Por... Gabriela Calderón de Burgos
Gabriela Calderón de Burgos indica que el dinero electrónico y el financiamiento del gobierno central con la Reserva Internacional del Banco Central del Ecuador no ponen en riesgo la dolarización, aunque si la estabilidad del sistema financiero.
El ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis pasó por Ecuador dando unos consejos al presidente electo. Recordemos que íél tuvo que salir del gobierno de Tsipras para calmar los miedos acerca de una emisión paralela de drachmas. Ahora, consideremos sus recomendaciones.
Varoufakis dijo que el potencial del dinero electrónico fuera logrado si el gobierno podría realizar pagos a proveedores del Estado o del sector privado en esta moneda. í‰l dijo que esto funcionaría paralelamente al Banco Central y a la banca comercial para “dar al Gobierno grados de libertad para la oferta de esos dólares digitales de forma contracíclica (…) durante choques externosâ€. En otras palabras, recomienda tener un banco central con capacidad de emitir una moneda propia.
Ahora, esta recomendación se enfrenta a un inconveniente infranqueable: la gente no aceptará voluntariamente la moneda nueva. Por eso ya van tres años tratando de convencernos de usar el dinero electrónico y todavía pocos lo usan.
Esta visita de Varoufakis junto con las travesuras que el BCE ha venido realizando desde que se aprobó el Código Orgánico Monetario y Financiero en 2014, han generado un mayor grado de incertidumbre en el país, particularmente acerca de la permanencia de la dolarización.
En Ecuador existe un sólido consenso en torno a la dolarización. Es una aceptación que atraviesa regiones, estratos sociales, y orientaciones políticas. Este consenso implica una firme desconfianza del Banco Central y de los políticos como administradores de una moneda nacional.
Por eso resulta tan dura de matar la dolarización. Si las autoridades quisieran imponer una nueva moneda, como el dinero electrónico, la única forma de lograrlo es obligando a la gente a usarla. Pero esa obligatoriedad trae consigo su sentencia de muerte, puesto que cuando lo han ensayado ha generado inmediatas reacciones de rechazo por parte de las instituciones financieras y del público en general.
El BCE le ha prestado al gobierno central más de $5.800 millones de la Reserva Internacional (RI), fondos que le pertenecen a sus dueños, los depositantes. Además, ha prestado fondos a bancos estatales. Estas operaciones han derivado en que de los $10.346 millones que los dueños de la RI han depositado en el BCE, solamente un 31% estaba respaldado con activos líquidos hasta el 30 de abril de 2017.1 Aunque esto pone en peligro la estabilidad del sistema financiero, no está en riesgo la dolarización.
Sucede que el papel de las reservas en una economía dolarizada es muy distinto al que tienen en una economía con moneda nacional. El ex ministro de finanzas de El Salvador Manuel Hinds explicó que “En una economía dolarizada...solo hay una moneda...cuyo valor no depende de ninguna reserva mantenida en el país. El valor de la moneda local, el dólar, no está definido por el gobierno ni el BCE...Ese valor no cambia si Ecuador tiene o no tiene reservas. Los precios en dólares y los contratos en dólares siguen valiendo lo mismo, aquí y en la China, aunque Ecuador no tenga reservasâ€.
Y precisamente porque, afortunadamente, nuestros políticos no pueden hacer nada para determinar el valor del dólar, este genera mucha confianza que cualquier alternativa que se les pueda ocurrir a nuestros políticos, incluso y particularmente en momentos de crisis financiera.