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Autor Tema: El FMI enciende la luz roja en Europa  (Leído 173 veces)

Eguzki

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El FMI enciende la luz roja en Europa
« en: Abril 15, 2013, 07:28:14 am »
EE UU debe embridar sus cuentas, Japón ha dado la campanada con una avalancha de liquidez, pero sufre una deuda pública colosal, y las potencias emergentes deben reforzar sus defensas. Pero el gran asunto es Europa. La economí­a del Viejo Continente centrará las preocupaciones de la asamblea de primavera que esta semana celebra en Washington el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya habla de un mundo de tres velocidades: las economí­as en desarrollo, en la primera; Estados Unidos y paí­ses como Suiza o Suecia, en la segunda, y, por último, las economí­as europea y nipona.

El organismo hará públicos mañana sus informes sobre las perspectivas económicas mundiales y la situación fiscal. Si se confirman los datos del borrador al que ha tenido acceso Bloomberg esta semana, las previsiones del FMI siguen situando a la eurozona en el epicentro de la crisis, ya que determinan una contracción del 0,2% para el conjunto de los 17 paí­ses, con la incertidumbre polí­tica en Italia y los problemas de deuda. Las medidas adoptadas por los distintos paí­ses no han mejorado (aunque tampoco empeorado) los augurios.

En la fotografí­a global, el avance previsto para la economí­a mundial en 2013 apenas varí­a respecto a lo estimado en enero, al pasar del 3,5% al 3,4%, pero al acercar el foco saltan a la vista las diferentes velocidades. Los recortes presupuestarios, según este mismo borrador presentado al Consejo del FMI hace dos semanas, pasarán factura a EE UU, cuyo crecimiento previsto mengua del 2% al 1,7% como consecuencia del efecto de esta dosis de austeridad sobre el consumo. Aunque el precipicio fiscal se ha evitado, el fondo ve necesario un plan de medio y largo plazo para reducir su deuda. Mientras, en Japón el crecimiento previsto ha pasado del 1,2% al 1,5%, si bien su deuda pública desbocada —roza ya el 245% de su producto interior bruto (PIB)— y los riesgos de la deflación colocan al paí­s en esa tercera velocidad de la economí­a mundial de la que habla el FMI.

La directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, ya ha señalado los grandes agujeros: Europa no acaba de lograr que la lluvia de liquidez de su banco central se traslade a la economí­a real y la banca se remoza a un paso de tortuga que no se puede permitir. Además, el Fondo alerta de que dentro de Europa crece la brecha entre sus dos propias velocidades: “La tuberí­a está atascada, estamos viendo una mayor fragmentación financiera”, dijo la semana pasada Lagarde. Los cientos de miles de millones gastados en sus entidades no sacan a la economí­a del atolladero y, a la debilidad de grandes economí­as del euro como España e Italia se suman a un incendio pequeño, pero dañino, como el de Chipre y a los temores sobre Eslovenia.

El FMI observa cómo, cinco años despuíés de la caí­da de Lehman Brothers, EE UU experimenta un crecimiento sostenido, apuntalado en su demanda interna, mientras Europa no acaba de dar con la tecla para volver a la carrera. El viejo continente encarna, junto a Japón, el grupo de las economí­as de la tercera velocidad, con la diferencia de que el Ejecutivo nipón acaba de poner en marcha un agresivo plan de estí­mulos. Lagarde fue contundente con Europa en su discurso de hace unos dí­as en Nueva York: “Especialmente en la periferia muchos bancos están aún en un estadio muy preliminar de solución, con poco capital y demasiados críéditos tóxicos”.

Está de acuerdo con ella Daniel Gros, del laboratorio de ideas bruseliense CEPS, quien admite que Europa desaprovecha en cierto modo las ayudas del Banco Central Europeo (BCE): “el sistema bancario europeo y, en especial, de la zona euro, permanece muy díébil y la reestructuración es muy pequeña en el sector. En este sentido, se está desperdiciando el BCE”. No obstante, advierte de que esta reestructuración “sí­ se está llevando a cabo en la economí­a real, las exportaciones de los paí­ses perifíéricos están creciendo a buen ritmo, excepto en el caso de Italia, y las balanzas por cuenta corriente se están volviendo positivas”.

La senda de la recuperación “seguirá llena de obstáculos en las economí­as avanzadas”, considera el Fondo. A Europa le pone, entre los múltiples deberes, avanzar en la unión bancaria. Y, además, las polí­ticas expansionistas de los bancos centrales —por la ví­a de compras de bonos, los bajos tipos de interíés o críédito barato— no pueden durar eternamente, dados los riesgos que conllevan para la estabilidad financiera en el futuro. Además, un informe de la institución señala que medidas excepcionales como la compra de bonos están perdiendo efectividad. Aun así­, en conjunto, el FMI defiende que los estí­mulos se mantengan hasta que se ancle la recuperación.

Charles Wyplosz, del Graduate Institute, de Ginebra, no ve alternativas: “los bancos centrales sencillamente no tienen más elección que intentar llevar adelante las polí­ticas monetarias expansionistas ante esas polí­ticas autodestructivas de austeridad de sus Gobiernos”. Concede que un precio del dinero demasiado bajo —el del euro está en mí­nimo de la historia del euro, el 0,75%, y el de EE UU cerca del cero— puede impulsar burbujas, pero insiste en que “esto puede o puede no ocurrir y no deberí­amos encender las alarmas antes de que haya señales claras”. Además, “hay fórmulas para combatir estas burbujas, como aumentar los ratios de depósitos sobre príéstamos a los bancos en los críéditos, por ejemplo”. Wyplosz es claro: “Dejemos de preocuparnos de los bancos centrales y empecemos a hacer preguntas difí­ciles a los Gobiernos”. Muchas de estas cuestiones a las que se refiere Wyplosz surgirán esta semana en Washington. El FMI reconoce a los socios del euro sus esfuerzos, pero pide más. Lagarde lo dejó claro: “no es fácil para 17 paí­ses acordar e implantar grandes iniciativas polí­ticas en tan poco tiempo”, pero, al mismo tiempo, “aún hay mucho que hacer”.