La deuda financiera neta de Pescanova suma 3.170 millones, tal y como reflejan las primeras valoraciones del mapa del pasivo que se ha entregado a la banca acreedora, según han avanzado a El Confidencial fuentes financieras. Esto supone que la deuda real es más del doble de los 1.520 millones que había declarado el grupo pesquero antes de que estallase su crisis. Pescanova ha aflorado así un total de 1.650 millones de deuda añadida que no había contabilizado en un inicio, un 108% más.
Esta es la primera cifra que se ha entregado a la banca. Pero dicho montante todavía no ha sido validado por KPMG, que está haciendo la auditoría denominada forensic del grupo pesquero. La banca acreedora calcula que esta confirmación definitiva, en la que la cifra de pasivo todavía podría crecer, estará lista a mediados de mayo.
De estos príéstamos, la deuda puramente bancaria suma 3.000 millones de euros, de los que 1.900 millones corresponden a la matriz, cerca de 400 millones se otorgaron a las filiales españolas del grupo y más de 650 millones pertenecen a las participadas internacionales de Pescanova. En todo caso, según las fuentes financieras consultadas, la mayor parte de la deuda de la multinacional en el extranjero está avalada por la matriz.
Además, hay casi 370 millones en diversas emisiones de bonos. Pero no todo el pasivo de los bonistas puede contabilizarse como deuda financiera neta, porque hay 200 millones de estos bonos que se encuentran garantizados por depósitos. Los 170 millones de bonos restantes no cubiertos, más los 3.000 millones de deuda bancaria, arrojarían los 3.170 millones de deuda financiera neta.
Pescanova ha justificado ante la banca acreedora esta diferencia del 108% en su deuda consolidada argumentando que existían príéstamos que estaban en filiales que no se habían integrado dentro del perímetro de consolidación; y porque tambiíén había críéditos registrados de forma incorrecta o que, simplemente, no se habían contabilizado.
La banca ha pedido que se desglosen ambos paquetes de deuda aflorada, pero Pescanova, por ahora, no lo ha hecho. Sólo ha reconocido ante las entidades que el grueso del pasivo no contabilizado forma parte de los 650 millones que cuelgan de las filiales internacionales.
Petición de oxígeno
Pescanova ha pedido oxígeno a la banca acreedora, integrada por más de 40 bancos. Según fuentes financieras, lo ha hecho por dos vías: financiación para el circulante de la empresa y más tiempo para los vencimientos crediticios de las filiales que no han entrado en preconcurso, lo que tíécnicamente se denomina stand still. Sin estas dos vías de apoyo, el grupo pesquero tendría su continuidad amenazada.
Por ejemplo, a la banca se la ha informado de los problemas de tesorería que acumulan las filiales de Argentina y Chile. Ambas sociedades precisarían financiación adicional.
Fernández de Sousa se reivindica
Ayer, el políémico expresidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, se reivindicó. Presentó un recurso de 32 páginas contra su revocación en el cargo por parte del juez concursal en el que, entre otras cosas, asegura que su gestión estaba fuera de toda duda.
Sin embargo, fue la gestión presidencialista de Fernández de Sousa la que ha desembocado en esta crisis financiera, industrial y bursátil que va más allá de las fronteras españolas. La Fiscalía está investigando, a petición de la CNMV, la venta del 7% de Pescanova por parte de Fernández de Sousa antes de preconcurso. Y cada día aparecen nuevos inversores internacionales atrapados en el capital del grupo pesquero, que se encuentra suspendido de cotización. El último: la gestora de fondos estadounidense Fidelity, que ha declarado tener el 1%.
