El derrumbe mortal de un edificio en Bangladesh donde se hacinaban trabajadores textiles para marcas europeas ha arrojado luz a una realidad que ha escandalizado a Occidente. Niño Becerra, señala, sin embargo, que la misma sociedad que pone el grito en el cielo ante la explotación es la que exige precios cada vez más bajos y apunta hacia un sistema insostenible.
"Lo insostenible se cambia o se hunde", asegura el economista Santiago Niño Becerra en su cuenta de twitter, a propósito de la explotación de trabajadores de países subdesarrollados -con salarios, horarios y condiciones laborales píésimas-, que es tema de actualidad a raíz del derrumbe de lla fábrica de Bangladesh en el que perecieron cientos de personas.
"Es un horror, ¡claro!, las condiciones de trabajo infrahumanas de los centros de confección textil en los países subdesarrollados, y el sufrimiento de las aves de corral y ganado vacuno forzado a comer noche y día hacinado y sin ver la luz del sol. Un horror. Pero, pregunten a abuelos y padres de cierta edad cuánto costaba antes un abrigo, o unos pantalones, o un jersey, o una camisa; pregunten por el precio de unos zapatos decentes; y quiíénes comían pollo o ternera, y cuándo lo hacían. Porque la verdad pura y dura es que tenemos los precios que tenemos 'gracias' a la explotación a muerte de personas y animales. Ex-plo-ta-ción".
"¿Hay alternativa a ese horror sin que suban los precios?", se pregunta el profesor de la Universidad Ramón Llull. "Sí, robotizar las producciones y sintetizar carne de ave y ternera, pero entonces esas poblaciones morirán de hambre porque nada tendrán que hacer y la ocupación en las granjas pasará a cero. Queremos bajos precios (cada vez más) pero nos subleva la explotación; existe un excedente de población que es explotada para malvivir contribuyendo de tal guisa a la economía mundial. ¿Ven que algo así es insostenible, verdad?. Y lo insostenible se cambia o se hunde".