcón, a las afueras de Madrid, cuyo promotor, Lualca, pedía cuando las puso a la venta unos 800.000 euros por tres habitaciones.
La obra, tras paralizarse durante varios años por los graves problemas financieros de la inmobiliaria, ha vuelto a ser reactivada. Pero BBVA ha quitado el cartel en el que aparecía como financiador de las casas de esta zona privilegiada de la capital. En sus oficinas bancarias no dan información sobre la promoción. Lualca tambiíén guarda silencio sobre el precio al que saldrán ahora a la venta pese al interíés de varios potenciales compradores.
La explicación es que ese activo es uno de los conforman el paquete que el banco presidido por Francisco González quiere vender sobre plano a algún inversor dispuesto a hacerse cargo de la comercialización posterior. La entidad se compromete a terminar las viviendas y entregárselas al comprador completamente preparadas para salir al mercado. La tasación del conjunto de las catorce promociones es de 450 millones, con un descuento medio del 30% sobre el precio inicial.
La intención de BBVA es que un solo inversor se quede con todas en lugar de trocearlas para acelerar la desinversión, pero tampoco descarta dividirlas por zonas. Para esa labor ha contratado a BNP y Rothschild, que antes de Semana Santa hicieron una cata para tantear el apetito comprador de los fondos especializados en inmuebles o las grandes fortunas oportunistas que están protagonizando la mayoría de las transacciones procedentes de la banca.
Fuentes próximas a las negociaciones aseguran que la primera impresión ha sido positiva porque BBVA ha ido con mucha cautela. “Ha tardado cuatro meses en decidirse en poner estos activos en el mercadoâ€, explican las mismas fuentes, que justifican esa prudencia por la mala experiencia de la Operación Camelia, el gran proyecto de desapalancamiento inmobiliario del segundo banco español.
Diferencias de precio
Bajo ese nombre, BBVA empaquetó a mediados del pasado año los críéditos morosos y activos inmobiliarios adjudicados por un importe cercano a los 4.000 millones de euros. Su responsable, Pedro Urresti, decidió seccionarlos por tipología para facilitar su colocación, pero las negociaciones con los potenciales interesados se han alargado más de lo esperado
Una buena prueba de esta tardanza es la compraventa de una cartera de fallidos por valor de 1.500 millones de euros pactada con Lone Star y Varde Partners. Aunque la transacción estaba muy madura a finales de octubre, como reconocieron las dos partes, desacuerdos sobre el precio final y garantías sobre el cobro a futuro han alargado las conversaciones hasta el punto de dejarlas en vía muerta en varias ocasiones.
Los fondos que han sobrevolado sobre estas carteras se quejan de la postura de BBVA, al que acusan de no apurar hasta el último euro a pesar de las malas expectativas sobre el sector inmobiliario. Por el contrario, desde los bancos que tienen activos similares en el mercado critican la agresividad de estos compradores oportunistas a bajos precios. Hasta la fecha, las entidades que más acuerdos han cerrado con los llamados fondos buitres han sido Banco Santander y La Caixa.