El proceso de La Seda de Barcelona, que se mueve en la cuerda floja para evitar el concurso de acreedores, se ha convertido en una verdadera partida de ajedrez. Aunque Anchorage logre que el 75% de los acreedores apoye su propuesta de convertir la deuda en capital y esta maniobra sea aprobada de manera oficial –ya se acordó el pasado 11 de abril- por el consejo de administración- tiene que pasar por la Junta de Accionistas y aquí es donde Carlos Moreira, que dimitió de la presidencia hace una semana, puede tener guardado un as en la manga.
“Es posible que Moreira presente un plan B, porque me parece una locura que se haya ido sin más, como una pataleta de niño pequeño, por perder la presidencia y tire sin más los 60 millones que tiene invertidosâ€, asegura Juan J. Frutos, presidente de la asociación de accionistas minoritarios Unidos por La Seda.
Entre Ba Vidrio (propiedad de Moreira) y el banco portuguíés Caixa Geral suman casi el 35% del capital, con lo que les resultaría relativamente fácil tumbar la propuesta de Anchorage. Sin embargo, aunque a priori resulta lógico pensar que los accionistas portugueses votarían en bloque, la decisión de la entidad dependerá de si es adoptada libremente por su dirección o, teniendo en cuenta que es un banco rescatado con dinero público, venga impuesta desde Bruselas.
En cualquier caso, hay que partir de la base que a ninguna de las partes le interesa el concurso de acreedores: a los accionistas, porque de producirse serían los últimos a la hora de cobrar; y a Anchorage, porque perdería los 40 millones que invirtió en comprar el 40% de la deuda a los bancos, ya que esa deuda no estaba garantizada. La clave está en quiíén se hace finalmente con el control e impone su solución.
En este sentido, Moreira cuenta con la baza de que la conversión que Anchorage plantea supone una fuerte dilución de los accionistas, que pasarían a representar alrededor de un 8% de la compañía, dado que su capitalización en bolsa es de 20 millones de euros y la deuda total de 230, lo que le da ventaja a la hora de convencer a los minoritarios.
La última propuesta que BA Vidrio, a travíés del consejo de La Seda, planteó el pasado mes de febrero consistía en un reparto por el que el 20% del capital de la nueva compañía estaría en manos de los accionistas, el 20% en poder de los acreedores y que el 60% restante procedería de una ampliación de capital de 40 millones de euros, una entrada de recursos propios que garantizaba BA Vidrio.
No obstante, el pasado mes de marzo el grupo portuguíés retiró esas garantías, ante la imposibilidad de acercar posturas con Anchorage –el resto de entidades que formaba el llamado steering committee, HSBC, Deutsche Bank, Caixa Geral y el Instituto Catalán de Finanzas, habían dimitido- y con ello fracasó su solución. Es posible que sea este mismo plan el que proponga Moreira a la Junta de Accionistas.
Sin embargo, desde Anchorage aseguran que su intención sería la de apostar por sacar de nuevo a flote a La Seda y que cuentan con un plan de negocio para ello. Dicho proyecto industrial, que no se presentó el pasado jueves ante el consejo de administración, podría darse a conocer el 30 de abril cuando se apruebe oficialmente su propuesta.
Desde Unidos por La Seda afirman que los minoritarios no se han decantado todavía por una u otra parte y que están estudiando toda la información que les están facilitando para tomar una decisión al respecto. De hecho, consideran que la Junta de Accionistas se convocará en el menor tiempo posible, muy probablemente antes de que termine el mes de mayo